Hay algo peor que sentir emociones oscuras: evitarlas

El resultado de las elecciones estadounidenses, que se saldar¨¢ con una nueva presidencia de Donald Trump, es un ejemplo claro del poder del sesgo negativo. Los insultos y afirmaciones como ¡°los inmigrantes se comen a nuestras mascotas¡± han pesado m¨¢s que el programa de bienestar social de Kamala Harris. ?C¨®mo ha podido suceder?

Los estrategas conocen bien que, cuando se ponen en la balanza sucesos o promesas positivos frente a los negativos, estos ¨²ltimos pesan m¨¢s en la psique de la poblaci¨®n. Una informaci¨®n agradable se desvanece m¨¢s r¨¢pido en la memoria que otra de corte catastrofista. Un ejemplo cl¨¢sico de ello es el del cazador-recolector que descubre cerca de su asentamiento una bella flor de intenso perfume que ve por primera vez. Es f¨¢cil que olvide d¨®nde se encuentra esa maravilla. Sin embargo, nunca olvidar¨¢ la gruta por la que asom¨® un oso amenazador. Desde un punto de vista evolutivo, la raz¨®n es clara: recordar la guarida del oso es crucial para la supervivencia, mientras que la ubicaci¨®n de la flor rara no lo es.

Esta atenci¨®n especial a lo negativo nos ha configurado como especie, y se manifiesta de numerosas maneras. El sesgo de negatividad est¨¢ presente, por ejemplo, en los noticieros, donde priman los conflictos y calamidades frente a las buenas noticias, que tambi¨¦n las hay.

Con todo eso, no es extra?o que las emociones negativas tengan tanta prevalencia en cualquier ¨¢mbito de nuestra vida, desde la pol¨ªtica hasta las discusiones interpersonales, mientras los libros de pensamiento positivo tratan de orientar nuestra mirada hacia el lado soleado de la realidad.

Existe, de hecho, una lucha entre ambas visiones. Por un lado, sabemos que las emociones oscuras nos instalan en la infelicidad y el conflicto, y que deber¨ªamos tratar de ser m¨¢s constructivos y optimistas. Por el otro, negar esas mismas emociones es ignorar una parte fundamental del ser humano, nuestra parte de sombra que, como dir¨ªa Carl Gustav Jung, si la reprimimos se hace a¨²n m¨¢s fuerte y controladora. En sus propias palabras: ¡°Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguir¨¢ dirigiendo tu vida y t¨² lo llamar¨¢s destino¡±.

Para integrar esta clase de emociones de manera saludable a nuestra vida cotidiana, la profesora norteamericana Mariana Alessandri ha publicado Visi¨®n nocturna, un viaje hacia nuestro sentir m¨¢s sombr¨ªo. Veamos algunas ideas relevantes de este ensayo:

1. La ira no siempre es irracional. Ese es el sambenito que se le ha colocado a una emoci¨®n que, de hecho, muchas veces est¨¢ justificada y adem¨¢s es creativa. Hay grandes cambios e innovaciones que surgen del enfado ante algo que sentimos que no est¨¢ bien.

2. El dolor nos une. No solo deben compartirse las alegr¨ªas. La tristeza es tambi¨¦n un nexo que conecta a los seres humanos, como la historia de Buda y el grano de mostaza. En este relato, saber que en todas las casas ha habido muertes ayuda a una mujer que ha perdido a su hijo a hermanarse en el dolor de los dem¨¢s.

3. La depresi¨®n es algo m¨¢s que una enfermedad. Mariana Alessandri critica que psiquiatras como Peter Kramer tienen tolerancia cero con este trastorno del estado de ¨¢nimo, asegurando en libros como Contra la depresi¨®n que deber¨ªamos erradicarla por completo. Esta visi¨®n hace que muchas personas se averg¨¹encen de estar sufriendo, cuando en realidad es un proceso tan natural y necesario, al vernos enfrentados a ciertos acontecimientos, como los estallidos de alegr¨ªa.

4. La ansiedad es la plaga de nuestro tiempo. Con incidencia a¨²n mayor en los estudiantes universitarios, en Estados Unidos se considera la primera enfermedad mental. Es una realidad que no podemos negar. Todo lo que podemos hacer es comprenderla para as¨ª modificar lo que estamos haciendo para disparar nuestra ansiedad.

El conocimiento de las emociones oscuras es lo ¨²nico que puede librarnos de que nos esclavicen, tal como suger¨ªa Jung. Para hacernos amigos de ellas, la autora de Visi¨®n nocturna comparte en la introducci¨®n a su libro un poema de Wendell Berry: ¡°Entrar en la oscuridad con una luz es conocer la luz. / Para conocer la oscuridad, ve a oscuras. Ve sin ver, / y encontrar¨¢s que la oscuridad, tambi¨¦n, canta y florece, / y es atravesada por patas oscuras y oscuras alas¡±.