La res del futuro
Las tres claves de genoma de la vaca son carne, leche y conocimiento. La poblaci¨®n mundial no s¨®lo sigue creciendo, sino que est¨¢ cambiando de h¨¢bitos de consumo -demanda m¨¢s bovino y productos l¨¢cteos-, y es poco probable que renuncie a ello para preservar sus estad¨ªsticas cardiovasculares. Habr¨¢ que producir mejor carne en peores condiciones, m¨¢s leche con menos agua, m¨¢s ganado sin m¨¢s recursos para alimentarlo. Habr¨¢ que entender a fondo las enfermedades de las vacas, aunque s¨®lo sea para reducir la cantidad de antibi¨®ticos que hay que echar a los piensos. La gen¨®mica es el acelerador clave que precisan todos esos proyectos, y muchos otros.
Pero la vaca no s¨®lo interesa para comer, sino tambi¨¦n por lo que come. Verde. El est¨®mago cuatripartito de los rumiantes es una espectacular adaptaci¨®n evolutiva a esa dieta insustancial, y sus huellas en el genoma no lo son menos: duplicaciones insistentes de grandes tramos de ADN que incluyen genes esenciales para la evoluci¨®n de estos mecanismos: los de la eficacia energ¨¦tica, la grasa y el m¨²sculo, el control de la flora microbiana del intestino. Tambi¨¦n los que hacen la leche.
Todos est¨¢n en los puntos m¨¢s inestables del genoma, rodeados de virus y otros genes saltarines. As¨ª que la vaca tambi¨¦n tiene garantizado un brillante futuro en la ciencia b¨¢sica.
La hierba es pr¨¢cticamente indigerible debido a su alto contenido en celulosa. En eso se parece mucho a las partes no comestibles de los cultivos, es decir, a la mayor parte de los cultivos, que ahora resulta m¨¢s un engorro que otra cosa.
Estos residuos le?osos ser¨¢n una fuente ideal de nuevos biocombustibles -pues evitar¨¢n la siembra de cultivos espec¨ªficos para su uso energ¨¦tico-, pero s¨®lo si los cient¨ªficos logran digerir la celulosa de forma eficaz. Eso es justo lo que hacen las vacas y los microbios que viven en su est¨®mago. Un ¨¢ngulo m¨¢s de rabioso inter¨¦s.
Los escritores de ciencia ficci¨®n han tendido a acertar m¨¢s con los cacharros -el fax, el cohete, el submarino- que con la alimentaci¨®n del futuro. Los aventureros espaciales no suelen llevar ganado en sus naves. Ni siquiera suelen disponer de cocina americana en el cohete. Pero el caso es que la era de comer pastillas no acaba de llegar. El futuro no es la dieta del astronauta. El futuro es la vaca del futuro.
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