Por qu¨¦ prefiero el cine sin doblar
En varias ocasiones, en respuesta a entrevistas, he mostrado mis preferencias por las versiones originales de las pel¨ªculas frente al doblaje sistem¨¢tico al que obliga su distribuci¨®n comercial. Considero que el doblaje altera la pel¨ªcula, que no se presenta al espectador tal y como se concibi¨® o se consigui¨® llevar a cabo.
Prefiero las voces reales de los actores sea cual sea la lengua en la que se expresen. Quiero o¨ªr a Paul Newman, Meryl Streep o Daniel Day Lewis, y entiendo que la voz es una parte fundamental en la composici¨®n del personaje. Sustituida por la de otro actor, su trabajo se ve seriamente cercenado.
Desde luego que el doblaje es tan antiguo como el cine sonoro y hoy d¨ªa es pr¨¢ctica extendid¨ªsima en Espa?a, Italia o Alemania. No as¨ª en otros pa¨ªses. El franquismo ayud¨® a perpetuar el doblaje en Espa?a con una ley de 1941 copiada a la Italia de Mussolini. La norma, utilizada como instrumento de censura, prohib¨ªa el cine en cualquier lengua que no fuera el espa?ol para impedir la extensi¨®n de ideas contrarias al r¨¦gimen, fortalecer la identidad nacional e imponer el castellano sobre las otras lenguas peninsulares.
El doblaje est¨¢ tan incrustado en los c¨®digos colectivos de comunicaci¨®n en Espa?a que hasta los programas especializados de radio y televisi¨®n emiten los cortes de las pel¨ªculas ?en su versi¨®n doblada!
M¨¢s all¨¢ de estas apreciaciones hist¨®ricas y personales, se puede llegar a considerar el doblaje un arte en s¨ª mismo, fundamental para entender la historia del cine extranjero en Espa?a. Tambi¨¦n es muy ¨²til en el cine de animaci¨®n, para emitir en televisi¨®n, para aficionados ciegos y para aquellos que no quieran o puedan leer los subt¨ªtulos.
Actualmente, son las distribuidoras americanas en Espa?a, filiales de los estudios de Hollywood, quienes de ninguna manera est¨¢n dispuestas a proyectar sus ¨¦xitos en versi¨®n original, pues perder¨ªan p¨²blico. Favorecer¨ªan, por cierto, a la industria espa?ola, porque habr¨ªa m¨¢s gente dispuesta a ver pel¨ªculas espa?olas con tal de no tener que leer subt¨ªtulos.
La pel¨ªcula Transsiberian, en la que participo, fue rodada en ingl¨¦s. Al preparar su versi¨®n castellana no me dobl¨¦ porque la forma de expresi¨®n de los dobladores, al haberse especializado en la voz y hacerlo desde un estudio, es distinta a la de los actores convencionales y del sonido directo, lleno de matices e imperfecciones. La mezcla de voces dispares, grabadas en contextos tan opuestos, hubiera dado un resultado incongruente. Adem¨¢s, lo que el espectador reconoce como v¨¢lido es a lo que est¨¢ acostumbrado, que es la voz del doblador.
El p¨²blico no tiene oportunidad de elegir, porque en la mayor¨ªa de las localidades espa?olas el cine se exhibe ¨²nicamente doblado.
No estoy en contra del doblaje, sino de su distribuci¨®n masiva y aplastante. Entiendo que la mayor¨ªa de los espectadores prefieren ver las pel¨ªculas dobladas, pero de las copias que llegan a Espa?a, cabr¨ªa incluir una parte de ellas en versi¨®n original, para que pudiera proyectarse en uno y otro formato, en funci¨®n de la demanda que fuera estableci¨¦ndose para una o para otra.
As¨ª ser¨ªamos nosotros los que decidi¨¦ramos c¨®mo queremos verla. Y para que quienes consideramos que el cine es algo m¨¢s que un objeto de consumo podamos verlo con la integridad que la obra y los espectadores merecemos.
Eduardo Noriega (Santander, 1973) participa en las nuevas pel¨ªculas de Marc Recha (El petit indi) y Oskar Santos (El mar ajeno) y es uno de los protagonistas de Transsiberian, de B. Anderson. www.eduardonoriega.com.
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