"N¨¢poles transmite una educaci¨®n sentimental nerviosa"
Erri de Luca es un tipo misterioso. Tiene cara de lord ingl¨¦s, pero es napolitano y viste como un agricultor. Traduce obras del hebreo antiguo y del yiddish, pero asegura que tampoco es jud¨ªo y que lo aprendi¨® para leer la poes¨ªa de primera mano. Su cara de no haber roto un plato encubre un pasado agitado y comunista: fue militante revolucionario en Lotta Continua, y dice no arrepentirse en absoluto de haber vivido "el tiempo en que los obreros follaban". Sus manos enormes y curtidas remontan tambi¨¦n a ese momento: ¨¦l mismo fue obrero en Fiat (montaba motores de camiones), y alba?il, aunque sostiene que lleg¨® tarde a la fiesta.
Hoy, a los 58 a?os, De Luca es un escritor, poeta y cuentista fuera de normas y etiquetas con t¨ªtulos como Aqu¨ª no, ahora no y Montedidio. Alpinista ocasional, vive en el campo, cerca del lago de Bracciano, a 50 kil¨®metros de Roma. Su ¨²ltima novela encabeza la lista de los libros m¨¢s vendidos del pa¨ªs. Es El d¨ªa antes de la felicidad (Siruela). Es un relato sencillo y po¨¦tico, con toques de historia y de humor napolitanos. Narra la educaci¨®n sentimental de un joven hu¨¦rfano, que crece en los a?os sesenta protegido por un portero de finca. Don Gaetano, sabio y memorioso, le explica c¨®mo escondi¨® a un jud¨ªo durante la ocupaci¨®n nazi, c¨®mo fue la revuelta y la liberaci¨®n. Mientras le escucha, el h¨¦roe va forj¨¢ndose un car¨¢cter; el amor y el futuro los encontrar¨¢ lejos.
"En N¨¢poles no gustan los h¨¦roes. Siempre reducimos las historias heroicas, las deformamos, les quitamos importancia"
La protagonista es N¨¢poles, ciudad de la que De Luca se larg¨® a los 18 a?os. Hoy ha bajado a Roma, y llega antes de la hora a su caf¨¦ preferido de Piazza del Poppolo.
PREGUNTA. ?Se siente italiano o napolitano?
R. Como escritor y hablante, vivo en la lengua italiana. La lengua italiana es mi patria, pero no tengo sentimientos patri¨®ticos respecto a mi pa¨ªs. Si suena el himno no se me acelera el pulso, con la bandera tampoco. Pero la lengua me gusta. Nac¨ª y crec¨ª en napolitano y me convert¨ª en un escritor en italiano. No soy un escritor italiano, sino en italiano. Acab¨¦ dentro de la lengua de mi padre.
P. ?Cambi¨® de patria?
R. De lengua. Mi padre pretend¨ªa que en casa habl¨¢semos italiano sin acento. La mamma hablaba en napolitano. Ella era el lugar, era N¨¢poles.
P. S¨¦ que muri¨® hace unos d¨ªas y viv¨ªa con usted. ?Ten¨ªan buena relaci¨®n?
R. Una relaci¨®n tard¨ªa, adulta, pero buena, fuerte. Vinieron los dos a vivir conmigo porque no les llegaba el dinero.
P. ?C¨®mo era N¨¢poles cuando se fue?
R. Una ciudad del sur del mundo. Ten¨ªa la m¨¢s alta mortalidad infantil y la m¨¢s alta densidad de Europa, viv¨ªamos apezu?ados. Era una ciudad tomada por los americanos, la sede de la VI Flota, y estaba siempre abierta y vendida para las salidas de los miles de militares americanos, que eran la mayor fuente de renta. Vendida porque, si comet¨ªan un delito, respond¨ªan ante sus jueces militares. Era una ciudad entregada. Se parec¨ªa a Manila, a Saig¨®n...
P. Una colonia...
R. Con toda la ilegalidad secundaria que eso comporta. Era el mayor burdel del Mediterr¨¢neo y el centro del contrabando europeo. Hoy es uno m¨¢s entre tantos matices del norte, aunque sigue siendo una ciudad poco italiana, m¨¢s bien espa?ola. Los espa?oles estuvieron mucho tiempo y se hicieron napolitanos. Los reyes que triunfaban hablaban el dialecto. N¨¢poles es an¨¢rquica y mon¨¢rquica. Siempre le gust¨® tener un rey para los domingos. Los otros seis d¨ªas le gusta estar a su aire y que el rey deje hacer.
P. ?La Camorra es espa?ola o americana?
R. La palabra es espa?ola, la pr¨¢ctica es toda nuestra. Nada que ver con la Mafia, no tiene unidad de mando. Son 200 familias que se reparten el terreno en peque?os trozos, en permanente bronca entre ellas. Por eso es ingobernable. Exist¨ªa con los espa?oles, se adapt¨® a los americanos, y cuando se fueron los americanos se volvi¨® a adaptar.
P. ?Qui¨¦n le cont¨® la ocupaci¨®n nazi?
R. Mi madre. La historia la contaban las mujeres porque los hombres o estaban en el frente o en la c¨¢rcel o emboscados. N¨¢poles fue la ciudad m¨¢s bombardeada de Italia. En ese momento en que se preparaba la batalla militar entre los alemanes y los norteamericanos surgi¨® la insurrecci¨®n, por pura acumulaci¨®n de tensi¨®n. Fue una mezcla de peque?as historias.
P. ?Alguna heroica?
R. En N¨¢poles no gustan los h¨¦roes. Siempre reducimos las historias heroicas, las deformamos, les quitamos importancia. Fue una combinaci¨®n de miedo, cotilleos y cosas c¨®micas. Todo junto les hizo vencer.
P. ?Por qu¨¦ cont¨® la historia a trav¨¦s de Don Gaetano?
R. Porque uno escucha a las mujeres pero aprende de los hombres. Las mujeres son la fuente de informaci¨®n, pero la herencia es un acto masculino, paterno. Es el padre el que transmite y entrega la pertenencia a un lugar. A trav¨¦s de ese relato masculino el chico se da cuenta de no ser un hu¨¦rfano sino el hijo de una ciudad de la que debe aprender a marcharse.
P. ?N¨¢poles es padre o madre?
R. En mi caso fue una ciudad-causa. Fui consecuencia de ella, me transmiti¨® una precisa educaci¨®n sentimental nerviosa. Aprend¨ª los sentimientos constitutivos del hombre, la c¨®lera, la compasi¨®n y la verg¨¹enza. Y me templ¨® el sistema nervioso una octava por encima de lo normal. En eso N¨¢poles se parece a Jerusal¨¦n. Tiene esa misma tensi¨®n nerviosa. Disimula, no quiere escrutarte, finge ignorarte, pero en realidad te percibe con todos los dem¨¢s sentidos, con el olfato, las orejas, la vibraci¨®n del cuerpo...
P. ?Sinti¨® pena al irse?
R. Me despegu¨¦ como pude. Ten¨ªa encima una mole que me expulsaba. Me arranqu¨¦ como un diente de una enc¨ªa. Luego no pude reimplantarme en ning¨²n sitio. Cuando me fui supe que no volver¨ªa, pero all¨ª no pod¨ªa seguir. Estaba solo. Luego encontr¨¦ a mi generaci¨®n en la calle, rebelde primero y revolucionaria despu¨¦s, y ah¨ª sent¨ª otra pertenencia, en vez de a un lugar, al tiempo. Soy un producto del tiempo, del 900.
P. Y de la revoluci¨®n fallida.
R. Fui revolucionario a tiempo completo todo el decenio de los setenta. Milit¨¦ en Lotta Continua hasta 1976, y cuando acab¨® me hice obrero y segu¨ª solo. Fue la herencia del tiempo, y hoy lo veo con lealtad. No me gusta la nostalgia, pero soy leal con las razones de aquel tiempo. Pienso que aquel hombre joven que fui reconocer¨ªa en m¨ª a la continuaci¨®n de s¨ª mismo. Quiero pensarlo.
P. ?Hizo la cosa justa?
R. Cuando las cosas hay que hacerlas, justo o injusto, no hay elecci¨®n.
P. Pero no tomaron el poder.
R. Era una revoluci¨®n rara. Era m¨¢s cuesti¨®n de entorpecer al poder y hacer crecer a la sociedad. No fue in¨²til. Fue necesario, y dio resultados. No en las vidas personales, ah¨ª lo pagamos caro porque fuimos la generaci¨®n m¨¢s encarcelada de la historia, incluida la que vivi¨® el fascismo.
P. ?Usted hizo c¨¢rcel?
R. Poca y muy temprano, en 1968 o 1969.
P. ?Y lucha armada?
R. Prefiero no contestar. Pero toda revoluci¨®n prev¨¦ recurrir a las armas.
P. ?Defiende todav¨ªa el 68?
R. La historia la escriben los vencedores, no los condenados. El 68 fue s¨®lo el momento de la salida, la campana que sac¨® a los estudiantes de clase. Era el periodo en que los obreros follaban. Ser obrero era una posici¨®n social de prestigio. Eran un punto de referencia. La vanguardia. Ten¨ªan poder y encanto.
P. ?Usted foll¨® mucho?
R. Yo no, me hice obrero tarde. Y entonces no ten¨ªamos derecho al amor, el amor era... un pretexto para retirarse.
P. ?Fue una guerra civil?
R. No desde el punto de vista de las p¨¦rdidas pero s¨ª de las condenas: 5.000 condenados por banda armada. No exist¨ªa la responsabilidad individual. Por eso esa generaci¨®n hizo los hijos muy tarde. Yo ni eso, porque soy est¨¦ril como un mulo. Muchos compa?eros m¨ªos se mataron con la hero¨ªna para ajustar cuentas r¨¢pido. Y unos pocos se hicieron periodistas o cambiaron de chaqueta.
P. ?Usted ajust¨® las cuentas?
R. Hay todav¨ªa prisioneros, las cuentas s¨®lo est¨¢n suspendidas.
P. ?Y no piensa que Berlusconi es en parte consecuencia de esa lucha?
R. No, es la alegre consecuencia de que hemos pasado de ser un pa¨ªs de emigrantes a un pa¨ªs de propietarios de casas, primera y segunda. Italia es un pa¨ªs de nuevos ricos, con todos los tics del nuevo rico. Por eso elige como primer ministro al m¨¢s rico, como presidente de la Rep¨²blica, a un ex dirigente del Banco de Italia, y como opositor, a un profesor de econom¨ªa. Italia ha idolatrado la econom¨ªa, s¨®lo piensa en el dinero. Es como Suiza, pero con m¨¢s gente.
El d¨ªa antes de la felicidad. Erri de Luca. Traducci¨®n de Carlos Gumpert. Siruela. Madrid, 2009. 132 p¨¢ginas. 13,90 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.