Conectar con los m¨¢s Peque?os
Cuando mi hija empezaba a leer, un d¨ªa, libro en mano, me pregunt¨®:
-Pap¨¢, ?qu¨¦ es generoso?
Se lo intent¨¦ explicar lo mejor que pude. Le cont¨¦ que ser generoso consiste en dar a los dem¨¢s, en compartir las cosas, en no quererlo todo para ti?
-?Lo has entendido? -le pregunt¨¦.
Al tiempo que corr¨ªa por el pasillo hacia su habitaci¨®n, o¨ª que me contestaba:
-Creo que s¨ª.
Pasaron algunas semanas, y una tarde me volvi¨® a preguntar:
-Pap¨¢, ?qu¨¦ era lo de generoso?
Batalla perdida, pens¨¦. Quiz¨¢ lo hab¨ªa entendido en su momento, pero evidentemente no lo hab¨ªa interiorizado, y por ello ya no lo recordaba. Prob¨¦ con otra estrategia: en lugar de insistir con mis explicaciones, le cont¨¦ una historia. Un ejemplo de generosidad de una persona muy cercana a ella: su abuela. Escuch¨® atentamente mi relato con los ojos abiertos como platos y con una gran sonrisa en sus labios. Yo not¨¦ que esta vez algo se estaba moviendo dentro de ella.
"Cuando explicamos historias a los ni?os, adem¨¢s de ense?arles alg¨²n concepto, establecemos un fuerte v¨ªnculo afectivo"
Algunos meses m¨¢s tarde, volviendo de la escuela me dijo:
-?Sabes, pap¨¢?, hoy en el cole hemos hablado de lo de ser generoso. Y yo les he dicho: "Como mi abuela".
Ahora estaba seguro: no s¨®lo lo hab¨ªa entendido, sino que probablemente lo recordar¨ªa para siempre.
Conectando con los ni?os.
"La distancia m¨¢s corta entre el hombre y la verdad es un cuento"
(Anthony de Mello)
Como adultos, estamos acostumbrados a comunicarnos mediante explicaciones conceptuales. Un c¨®digo de comunicaci¨®n que compartimos y que permite que nos entendamos perfectamente entre nosotros. Lo utilizamos cuando nos comunicamos entre adultos y, por extensi¨®n, lo utilizamos tambi¨¦n con los ni?os. Pero la mente infantil es poco receptiva a este c¨®digo. A los ni?os les cuesta entrar en el significado de los conceptos, y aunque los pueden entender, dif¨ªcilmente los recuerdan por mucho tiempo. Las explicaciones conceptuales calan muy poco en sus mentes infantiles, y les llegan muy poco. Por eso nos parece que tenemos que repetirles doscientas veces las cosas para que las asimilen, cuando lo que ocurre es que no les interesa lo que les contamos. Y es que sin darnos cuenta, les hablamos en un c¨®digo de adultos que los adultos entienden y comparten, pero que a ellos les es completamente ajeno.
Pero comunicarnos con los m¨¢s peque?os no es dif¨ªcil. Exige solamente un cambio de c¨®digo. Hemos de abandonar las explicaciones conceptuales y cambiarlas por la narraci¨®n simb¨®lica, es decir, las historias, los cuentos, las met¨¢foras, las vivencias, o cualquier otro recurso narrativo que se nos ocurra.
Podemos explicarle a un ni?o veinte veces la necesidad de comer verduras. Ni le interesar¨¢ ni lo comprender¨¢ realmente. Pero una buena historia, con un h¨¦roe alimentado de verduras (al m¨¢s puro estilo de Popeye y sus espinacas), le transmitir¨¢ perfectamente la idea, y no lo olvidar¨¢ f¨¢cilmente.
El poder de las historias
"La mente es una criatura metaf¨®rica" (Michael A. Arbib)
La mente de los ni?os es especialmente sensible a la fantas¨ªa. Y lo que es m¨¢s importante, como son muy listos, son perfectamente capaces de conectar esta fantas¨ªa a su vida real aprendiendo de las historias.
Las historias comunican mucho m¨¢s que las meras explicaciones. En primer lugar, porque el ni?o las visualiza, las imagina, las vive. Las hace suyas, atesor¨¢ndolas y fij¨¢ndolas en la memoria. En segundo lugar, porque conectan con sus experiencias y con todo lo que ocurre a su alrededor. El ni?o le da significado a la historia estableciendo precisos paralelismos con su vida. Las historias conectan con vivencias y realidades que son ¨²nicas e individuales de cada ni?o que las recibe. Y en tercer lugar, porque las historias mueven emociones, cosa que dif¨ªcilmente hace una mera explicaci¨®n. Mover sentimientos es una clave esencial para fijar el recuerdo. No s¨®lo en los ni?os, tambi¨¦n en los adultos, las cosas que s¨®lo se entienden, se olvidan. Las que adem¨¢s se sienten, se recuerdan para siempre.
C¨®mo educar y transmitir valores
"Los cuentos son para los ni?os una par¨¢bola de la vida"
(doctor Eduard Estivill)
Los ni?os se encuentran inmersos en pleno proceso de desarrollo de su personalidad. Es un momento crucial para que entiendan el significado de determinados valores y para que den sentido a sus comportamientos. Es una etapa en la que necesitan informaci¨®n y quieren comprender el significado de muchas cosas que ocurren a su alrededor. Nosotros, como adultos, tambi¨¦n nos vemos en la necesidad de explicarles muchas cosas que no son f¨¢ciles de explicar.
La separaci¨®n de los padres de un amigo, la llegada al mundo de un nuevo hermano, un compa?ero de clase que viene de un pa¨ªs lejano y no habla nuestro idioma, la muerte de un abuelo? Hay mil cosas que vamos a tener que explicar a los ni?os porque son situaciones que ya est¨¢n viviendo o que un d¨ªa les tocar¨¢ vivir.
A veces no sabemos ni c¨®mo ponernos a ello. Sin embargo, es mucho m¨¢s f¨¢cil de lo que parece. Tenemos que atender a su l¨®gica. Los ni?os son extremadamente listos. Y tienen una l¨®gica aplastante. El primer d¨ªa que fuimos a esquiar, mi hijo de cuatro a?os andaba buscando la tele del telesilla: "?Los telesillas no son sillas con tele?", me pregunt¨®.
No caiga en la tentaci¨®n de explicarle que tele significa lejos, que televisi¨®n es una visi¨®n remota o que telesilla son sillas que te permiten cubrir una cierta distancia. Conecte con su l¨®gica y m¨¦tase de lleno en su fantas¨ªa. Es usted quien ha de ir a su mundo, no traerlos a ellos al nuestro? Todav¨ªa?
Nos basta con buscar, o inventar, una buena historia. Una historia que haga que el ni?o se meta en la situaci¨®n que le queremos contar. Que la viva en su imaginaci¨®n y la llene de fantas¨ªa. Si lo hacemos as¨ª, nos daremos cuenta de que las preguntas vienen solas e inmediatamente al t¨¦rmino de nuestro relato, prueba de que la historia ha despertado en el ni?o lo que ten¨ªa que despertar.
Van a continuaci¨®n tres estrategias para conseguir de los ni?os lo que tanto nos cuesta aplicando nuestro esquema:
Cuentos para transmitir afecto. Cuando explicamos historias a los m¨¢s peque?os, adem¨¢s de educarles o ense?arles alg¨²n concepto (si la historia est¨¢ pensada para ello), obtenemos un beneficio adicional: establecemos un fuerte v¨ªnculo de afectividad. A trav¨¦s de un cuento compartimos con el ni?o un espacio de fantas¨ªa que ¨¦l aprecia y valora especialmente. Y de alguna manera, nosotros mismos acabamos siendo parte de la historia. Porque el cuento tendr¨¢ los matices y la fuerza que le demos a trav¨¦s de nuestra entonaci¨®n, de nuestra particular manera de contarlo. Eso genera mucha complicidad con los peque?os, que querr¨¢n que les repitamos el cuento una y otra vez, exactamente con las mismas palabras, con las mismas inflexiones, s¨®lo para disfrutar del momento.
Es un efecto que, si nos paramos a pensarlo, no nos resulta ajeno. Porque es exactamente igual a lo que nos pas¨® a nosotros de peque?os con los cuentos de nuestros padres y que esper¨¢bamos con impaciencia cada noche.
para mantener el recuerdo. Es bueno que los peque?os conozcan a sus antepasados, que tengan una historia familiar y que conozcan toda la saga. Es bueno tambi¨¦n que recuerden a los que ya nos han dejado y a los que han tenido un papel especial en sus vidas. Todo esto lo podemos contar tambi¨¦n con las historias. Historias que haremos a medida y en las que los personajes y los h¨¦roes ser¨¢n estos familiares a los que queremos recordar.
El recuerdo contiene siempre una importante dosis de distorsi¨®n. No nos debe preocupar aportar, adem¨¢s, una buena dosis de fantas¨ªa. Lo importante es asegurarnos de que lo mantenemos vivo.
para establecer unas reglas. Otro aspecto fundamental en la comunicaci¨®n con los ni?os es el establecimiento de?normas o pautas de conducta. Tambi¨¦n aqu¨ª el c¨®digo que utilicemos ser¨¢ crucial.
Es dif¨ªcil que un ni?o entienda que debe despertarse a las 7.15, que tiene que estar desayunando a las 7.35 y que a las 8.00 hay que salir hacia la escuela. Se lo podemos repetir cien veces, que no lograremos mucho. Y recordar las normas cada ma?ana, al tiempo que nos enfadamos porque vamos con retraso, no ayuda mucho. ?C¨®mo puede hacerse cargo un ni?o de lo que significa todo esto? Hacer un juego de todo ello es mucho m¨¢s efectivo. Marcar en el reloj de la cocina una gran l¨ªnea roja, jugar a acercarse a la l¨ªnea, hacer de los ¨²ltimos minutos unos momentos de m¨¢xima expectaci¨®n y premiar con un punto la victoria, convierte la norma en un reto. Y har¨¢ que la recuerden y, sobre todo, la aprendan.
?Que no estamos muchas veces para juegos? Debemos saber que si recurrimos a la norma expl¨ªcita y a la bronca, no la acabar¨¢n de comprender. Sabr¨¢n que les est¨¢n ri?endo, pero no sabr¨¢n exactamente por qu¨¦, ni qu¨¦ tienen que hacer para solventarlo. Es cierto que no todas las normas admitir¨¢n un juego, pero s¨ª una dosis de fantas¨ªa, una met¨¢fora o una peque?a historia. Y es bueno que lo hagamos, porque es su lenguaje, y lo que queremos es que nos entiendan.
CON OTRO LENGUAJE
1. Libros
'El ni?o con el pijama de rayas', de John Boyne (Salamandra, 2007). Un maravilloso ejemplo del funcionamiento de la l¨®gica infantil, tan sensata y tan directa, y tan despojada de segundos sentidos y de malicia.
'Nuevos cuentos para antes de ir a dormir', del doctor Eduard Estivill y Montse Dom¨¨nech (Planeta, 2005). Una extraordinaria herramienta para explicar conceptos y valores esenciales a los ni?os.
'Cuentos de todos los colores', de J. M. Hern¨¢ndez Ripoll y Aro Sainz de la Maza (RBA, 2004). De gran ayuda para acercar la multiculturalidad a los ni?os a trav¨¦s de los cuentos.
2. Pel¨ªculas
'La isla de Nim', dirigida en 2008 por Mark Levin y Jennifer Flackett. Narra la historia de una ni?a que acude a su h¨¦roe literario para salir de una situaci¨®n l¨ªmite. Una interesante met¨¢fora de la traslaci¨®n de las historias a la vida real por parte de los ni?os.
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