Las tropas moras en la Guerra Civil
El uso de mercenarios locales era com¨²n en las colonias. As¨ª, unos 80.000 marroqu¨ªes combatieron entre 1936 y 1939 en las filas de Franco. Eran voluntarios que buscaban un ganap¨¢n para s¨ª y sus familias
La participaci¨®n de tropas marroqu¨ªes en el Ej¨¦rcito de Franco durante la Guerra Civil de Espa?a entre 1936 y 1939 ha sido quiz¨¢ uno de los factores que m¨¢s ha contribuido a reavivar y a enraizar la imagen, ya negativa, del moro en la memoria colectiva de los espa?oles.
Desde la distancia del tiempo transcurrido para poder examinar los hechos objetivamente, algunos historiadores los hemos abordado, interesados, entre otras cosas, por comprender las razones que empujaron a miles de marroqu¨ªes a enrolarse para combatir en una contienda que les era ajena, y conocer mejor el papel que en ella desempe?aron.
Lo primero de todo, conviene insistir en el hecho de que, contrariamente a lo que algunos sostienen hoy en Marruecos, los alistamientos no fueron forzosos, sino voluntarios, como lo son siempre en todo ej¨¦rcito los de soldados mercenarios.
Es absurdo equiparar legalmente a esta gente con las v¨ªctimas de la represi¨®n franquista
Influyeron el hambre y una cierta predicaci¨®n de guerra santa contra el republicano infiel
Las causas que mov¨ªan a los rife?os o a otros marroqu¨ªes a alistarse tanto en el Ej¨¦rcito espa?ol como en el franc¨¦s eran fundamentalmente econ¨®micas. Varios a?os seguidos de malas cosechas tra¨ªan consigo hambre y miseria. ?ste fue el caso de los a?os anteriores a 1936 y de los primeros a?os de la guerra, especialmente 1937.
Si estas condiciones eran ya de por s¨ª favorables al reclutamiento de miles de soldados para las filas de Franco, los ca¨ªdes, siguiendo instrucciones de los mandos militares espa?oles que controlaban f¨¦rreamente el territorio o para hacer m¨¦ritos ante ¨¦stos, llevaban a cabo una activa propaganda entre los cabile?os, centrada principalmente en la guerra santa de Franco contra el infiel, en este caso el rojo, y el imperioso deber sagrado de ayudarle en su lucha por librar tanto a Espa?a como a Marruecos de los sin Dios.
Al principio de la guerra fueron miles los que acudieron entusiasmados a alistarse para venir a luchar a Espa?a. Se calcula que el n¨²mero de los reclutados en los tres a?os de guerra podr¨ªa ascender a unos 80.000, seg¨²n las fuentes oficiales m¨¢s fiables (Delegaci¨®n de Asuntos Ind¨ªgenas, en Tetu¨¢n). S¨ª es muy cierto que el entusiasmo de los primeros meses fue decayendo con el tiempo, que entre ellos empez¨® a cundir el hast¨ªo y que se dieron casos de resistencia a los reclutamientos en masa, calificar ¨¦stos de forzosos ser¨ªa impropio.
No hay que olvidar que la creaci¨®n de fuerzas integradas por soldados nativos era pr¨¢ctica com¨²n en los pa¨ªses europeos con colonias. Francia las hab¨ªa creado ya desde la conquista de Argelia en 1830 -spahis, tiradores y gums-, al igual que Inglaterra en la India y en otras regiones de su inmenso imperio.
En cuanto a Espa?a, las llamadas fuerzas Regulares ind¨ªgenas, es decir, las integradas por soldados marroqu¨ªes, fueron creadas en el a?o 1911, con la intenci¨®n sobre todo de ahorrar vidas de soldados espa?oles en las cruentas guerras coloniales de Marruecos. Eran fuerzas de choque que, junto con la Legi¨®n, creada en 1920, desempe?aron un importante papel en el aplastamiento de la resistencia rife?a de la d¨¦cada de los a?os veinte del pasado siglo, liderada por Abd-el-Krim El Jatabi.
Importante fue tambi¨¦n su papel en la Guerra Civil de Espa?a, sobre todo en los primeros meses, en los que, imparables, avanzaron sembrando el terror en pueblos y aldeas y arrasando todo a su paso, con los m¨¦todos propios de la guerra colonial utilizados por las fuerzas de choque en Marruecos.
No fue menos importante su participaci¨®n en otras contiendas en los campos de batalla europeos. Miles de soldados norteafricanos -argelinos, tunecinos y marroqu¨ªes- lucharon integrados en el Ej¨¦rcito franc¨¦s en las dos guerras mundiales. Marroqu¨ªes, fueron unos 40.000 en la primera; en torno a 80.000 en la segunda, m¨¢s o menos el mismo n¨²mero que los que lucharon en la guerra de Espa?a. Dudo mucho que fueran forzados a enrolarse. Otra cosa es que lo hicieran obligados por la miseria y las precarias condiciones de vida. En el caso del Rif, no olvidemos que all¨ª las hambrunas eran peri¨®dicas.
Hablar hoy, como hacen algunos, de violaciones de derechos humanos cometidos con los soldados marroqu¨ªes por haber sido supuestamente enrolados "por la fuerza", o pretender que la Ley de la Memoria Hist¨®rica y el Auto del juez Garz¨®n se apliquen a los marroqu¨ªes que lucharon en la Guerra Civil en las filas franquistas, carecen totalmente de fundamento.
La llamada Ley de la Memoria Hist¨®rica y el auto del juez Baltasar Garz¨®n se aplican a las v¨ªctimas de la Guerra Civil y de la represi¨®n franquista, entendiendo por tales a las personas que fueron asesinadas y arrojadas a fosas comunes, y no a los soldados, ya fueran espa?oles, marroqu¨ªes o de cualquier otra nacionalidad, que murieron en el frente en acci¨®n de guerra.
Adem¨¢s de estos falsos planteamientos, convendr¨ªa asimismo, en lo que respecta al n¨²mero de los soldados marroqu¨ªes reclutados, abstenerse de avanzar cifras totalmente disparatadas, como la de 800.000, lo que equivaldr¨ªa a m¨¢s de lo que era entonces toda la poblaci¨®n de la zona del protectorado espa?ol, o de afirmar que unos 9.000 de los marroqu¨ªes reclutados eran ni?os menores de 12 a?os. Todo ello sin basarse en ninguna fuente fiable y ¨²nicamente en lo que se cuenta de o¨ªdas.
Soy la primera en considerar que espa?oles y marroqu¨ªes no s¨®lo no debemos ignorar nuestra historia com¨²n, sino que, por el contrario, debemos conocerla mejor y asumirla sin prejuicios, pero ello ha de ser sobre la base de investigaciones s¨®lidamente fundamentadas en fuentes fiables, y no de elucubraciones carentes de todo rigor cient¨ªfico.
No es posible hacer determinadas afirmaciones sin haber jam¨¢s puesto los pies en un archivo. Las fuentes orales tienen, sin duda, valor humano como testimonios del pensar y el sentir de los ex combatientes marroqu¨ªes, pero los datos objetivos que aporten deben ser contrastados con fuentes documentales fiables.
Es falso que los archivos espa?oles est¨¦n cerrados, particularmente los que guardan documentaci¨®n sobre Marruecos. Est¨¢n abiertos y son de libre acceso al p¨²blico, no s¨®lo los civiles, como el Archivo General de la Administraci¨®n (AGA), que contiene toda la documentaci¨®n relativa al Protectorado espa?ol en Marruecos, sino tambi¨¦n los militares.
En aras del buen entendimiento y la amistad entre espa?oles y marroqu¨ªes, que siempre he defendido, debemos evitar una instrumentalizaci¨®n de la historia, que lleve a tergiversarla o hasta reinventarla, con el fin de acomodarla a intereses ajenos a la b¨²squeda de la verdad hist¨®rica.
Es muy cierto, como dice el documental del realizador melillense Driss Deiback, Los perdedores, en el que particip¨¦, que la paga que cobran hoy los ex combatientes marroqu¨ªes de la guerra de Espa?a es una miseria. Pero conviene especificar que las ¨ªnfimas pensiones que perciben los pocos que a¨²n quedan con vida fueron fijadas por el r¨¦gimen de Franco, como tambi¨¦n el que ¨¦ste consider¨® que su se?alamiento constitu¨ªa un "acto definitivo y no revisable". Dicho esto, pienso que ser¨ªa justo que cobraran la misma pensi¨®n que los militares espa?oles del Ej¨¦rcito franquista, seg¨²n el grado.
Por ¨²ltimo, una cosa es tratar de explicar hist¨®ricamente, y de comprender desde el punto de vista humano, lo que llev¨® a miles de marroqu¨ªes a enrolarse en las filas franquistas; otra, hacer de ellos unas v¨ªctimas de aquel r¨¦gimen. En todo caso, fueron v¨ªctimas de una situaci¨®n colonial, lo mismo que tambi¨¦n lo fueron los miles de soldados espa?oles que cayeron en los campos de ?frica en guerras que tampoco eran las suyas.
Mar¨ªa Rosa de Madariaga es historiadora y autora del libro Los moros que trajo Franco. La intervenci¨®n de tropas coloniales en la guerra civil, Mart¨ªnez Roca (primera edici¨®n, 2002), RBA (segunda edici¨®n, 2006).
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