Construir Somalia
Una conferencia de donantes auspiciada por la ONU ha prometido 156 millones de euros en un a?o, Europa la mitad de ellos, para financiar la fuerza africana que intenta mantener desde 2006 alguna apariencia de paz en Somalia y poner en pie un embri¨®n de polic¨ªa. El descompuesto pa¨ªs del Cuerno de ?frica -y vivero del islamismo m¨¢s radical- no ha existido para la comunidad internacional durante muchos a?os. Si ahora es diferente, se debe a que la desatada pirater¨ªa en sus costas compromete seriamente la seguridad y los intereses comerciales de los 20.000 barcos que transitan cada a?o por el golfo de Ad¨¦n, una de las rutas m¨¢s concurridas del mundo.
La ayuda, aunque se desembolse a tiempo y se emplee con improbable atino por el nuevo Gobierno somal¨ª, fruto de un reciente acuerdo entre grupos isl¨¢micos que guerrean entre s¨ª desde hace a?os, no servir¨¢ para acabar con un fen¨®meno en auge que en los ¨²ltimos d¨ªas ha obligado a utilizar procedimientos de guerra a nav¨ªos estadounidenses y franceses. Pese al despliegue de una simb¨®lica fuerza internacional para casi tres millones de kil¨®metros cuadrados, los forajidos, cada vez m¨¢s resueltos y mejor equipados con el producto de rescates millonarios, retienen a una veintena de barcos y a centenares de tripulantes.
Somalia es un territorio fallido y sin ley, indigente y a merced de sus feudales bandos armados, al que Naciones Unidas teme enviar una misi¨®n de paz. Lo que el pa¨ªs necesita es un Gobierno digno de tal nombre -el actual apenas manda en la capital-, que controle paulatinamente su territorio y sus aguas. La ayuda prometida en Bruselas, por bienvenida que sea, no va a poner en pie a corto plazo un Estado respetuoso con las leyes internacionales y con el monopolio de la fuerza. El problema de la violenta pirater¨ªa en aguas somal¨ªes -3.000 kil¨®metros de costa- es, por el momento, un tema de seguridad internacional. Y as¨ª debe ser tratado.
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