La c¨¢lida trinidad y el fr¨ªo oso
Todav¨ªa estoy recuper¨¢ndome de la conmoci¨®n intelectual que me ha causado la lectura de H¨¦roes (Ediciones B), de Paul Johnson, el historiador brit¨¢nico al que la FAES deber¨ªa erigir una estatua (aunque es posible que la fundaci¨®n del PP se encuentre ideol¨®gicamente a su izquierda). Tras describir las heroicidades y haza?as de personajes como Sans¨®n, Julio C¨¦sar, Juana de Arco, Nelson, Wittgenstein o Churchill, el autor cierra su libro con un cap¨ªtulo dedicado a "la trinidad heroica que domestic¨® al oso". ?Adivinan?: pi¨¦nsenlo, no es tan dif¨ªcil. Primero de todo: ?qui¨¦n es el oso? A ver: fr¨ªo, fr¨ªo, un omn¨ªvoro que viene del fr¨ªo. Exactamente: el comunismo. Y ?qui¨¦nes compon¨ªan la trinidad que lo convirti¨® en mascota? Muy f¨¢cil: Reagan, Thatcher y Juan Pablo II. Voil¨¤. Fueron ellos los que, coordin¨¢ndose "de forma no oficial" consiguieron acabar con lo que Johnson llama maligna fuerza mundial. Y es curioso: si seguimos leyendo resulta que el mayor m¨¦rito del primero fue su sencillez: "Su secreto era fijar 3 o 4 tareas importantes y f¨¢ciles de comunicar". No importa que fuera ignorante: conectaba con la gente, sab¨ªa contar chistes (proporciona varios ejemplos) y "la mayor parte de sus convicciones proven¨ªa de las antiguas ¨¦picas de Hollywood". La dama de hierro no era ignorante, pero tambi¨¦n "cre¨ªa en 3 o 4 cosas importantes". Era, dice, "un poema en prosa de la feminidad organizada". Se nota que el historiador -que, por cierto, apoy¨® en su momento "la toma del poder" del general Pinochet- no ley¨® nunca ?Menudo reparto! (Anagrama), la estupenda novela en la que Jonathan Coe utilizaba las peripecias de una familia de oligarcas para diseccionar el Zeitgeist del thatcherismo. En Juan Pablo II se detiene menos, quiz¨¢ porque "habita la frontera entre la heroicidad y santidad, y este libro es sobre h¨¦roes, no sobre santos". En fin, que si quieren leer con m¨¢s provecho un libro reaccionario acerca de los h¨¦roes, m¨¢s vale que recurran a Carlyle, que es la fuente (no declarada) de la que bebe Johnson. Al menos era m¨¢s profundo. De nada.
Imposibles
Como se sabe, hay cosas que no pueden ser y, adem¨¢s, son imposibles. En cambio, otras son imposibles, pero pueden suceder. Un ejemplo de las primeras podr¨ªa ser la presunta sustituci¨®n del actual director general del Libro, que ha acompa?ado a tres ministros de Cultura en poco m¨¢s de cinco a?os. La posibilidad de que uno de ellos (habr¨ªa que decir "de ellas": son dos contra uno) pudiera cesarle es, sencillamente, inexistente. Se dir¨ªa que el cargo de ministro de Cultura lo lleva anejo: cuando alguien acepta la propuesta de Zapatero para hacerse cargo de los negociados de la plaza del Rey deber¨ªa saber que don Rogelio Blanco va incluido en el paquete: o lo tomas o lo dejas, son lentejas. Y es que el inquilino de Moncloa es su amigo y conf¨ªa en ¨¦l. De manera que en el milieu libresco ya hay quien lo llama cari?osamente Eliot Ness, el intocable. Digo cari?osamente porque este escritor que naci¨® hace cincuenta y seis a?os en Morriondo de Cepeda, un pueblo leon¨¦s con top¨®nimo de novela de caballer¨ªas, lleva tanto tiempo ocup¨¢ndose (primero como funcionario de a pie) de las trastiendas del libro de la quinta potencia editorial del planeta que ha terminado por ser un notable experto en ellas, lo que sin duda se agradece. Y, adem¨¢s, se lo toma en serio: s¨®lo as¨ª se explica su compromiso personal con el incremento de fondos a las bibliotecas p¨²blicas -ahora falta que alguien compruebe que se utilizan bien-, o con las ayudas para los libros de "dif¨ªcil comercializaci¨®n", o su desvivirse por la futura Ley de Archivos. El se?or Blanco es, adem¨¢s, alguien que sabe escuchar. Lo que tambi¨¦n es de agradecer, dadas las caracter¨ªsticas de la tropa con la que tiene que lidiar: desde los editores y los libreros territorializados hasta los escritores con superego kilom¨¦trico, pasando por funcionarios a veces remisos a que les toquen su parcelita bibliotecaria. Y sin olvidar a sus ministros, que tambi¨¦n tendr¨¢n sus cosas (?o no?). De manera que felicidades por su tercer re-nacimiento, se?or Blanco. Bueno, y volviendo al principio: acerca de lo que (ahora) es imposible pero qui¨¦n sabe, quiz¨¢s alg¨²n d¨ªa, por qu¨¦ no, trata F¨ªsica de lo imposible (Debate), de Michio Kaku, un conspicuo f¨ªsico te¨®rico que escribe con conocimiento de causa (y habilidad para hacerse entender) acerca de la futura posibilidad (o no) de lo que llama imposibilidades de clase 1 ("las que no violan las leyes de la f¨ªsica conocidas", como el teletransporte o la invisibilidad), de las de clase 2 ("tecnolog¨ªas situadas en el l¨ªmite de nuestra comprensi¨®n", como las m¨¢quinas del tiempo), y de las de clase 3 ("tecnolog¨ªas que violan las leyes de la f¨ªsica conocidas", como las m¨¢quinas del movimiento perpetuo). Lo que es materia de la ciencia-ficci¨®n, es ahora re-examinado desde el momento actual de la f¨ªsica, lo que no deja de dar esperanza a mis fantas¨ªas. Imag¨ªnense de lo que podr¨ªa enterarme si me volviera invisible (como Claude Rains en El hombre invisible, 1933) y pudiera teletransportarme (como Jeff Goldblum en La mosca, 1986) hasta el Ministerio de Cultura. Y sin tener que recurrir a mis topos, ¨²ltimamente muy reivindicativos.
Mafia
Recuerdo que la primera vez que o¨ª hablar de la matanza de Portella della Ginestra fue en la pel¨ªcula de Francesco Rosi Salvatore Giuliano (1962), de la que, por cierto, nunca he podido encontrar una versi¨®n en DVD. El Primero de Mayo de 1947, y para conmemorar la fiesta reivindicativa del trabajo, prohibida como tal durante el fascismo, un grupo de 2.000 personas march¨® hacia el valle de dicho nombre, no lejos de Palermo. Se manifestaban contra el latifundismo y a favor de la ocupaci¨®n de tierras abandonadas. Y se sent¨ªan contentos porque, contra todo pron¨®stico, una coalici¨®n de izquierdas socialista-comunista hab¨ªa ganado las elecciones regionales sicilianas. Cuando estaban llegando a su destino, sonaron r¨¢fagas de ametralladora desde las colinas cercanas. En Portella della Ginestra quedaron los cad¨¢veres de una docena de manifestantes, adem¨¢s de muchos heridos. Los responsables materiales de la matanza fueron los hombres de Salvatore Giuliano, un bandido independentista -para algunos una especie de Robin Hood siciliano- con el que hab¨ªan contactado sucesivamente los servicios secretos norteamericanos, los terratenientes y la Mafia: todos los que tem¨ªan el ascenso de la izquierda en la posguerra. Nunca se pudo probar la autor¨ªa intelectual de la masacre: Giuliano fue asesinado, y su asesino envenenado en la c¨¢rcel con un caf¨¦ edulcorado con estricnina. He recordado la pel¨ªcula -paisajes austeros y desolados subrayados por el sonido sordo y obsesivo de los scacciapensieri- mientras le¨ªa La honorable sociedad (Alba), de Norman Lewis, un libro ya cl¨¢sico (es de 1951) sobre la Mafia y sus or¨ªgenes. Si les gustan los estupendos travelogues del autor (que, por cierto, fue esp¨ªa antes que escritor, como Le Carr¨¦), no se lo pierdan.
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