"La obra que perdi¨® el Reina Sof¨ªa puede ser parte de una autopista"
Lanzar paletadas de plomo contra una pared o recoger toneladas de tiras de caucho desechadas por una f¨¢brica no parecen actividades muy art¨ªsticas. Y, sin embargo, a finales de los sesenta era lo que ocupaba a un joven Richard Serra (San Francisco, 1939) en su estudio del Downtown neoyorquino. Quer¨ªa revolucionar la escultura, bajarla del pedestal y convertir al espectador en parte de la obra. El plomo fue antecesor del acero corten en el que funde las megapiezas que lo han hecho famoso cuatro d¨¦cadas despu¨¦s: laberintos, espirales, elipses y esferas que achican la dimensi¨®n humana. El artista que la cr¨ªtica aclama como "el mejor escultor vivo y el ¨²nico grande en activo en el siglo XXI" recibi¨® el pasado viernes el doctorado honoris causa de la Universidad P¨²blica de Navarra, primera distinci¨®n de esta categor¨ªa que se le concede en Europa.
"Lo grave es que alguien era responsable de la obra desaparecida"
"Las Meninas' fue un descubrimiento: cambi¨¦ la pintura por la escultura"
"Si la gente votase qu¨¦ arte quiere en una plaza, elegir¨ªa a Walt Disney"
"La arquitectura no es arte. ?Frank Gehry hace lo mismo que Brancusi? ?No!"
"Mi escultura es sobre el tiempo, el espacio y el movimiento de una persona, no es un objeto", explicaba ayer en Pamplona, donde cerraba un fin de semana de agasajos. Quien haya caminado entre las ocho imponentes esculturas que se exponen de forma permanente en el Guggenheim Bilbao entiende perfectamente lo que quiere decir el escultor, uno de los pocos nombres reconocibles por el p¨²blico general. Algo que a Serra le deja "estupefacto". "Ayer [por el s¨¢bado] estuvimos en el monasterio de Leyre y el abad conoc¨ªa mi obra", afirma sorprendido.
Ese mismo s¨¢bado por la ma?ana hab¨ªa visitado el Museo Oteiza, que alberga la colecci¨®n particular del escultor guipuzcoano, en quien el estadounidense reconoce, asegura, un "esp¨ªritu gemelo". Haber logrado formas que nunca antes hab¨ªan sido realizadas, ni en escultura ni en arquitectura, parece una meta dif¨ªcil de superar. Pero, para Serra, "la obra surge de la obra", como sugiriendo que a¨²n hay un m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa. Claro que en Espa?a el artista es conocido tambi¨¦n como protagonista involuntario de un rocambolesco misterio: la desaparici¨®n de la escultura Equal Parallel / Guernica-Bengasi (1986), propiedad del Museo Reina Sof¨ªa, cuyo dep¨®sito se hab¨ªa confiado a la empresa Macarr¨®n. Hace tres a?os, se descubri¨® que la obra -nada menos que cuatro bloques que suman 38 toneladas de acero- se hab¨ªa volatilizado y que las ¨²ltimas pistas sobre la misma se remontaban a 1992. El museo y el artista llegaron a un acuerdo y Serra construy¨® una r¨¦plica que desde hace unos meses se exhibe de nuevo en el Reina Sof¨ªa.
?Hay alguna esperanza de que aparezca? "?No lo s¨¦!", responde en un espa?ol que no domina a pesar de ser nieto por v¨ªa paterna de mallorquines que emigraron a Estados Unidos a principios del siglo XX, hartos de pagar el diezmo a la Iglesia. "Lo m¨¢s probable es que, sin saber que era una obra de arte, la hayan usado para construir un edificio o una autopista. Lo grave es qui¨¦n ten¨ªa la responsabilidad en el museo. El hecho es que nadie estaba vigilando el granero, como quien dice". Para alguien con fama de austero y de ideas claras, ha tenido que ser un episodio de dif¨ªcil digesti¨®n.
Ma?ana visitar¨¢ la instalaci¨®n de la obra en el Reina Sof¨ªa. Pero antes, esta tarde, participar¨¢ en una mesa redonda organizada por la Fundaci¨®n Mapfre en la que intervendr¨¢n, entre otros, los directores del Museo del Prado y del Reina Sof¨ªa, Miguel Zugaza y Manuel Borja-Villel. Seguramente hablar¨¢n del Serra provocador que, en su ¨¦poca de estudiante en la Universidad de Yale, fue expulsado durante dos semanas por haber gastado una broma pesada durante una visita de Robert Rauschenberg. M¨¢s tarde, en los ochenta, cuando una votaci¨®n p¨²blica decidi¨® que se desmantelara su pieza Tilted Arc, instalada en una plaza neoyorquina por encargo de la Administraci¨®n estadounidense, proclam¨® que "el arte no es democr¨¢tico". Y lo sigue sosteniendo: "En realidad es una cita de Brodsky, que dec¨ªa que no hay que asumir que la investigaci¨®n cient¨ªfica es democr¨¢tica. Tampoco hay que asumir que la est¨¦tica es democr¨¢tica, porque exige la misma preparaci¨®n que la ciencia. Si la gente votase qu¨¦ tipo de arte quiere en una plaza p¨²blica, elegir¨ªan a Walt Disney", afirma con vehemencia.
Con igual acaloramiento rechaza que la arquitectura sea arte. "Un arquitecto hace cosas funcionales y ¨²tiles. Un escultor hace cosas que son, por definici¨®n, in¨²tiles en cuanto a su prop¨®sito. ?Es que alguien cree que Miguel ?ngel, Giacometti o Brancusi hicieron lo mismo que Mies van der Rohe o Frank Geh-ry? ?No! ?Es absurdo!", sentencia a modo de jaque mate.
A los cuatro a?os Serra supo que quer¨ªa ser artista. "Dibujaba todos los d¨ªas despu¨¦s de cenar. Una profesora le dijo a mi madre que hac¨ªa dibujos interesantes, ella se lo tom¨® en serio y empez¨® a llevarme a museos. Despu¨¦s de eso empez¨® a presentarme como 'Richard, el artista', as¨ª que no tuve mucha elecci¨®n". De origen modesto, los padres de Serra nunca consideraron una frivolidad que su hijo quisiera ser artista. Eran inmigrantes de primera generaci¨®n y comprend¨ªan que en Estados Unidos la educaci¨®n era la forma de avanzar en la escala de clases. No les defraud¨®. Primero se gradu¨® en Literatura Inglesa en la Universidad de California y luego, en Yale, doble t¨ªtulo, licenciatura y master, en arte.
Dos becas le llevaron a Francia e Italia. Aunque se hab¨ªa formado como pintor, el contacto con Brancusi y Giacometti en Par¨ªs y una reveladora contemplaci¨®n de Las Meninas en Madrid sellaron su destino como escultor: "Viendo la obra de Vel¨¢zquez me di cuenta de que quer¨ªa explorar la relaci¨®n entre objeto y sujeto. Quer¨ªa colocar el sujeto en la percepci¨®n del movimiento de quien ve la obra. ?se fue el mayor descubrimiento de mi vida".
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