Cirilo Aranda, impulsor de las noches madrile?as
?Qui¨¦n que durante estos 30 ¨²ltimos a?os haya vivido la noche madrile?a no conoci¨® a Cirilo Aranda? Imposible, porque Cirilo Aranda fue, desde la muerte de Franco hasta su propia muerte, impulsor, testigo y protagonista de lo que ocurr¨ªa en Madrid en esas horas en que la realidad se va a la cama y las quimeras se hacen totalmente reales.
Por aquellos d¨ªas en que Madrid comenzaba a quitarse las lega?as de 40 a?os de represi¨®n, Cirilo Aranda abandon¨® el bar paterno del barrio de la Concepci¨®n, el Mes¨®n de La Rueda, y con la determinaci¨®n e insolencia tan usuales de entonces, se asent¨® en el Tito's de Conde de Xiquena y pronto se convirti¨® en el tutor nocturno de periodistas, arquitectos, feministas, futuros diputados y senadores y de cuantos acud¨ªan a aquel islote de acracia y tolerancia en aquellos a?os tan hermosos y trascendentales.
Y luego fue La Aurora, porque, para Cirilo, a las copas hab¨ªa que darles siempre un sentido y un contenido: mojitos y margaritas con m¨²sica de Javier Krahe, Sabina, Paco Clavel y Wyoming con su Reverendo mientras cada martes Almod¨®var proyectaba sus cortos mudos que ¨¦l mismo se encargaba de narrar en directo.
Pilar Est¨¦banez, Moncho Gir¨¢ldez y Javier Estrella eran los socios de aquel m¨ªtico local en el que semanalmente Rafael S¨¢nchez Ferlosio y Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo, reci¨¦n regresado de su exilio parisiense, hablaban de filosof¨ªa mientras Isabel Escudero se ocupaba de las Tertulias del Amor.
Pero la Transici¨®n dur¨® poco porque pronto llegaron los ochenta y Cirilo Aranda fue de los primeros en darse cuenta de que el pa¨ªs hab¨ªa cambiado m¨¢s en cinco a?os que en los 50 anteriores y cre¨® un templo para la movida que se avecinaba: La V¨ªa L¨¢ctea, la sacralizaci¨®n de Malasa?a.
Fue un local que polariz¨® todo el sentido l¨²dico de la ¨¦poca y en el que uno se encontraba a diario a Jorge Berlanga, Alberto Garc¨ªa Alix, Blanca Ur¨ªa, Eduardo Haro Ibarz, Ricardo Franco, Pilar Pini¨¦s, Josechu San Mateo, Carmela Clavero... nombres de leyenda.
Pero sus inquietudes no se agotaron con el centro neur¨¢lgico de la movida. Luego vendr¨ªa el Caf¨¦ de la Villa con sus noches de salsa y m¨²sica ¨¦tnica. La vida nocturna, o noct¨¢mbula, como meta: del pub de Santa B¨¢rbara al Junco, del Junco a Bocaccio, de Bocaccio... 30 a?os de bares, ?qu¨¦ lugares!
Han sido 30 a?os de noches llenas de whiskys, tabaco y mujeres (nunca de una en una). Treinta a?os de noches de un hombre tranquilo que jam¨¢s protagoniz¨® una bronca ni una pelea a pesar de los ambientes en los que se movi¨®. Treinta a?os de noches en los que mostrar su generosidad y¨¦ndose a dormir a un hotel para prestar su apartamento a alguien que lo necesitaba.
Todos los que le conocimos no dudamos en afirmar que en estos ¨²ltimos 30 a?os no tuvo la noche madrile?a compa?ero m¨¢s fiel, generoso, legal, espl¨¦ndido y solidario que este Cirilo Aranda que se nos acaba de ir.
(Sus amigos han organizado un homenaje a su memoria que se celebrar¨¢ el martes 28 de abril, a las 20.30, en La V¨ªa L¨¢ctea).
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