No s¨®lo cumpl¨ªa ¨®rdenes
El jefe de Bank of America debe irse por la desastrosa compra de Merrill Lynch
El testimonio ante el fiscal general de Nueva York, Andrew Cuomo, no saca a Ken Lewis del aprieto en el que lo ha metido la desastrosa adquisici¨®n de Merrill Lynch por Bank of America (BofA). El jefe del BofA ha revelado que el entonces secretario del Tesoro, Hank Paulson, le oblig¨® en diciembre a aceptar la operaci¨®n, llegando a amenazar -supuestamente por orden del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke- con despedirlos a ¨¦l y a su Consejo de Administraci¨®n, cuando Lewis se estaba pensando si dejarlo o renegociar despu¨¦s de descubrir que Merrill Lynch hab¨ªa acumulado en el cuarto trimestre p¨¦rdidas inesperadas por valor de miles de millones de d¨®lares.
Puede parecer que la s¨®rdida historia, que Lewis detall¨® en febrero en una declaraci¨®n que sali¨® a la luz el jueves, retrata al directivo con una luz m¨¢s favorecedora. A fin de cuentas, cuando todo el peso del Gobierno estadounidense te dice que hagas algo o, de lo contrario, no s¨®lo perder¨¢s tu trabajo, sino que tambi¨¦n pondr¨¢s en peligro el sistema financiero del pa¨ªs, lo haces, ?no?
Bueno, puede que no haya m¨¢s remedio. Pero uno no se lanza sin m¨¢s. Despu¨¦s de todo, la responsabilidad de Lewis era, y es, con sus accionistas. Pero por lo visto ni siquiera sac¨® a colaci¨®n con Paulson que su deber es minimizar las p¨¦rdidas para los propietarios del banco.
Eso no significa que tuviera que aceptar el trato o dejarlo sin m¨¢s y, de ese modo, perder su trabajo. Seguramente no habr¨ªa hecho da?o probar a renegociar el precio. S¨ª, para hacerlo con ¨¦xito habr¨ªa sido necesario una nueva votaci¨®n de los accionistas, y eso habr¨ªa retrasado la firma de la operaci¨®n. Pero ¨¦se no es un problema insuperable. Y el riesgo para el sistema podr¨ªa haberlo minimizado el Tesoro estadounidense haciendo p¨²blica su voluntad de inyectar m¨¢s capital en el BofA y de garantizar los activos, aunque los detalles no fueran definitivos; al fin y al cabo, hicieron falta meses para negociar la garant¨ªa de Citi.
Hacer p¨²blico el debate de una manera controlada habr¨ªa demostrado que Lewis al menos luchaba por sus accionistas, aunque no consiguiera bajar el precio. Y no es que pudiera ocultar los problemas durante mucho tiempo: el BofA ten¨ªa que publicar los resultados de ambas empresas el 20 de enero.
Por el contrario, el testimonio parece demostrar que Lewis releg¨® los intereses de los accionistas a un segundo plano. De hecho, parece que su decisi¨®n de mantener el asunto en secreto se derivaba de que hab¨ªa malinterpretado el comentario del ex secretario del Tesoro de que no quer¨ªa un "asunto revelable". Paulson le dijo m¨¢s tarde a Cuomo que hablaba del Tesoro y que no estaba dando una orden a Lewis.
Peor todav¨ªa, parece que Lewis no comprob¨® si ¨¦sa era una orden que deb¨ªa seguir. En respuesta a una pregunta, declar¨® que "no recuerda haber mantenido ninguna" conversaci¨®n en diciembre acerca de la obligaci¨®n del BofA de informar a sus propietarios sobre la deteriorada situaci¨®n de Merrill.
Es una confesi¨®n asombrosa que los accionistas deben sopesar. En lugar de exonerar a Lewis, este testimonio arroja m¨¢s luz sobre los pasos equivocados que dio en la compra de Merrill. Los accionistas deber¨ªan ense?arle d¨®nde est¨¢ la puerta. -
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