Un narrador frente a los intelectuales
[...] Para la famosa pregunta: ?qu¨¦ entendemos hoy por novela?, dispongo de mil famosas respuestas, que nunca [...] me han servido de gran cosa. No me considero un intelectual, solamente un narrador. Los planteamientos peliagudos, la teor¨ªa asomando su hocico impertinente en medio de la fabulaci¨®n, el relato mir¨¢ndose el ombligo, la llamada metaliteratura, en fin, son v¨ªas abiertas a un tipo de especulaci¨®n que me deja fr¨ªo y me inhibe; bastante trabajo me da mantener en pie a los personajes, hacerlos cre¨ªbles, cercanos y veraces.
Con respecto al trabajo mantengo algunos principios, pocos, que bien podr¨ªan resumirse en dos: procura tener una buena historia que contar, y procura contarla bien, es decir, esmer¨¢ndote en el lenguaje; porque ser¨¢ el buen uso de la lengua, no solamente la singularidad, la bondad o la oportunidad del tema, lo que va a preservar la obra del moho del tiempo. Ciertamente es un utillaje del que no puede uno presumir.[...]
"Mis principios: tener una buena historia y procurar contarla bien"
"Soy un catal¨¢n que escribe en castellano. Nunca vi en ello nada anormal"
"Siempre busqu¨¦ un eco del conflicto entre apariencia y realidad"
"Un escritor no es nada sin imaginaci¨®n. Ni sin memoria"
En el origen de la vocaci¨®n, all¨¢ por los a?os cuarenta del siglo pasado, habr¨ªa en la imaginaci¨®n del aprendiz de escritor un famoso esqueleto de leopardo sobre las nieves del Kilimanjaro, una imagen germinal que evoca una senda recorrida, de la cual, sin embargo, no queda ning¨²n rastro, ninguna huella. Ser¨ªa algo parecido al recorrido del Minotauro en su laberinto. Nadie sabe si el monstruo podr¨¢ salir, si recuerda el trazado de su propia obra, los oscuros motivos que le indujeron a su construcci¨®n, y los meandros y detalles de su intr¨ªngulis. Nadie sabe si, en realidad, es prisionero de su obra. Sabemos, eso s¨ª, que Teseo ha sido lo bastante ingenioso para tender un hilo que le permite rehacer el camino y salir. Pues bien, ese hilo, ese ingenioso ardid, no ser¨ªa otra cosa que el relato literario, la forma inteligible que desvela la personal arquitectura monstruosa, al fondo de la cual se esconde el terrible constructor, con sus sue?os y obsesiones, su verdad y sus quimeras. El escritor, en fin. [...] Frente a este misterio [...] siempre me reconfort¨® recordar algo que dej¨® dicho el gran poeta, y controvertido ciudadano, Ezra Pound: El esmero en el trabajo, el cuidado de la lengua, es la ¨²nica convicci¨®n moral del escritor.
Lo suscribo, pero con la mayor cautela. Porque pienso que muchas cosas que se dicen o escriben [...] deber¨ªan a menudo merecer m¨¢s atenci¨®n y consideraci¨®n que la misma lengua en la que se expresan. Actualmente, los medios de comunicaci¨®n son tan abrumadores y omnipresentes, se siente uno tan asediado las veinticuatro horas del d¨ªa por una informaci¨®n tan apremiante, insidiosa y reiterativa, que casi no hay tiempo para la reflexi¨®n. La televisi¨®n deber¨ªa contribuir a reconocer y asumir la variedad ling¨¹¨ªstica y es de suponer que en cierta medida lo hace, pero no parece que nadie se pare a pensar en los contenidos ni en su nefasta influencia cultural y educativa. [...] Soy del parecer que m¨¢s de la mitad de lo que hoy entendemos por cultura popular proviene y se nutre de lo que no merece ser visto ni o¨ªdo en la televisi¨®n. En la lengua que sea.
Como saben ustedes, soy un catal¨¢n que escribe en lengua castellana. Yo nunca vi en ello nada anormal. Y aunque creo que la inmensa mayor¨ªa comparte mi opini¨®n, hay sin embargo qui¨¦n piensa que se trata de una anomal¨ªa, un desacuerdo entre lo que soy y represento, y lo que deber¨ªa haber sido y haber quiz¨¢ representado. [...] En todo caso [...] nunca he querido representar a nadie m¨¢s que a m¨ª mismo. [...]
La dualidad cultural y ling¨¹¨ªstica de Catalu?a, que tanto preocupa, y que en mi opini¨®n nos enriquece a todos, [...] puede que comporte efectivamente un equ¨ªvoco, un cierto desgarro cultural, pero es una terca y persistente realidad. [...]Debo hacer constar que en casa de mis padres apenas hab¨ªa una docena de libros. Antes hubo muchos en lengua catalana, seg¨²n mi madre, pero, despu¨¦s de una purga preventiva por razones de seguridad, s¨®lo quedaron dos. [...] Los dem¨¢s libros hab¨ªan sido sacrificados en una hoguera nocturna, en el jard¨ªn de una convecina [...]. Acudieron otros vecinos, todos tra¨ªan algo que pensaban deb¨ªa ser quemado. Era poco despu¨¦s de acabada la guerra, yo deb¨ªa de tener siete a?os, pero recuerdo muy bien la fogata en medio del peque?o y sombr¨ªo jard¨ªn, los libros abri¨¦ndose al calor como flores rojas, las p¨¢ginas desprendidas arrug¨¢ndose y bailando sobre la cresta de las llamas, revoloteando un instante como grandes mariposas negras. [...] Entre los que quedaron en la peque?a librer¨ªa casera, salvados porque eran en lengua castellana recuerdo cuatro o cinco t¨ªtulos: El libro de la selva, Genoveva de Brabante, Tarz¨¢n de los monos. [...]
La primera lectura completa del Quijote fue, por supuesto, una experiencia especial.[...] Siempre que he revisitado el libro, esa impresi¨®n germinal ha persistido. En el coraz¨®n del caballero chiflado que no distingue entre apariencia y realidad anida, como es bien sabido, el germen y el fundamento de la ficci¨®n moderna en todas sus variantes. [...] Quiz¨¢ [...] de un modo u otro, consciente o no de ello, he buscado en toda obra narrativa de ficci¨®n un eco, o un aroma, de ese eterno conflicto entre apariencia y realidad, que de tantas maneras se manifiesta en el transcurso de nuestras vidas.
Porque yo soy ante todo un lector de ficciones, un amante incondicional de la fabulaci¨®n. Tan adicto soy a la ficci¨®n, que a veces pienso que solamente la parte inventada, la dimensi¨®n de lo irreal o imaginado en nuestra obra, ser¨¢ capaz de mantener su estructura, de preservar alguna belleza a trav¨¦s del tiempo. [...]
Debo referirme tambi¨¦n, como complemento importante a una formaci¨®n muy precaria, al cine y a sus queridos fantasmas. [...] A lo largo de m¨¢s de tres d¨¦cadas, desde los a?os veinte hasta mediados los sesenta, antes del auge y el abuso de la tecnolog¨ªa, el cine estableci¨® con la novel¨ªstica una alianza para intercambiar formas y contenidos, palabras sabias, mitos, una sensibilidad y una est¨¦tica del gesto, y hasta unos h¨¢bitos de comportamiento. La novela asumi¨® la impronta decididamente visual de la narrativa cinematogr¨¢fica. [...]
Tambi¨¦n la memoria hist¨®rica y sus vericuetos y espejismos, un asunto tan de actualidad, podr¨ªa ser comparada a una cinta de celuloide sensible e inflamable, con su apagada voz en off [...].
Sabemos que el olvido y la desmemoria forman parte de la estrategia del vivir, tanto en la sociedad civil como en los estamentos del poder, sabemos que hablar de ello en nuestros d¨ªas conlleva para muchos, todav¨ªa, una carga de dolor y resentimiento, suspicacias y malentendidos.[...] Hay una memoria compartida, que no deber¨ªa arrogarse nadie, una memoria que fue durante a?os sojuzgada, esquilmada y manipulada. El lenguaje oficial hab¨ªa suplantado al lenguaje real. En la calle y en los papeles las palabras viv¨ªan bajo sospecha, muchas cosas parec¨ªan no tener nombre, porque nadie jam¨¢s se atrev¨ªa a nombrarlas, otras se hab¨ªan vuelto decididamente equ¨ªvocas y apenas pod¨ªa uno reconocerlas. [...]
Este desacuerdo entre apariencia y realidad [...] no tiene nada que ver con el glorioso equ¨ªvoco que propici¨® la locura y forj¨® la leyenda de don Quijote. Pero son muchas, y todas vigentes, las lecciones que ofrece la obra de Cervantes. Y as¨ª, el aprendiz de escritor tomar¨ªa buena nota de la primera y m¨¢s sencilla de todas ellas, esa que dice: Las cosas no siempre son lo que parecen. [...]
Y fue entonces, todav¨ªa en a?os de aprendizaje, cuando la imaginaci¨®n ech¨® una mirada sobre aquel expolio de la memoria, y le tendi¨® la mano. [...] Ciertamente un escritor no es nada sin imaginaci¨®n, pero tampoco sin memoria. [...] No hay literatura sin memoria. Hay que acotar nuevas parcelas de la memoria, hacer m¨¢s denso el laberinto, cuidando, pues, de dejar una traza de hilo, como hizo Teseo aquella vez, para poder volver al exterior, y contarlo. Sobre todo, en lo que a m¨ª respecta por lo menos, persistir en la b¨²squeda de algo, que nunca he sabido definir, pero que tiene que ver, por encima de cualquier otra finalidad, con alguna forma de belleza.
Extracto del discurso de recepci¨®n del Premio Cervantes. Texto ¨ªntegro aqu¨ª
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.