El grano y la paja
Hace 225 a?os que el fil¨®sofo de la ilustraci¨®n alemana y el padre de la ¨¦tica moderna, Manuel Kant, puso punto final a un libro muy breve pero de formidable influencia entre la gente de bien, es decir, entre la democr¨¢tica, entre otras razones porque sentaba las bases de un c¨®digo de bondad y justicia sostenido desde la libertad individual y desde una opci¨®n laica, al margen de los arbitrios de libros revelados y, lo que suele ser mucho peor, de la interpretaci¨®n de sus vicarios y jefes nacionales de propaganda.
El pasado 10 de marzo, el ministro Miguel Sebasti¨¢n, tras anunciar la rebaja en el precio de la bombona de gas y las nuevas medidas contra la crisis, hizo una observaci¨®n general que no fue suficientemente destacada por los medios, y que me pareci¨® a m¨ª mucho m¨¢s importante que el propio plan anticrisis, con todas sus medidas, incluidas las nuevas que el presidente anunci¨® una semana despu¨¦s.
Con los excesos de gastos, todos hemos sido culpables de la p¨¦rdida del sentido com¨²n
Los dirigentes deben predicar la austeridad con su ejemplo
Comprendo que los medios de informaci¨®n tuvieran la obligaci¨®n de centrarse en las medidas concretas, pero yo ahora me quiero centrar en la observaci¨®n, que, como digo, deb¨ªa haber sido, tal vez, el titular de la noticia. Pero eso no suele pasar. Vivimos en el reinado de la cantidad, de lo mediato, all¨ª donde lo accesorio triunfa, como triunfa el espacio dedicado a ese tipo de noticias escabrosas que hace apenas unos a?os s¨®lo recog¨ªa El Caso, entre otras cosas, porque eran del mal gusto.
Bien. Dec¨ªa el ministro que la lucha contra la crisis "no debe ser s¨®lo del Gobierno, sino de toda la sociedad". Asimismo, destacaba la "participaci¨®n que tienen las comunidades aut¨®nomas, las entidades locales, las organizaciones empresariales, los sindicatos y las asociaciones de usuarios y consumidores". Y segu¨ªa, "todos debemos estar implicados y nadie debe quedar excluido", todo ello de acuerdo con la cr¨®nica period¨ªstica que sin firma nos ofrec¨ªa este diario.
Volvamos al libro antes citado. En su Fundamentaci¨®n de la metaf¨ªsica de las costumbres, Kant enunci¨® como principio un Mandato de la Raz¨®n que ha seguido siendo gu¨ªa para la acci¨®n moral democr¨¢tica y tolerante: los verdaderos y m¨¢s cumplidos principios de la voluntad son los que uno se da libremente a s¨ª mismo y en contraste con el respeto a la voluntad del otro. Cualquier fruto de la imposici¨®n o de la amenaza del castigo, no deja de ser sino un principio de acci¨®n moral imperfecto: ser¨¢ aceptado mientras dure la coerci¨®n que le da raz¨®n de ser. As¨ª, la verdadera ¨¦tica es propia, aut¨®noma, se la da uno mismo, por un lado. Y, por otro, incorpora el respeto al otro, estableci¨¦ndose por tanto una ¨®ptica que conduce a l¨ªmites y al sentido com¨²n. ?sos son, pues, sencillamente, los Mandatos de la Raz¨®n.
Pasa a la p¨¢gina siguienteAhora ver¨¢n por qu¨¦ traigo esto a colaci¨®n. La actual crisis sist¨¦mica, que est¨¢ de tal manera destruyendo riqueza y puestos de trabajo, puede tambi¨¦n traer y adelantar medidas salv¨ªficas que sin duda sin su concurso no tomar¨ªamos, ni estar¨ªamos dispuestas a adoptar.
De hecho, es un comentario muy socorrido en mentideros de prensa, en blogs, tertulias y entre la gente de la calle, el decir que esto de la crisis puede, en la desgracia, tener al menos la virtud de sanear ¨¦ste o aquel sector, apartando a todos esos sinverg¨¹enzas, corruptos, especuladores, intermediarios y ventajistas que, a modo de absceso, habr¨ªan medrado sobre la chepa del verdadero y sano productor.
Iniciada por tanto la criba general, los comentaristas de rotativos echan humo y algunos tertulianos aporrean los micr¨®fonos de radios y emisoras de televisi¨®n denunciando a diestro y siniestro a los supuestos culpables de la crisis. La ley universal de la caza de brujas prescribe desde siempre que la mejor manera de no ser se?alado consiste en se?alar. (Entre par¨¦ntesis, s¨®lo as¨ª pudieron medrar los institutos de la Inquisici¨®n, del Puritanismo, del Nazismo, del Estalinismo o del Macartismo).
Hasta en el mundo del arte contempor¨¢neo, que ha aupado a rango de obras maestras, (y vendido gracias a publicistas-coleccionistas como Charles Saatchi), ciertas y divertidas ocurrencias de la Joven Escuela Brit¨¢nica de la Quincalla, conocida por brit art, se ha apuntado a esta ley universal. Lo hemos visto por los comentarios de galeristas reconocidas en v¨ªsperas de ARCO 2009. La actual crisis, era la l¨ªnea com¨²n, va a servir para clarificar el panorama, y vendr¨¢ a ser como una suerte de catarsis, de la que saldr¨ªamos mejorados, ya que al separar el grano de la paja, se fortalecer¨ªa el tronco del ¨¢rbol sano. S¨®lo Juana de Aizpuru, con sabidur¨ªa aquilatada, se apart¨® de la l¨ªnea com¨²n indicando, en v¨ªsperas de ARCO 2009, que su galer¨ªa ya hab¨ªa vivido muchas crisis y que el que conservaba la pasi¨®n y el criterio all¨ª seguir¨ªa. Vamos, parafraseando, que siempre hab¨ªa vivido en crisis y que ello era tal vez el m¨¦rito de su galer¨ªa y de sus artistas. De manera que all¨ª no hab¨ªa criba.
As¨ª, en este repentino deseo de purificaci¨®n somos todos los que deseamos ser identificados con el bando de los piadosos. Sea. Porque con la criba y la crisis en marcha, todos queremos ser grano y en realidad todos somos paja, o parte de la gavilla culpable de que se hayan perdido las referencias, y el sentido com¨²n. Incluso estos espect¨¢culos que hemos ido viviendo en los ¨²ltimos meses de sobresueldos (para decirlo de manera elegante) de pol¨ªticos, consejeros de empresas o bancos, locutores y directores de programas informativos (cabezas parlantes de un ¨¢mbito u otro), y que se reflejan en esos pagos ocultos en trajes, coches y puro y duro vil metal, nos hablan, en realidad de una p¨¦rdida del sentido de la medida, del respeto de los l¨ªmites del otro y de una ¨¦tica sin referencia propia, porque era s¨®lo obligada. Y aqu¨ª todos hemos sido y somos en parte culpables.
As¨ª, le sucede tambi¨¦n al que ha pedido una hipoteca que no puede pagar, pero en la que meti¨® la reforma de la casa, el coche, la televisi¨®n de plasma gigante, los muebles y la caseta del perro. O el que hizo esto o aquello "porque no estaba prohibido" o porque "hab¨ªa un vac¨ªo legal", y por ese resquicio se col¨® la avaricia que ha roto este saco de todos.
Hace veinte a?os las cosas se hac¨ªan de otro modo. El banco no te prestaba de cualquier manera. Primero hab¨ªa que ahorrar para una entrada y desde luego no te incitaba a que pidieras m¨¢s de lo que no estaba en relaci¨®n con que pod¨ªas pagar seg¨²n tu sueldo.
Estoy seguro de que todos los lectores avisados pueden poner mil ejemplos de lo que costaban, en esfuerzo, los objetos (que no eran chinos), y de un sentido com¨²n y de austeridad que todos practic¨¢bamos, por necesidad, cierto, y porque nos parec¨ªa as¨ª conveniente para hacer mejor las cosas, para todos.
Quiero decir que somos todos v¨ªctimas de un consumo suntuario que, cuando yo era ni?o, no hace siglos, no crean, estaba mal visto. Pero nuestro espejo se ha deformado, y tiene raz¨®n el ministro Sebasti¨¢n en pedir que seamos todos los que hagamos que las cosas vuelvan a su cauce. Y una manera de hacerlo, y de hacer frente a esta crisis, es precisamente mediante el retorno a esa ¨¦tica kantiana auto asumida, no obligada, que se fundamenta en el respeto por las cosas, en el sentido com¨²n de la medida y en la regla que tiene en cuenta el peso de la acci¨®n en los otros.
Dicho esto, el ministro y el Gobierno, en colaboraci¨®n con el Congreso, deber¨ªan dar un paso m¨¢s all¨¢, en este sentido apuntado, con objeto de lanzar a los ciudadanos un signo inequ¨ªvoco de esta llamada al sentido com¨²n y a un mandato propio de la raz¨®n kantiana que ahora denominaremos de austeridad. Nos faltan Savonarolas que vengan a poner cerco a derrochadores y manirrotos, en distintas administraciones, p¨²blicas y privadas.
Y tambi¨¦n ah¨ª este Gobierno puede y debe hacer m¨¢s cosas, puesto que las que hace a veces no se conocen. Y esto sirve para todos. Pues el buen pa?o hoy en el arca no se vende, sino que hay que promocionarlo. Hay que dar ejemplo. Urge una buena poda y adecentamiento de costumbres. Y para que ese mandato de la raz¨®n austera llegue y cale, sigamos haciendo las mismas cosas, u otras, con mucha imaginaci¨®n, pero con m¨¢s sencillez y menos grandilocuencia. Seamos ahora pues grano, para que la criba nos coja confesados. A todos nos vendr¨¢ bien.
Jos¨¦ Tono Mart¨ªnez, es escritor, antrop¨®logo y doctor en filosof¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.