Con Ra¨²l todo es posible
El Madrid, con su capit¨¢n al frente, domina con creces a un Sevilla que se desfond¨® en 20 minutos - El '7' lanza al equipo de Juande hacia su ¨¦pico asalto final - Los visitantes jugaron con gran entereza y mucha vocaci¨®n
No hay viajes lun¨¢ticos para Ra¨²l, un so?ador desde la cuna. Para el capit¨¢n pasan los a?os, pero su voluntarismo y decisi¨®n no decaen. As¨ª ha sido siempre el Madrid; as¨ª ha sido siempre Ra¨²l, futbolista germinal del madridismo en su estado puro, nada que ver con el matonismo de Pepe o los vergonzantes tocamientos de Marcelo. En Sevilla, el Madrid se impuso sin tachas, al estilo Ra¨²l, es decir, por un auto de fe encomiable. Y, esta vez, con m¨¢s f¨²tbol que su adversario, vencido de mala manera tras imponerse de inicio con un gol de Renato. No se destens¨® el cuadro de Juande, que dio un repaso a su rival, desfondado ante un equipo mucho m¨¢s herc¨²leo, mejor cuajado y con mayor entereza. A los de Jim¨¦nez se les vieron todos los costurones. Con su aire espartano y su esp¨ªritu combativo, el Madrid esper¨® su momento. El momento Ra¨²l.
SEVILLA 2 - REAL MADRID 4
Sevilla: Palop; Adriano, Prieto, Escud¨¦, Navarro; Navas, Duscher (Luis Fabiano, m. 60), Romaric (Maresca, m. 79), Perotti (Capel, m. 65); Renato y Kanout¨¦. No utilizados: Varas; Konko, Kon¨¦ y Mosquera.
Real Madrid: Casillas; Ramos, Cannavaro, Metzelder, Torres; Lass, Gago, Guti (Javi Garc¨ªa, m. 78), Marcelo; Ra¨²l (Huntelaar, m. 68) e Higua¨ªn (Van der Vaart, m. 85). No utilizados: Dudek; Salgado, Drenthe y Saviola.
Goles: 1-0. M. 16. Renato. 1-1. M. 45. Ra¨²l. 1-2. M. 63. Ra¨²l. 1-3. M. 66. Ra¨²l. 2-3. M. 80. Diego Capel. 2-4. M. 92. Marcelo.
Arbitro: P¨¦rez Burrull. Amonest¨® a Marcelo, Lass, Duscher, Prieto, Romaric y Luis Fabiano.
45.000 espectadores en el estadio S¨¢nchez Pizju¨¢n.
Ra¨²l es un futbolista germinal del madridismo en estado puro
Ya no importa el estilo; llegado un cl¨¢sico decisivo, todos echar¨¢n cuentas
Una d¨¦cada llevaba el capit¨¢n madrile?o sin marcar en el S¨¢nchez Pizju¨¢n y seis a?os sin sellar un triplete. A Ra¨²l los n¨²meros le avalan, nunca le rebajan. Con el Bar?a al lazo y Chamart¨ªn a punto para la gran gala del f¨²tbol espa?ol, Ra¨²l irrumpi¨® a lo Ra¨²l: un primer remate, a segundos de la ducha del intermedio, y gol del empate. En este Madrid de carrerilla los goles no tienen pizarra. Una jugada de Metzelder, eterno suplente, ayer resucitado central y reconvertido durante un episodio del juego en extremo derecho. A su pase lleg¨® por un cent¨ªmetro Ra¨²l, que ya tiene 18 tantos en la mochila, uno m¨¢s que el mejor espa?ol, Villa, si a ¨¦ste se le descontaran los penaltis, lo que no ser¨ªa apropiado porque cuentan para todos.
El tanto reconfort¨® al Madrid, que hab¨ªa gobernado el juego desde el arre¨®n inicial sevillista. En veinte minutos se agot¨® el Sevilla, que apenas tiene dep¨®sito pese a tener s¨®lo un examen semanal desde hace muchos meses. Con Renato flotando a su aire, Romaric y Duscher, en inferioridad, se derritieron ante Lass, Gago y Guti. El conjunto local s¨®lo remaba con Navas, al que no asist¨ªa Adriano, que tiene todo para no ser lateral derecho: tiene alma de delantero y la pierna izquierda es su ¨²nico bast¨®n. Al Sevilla no le peinaba ni Kanout¨¦, fuera de forma, sin muelles para saltar.
Sometido por el Madrid, en¨¦rgico como siempre, y con Higua¨ªn amenazante, la suma de Ra¨²l termin¨® por despachar al Sevilla. Puntual, el 7 no s¨®lo lleg¨® al quite al servicio inesperado de Metzelder. De vuelta al ruedo, en el segundo tramo, tambi¨¦n cogi¨® la delantera a la defensa local tras otra asistencia inopinada: un pase simplista de Miguel Torres. Ya se sabe, Ra¨²l no distingue: lo mismo acudir¨ªa a una rosca de Puskas que a un pepino que lancen desde la grada. Su vocaci¨®n es ilimitada. Tampoco nadie se habr¨ªa arrimado a Palop tras un pase lateral de Higua¨ªn que no ten¨ªa peligro. El peligro era la huella cercana de Ra¨²l. Palop se desquici¨® ante su sombra y la pelota se le escurri¨® lo suficiente para que embocara un tipo como Ra¨²l, es decir, un mil¨ªmetro. El goleador lo celebr¨® con el alborozo de quien se siente un gigante en tardes de ¨¦pica. Su carrera, en s¨ª misma, es una haza?a; lo que ¨¦l vislumbra para este Madrid m¨¢s grueso que fino es otra gesta.
Fundido el Sevilla, sobre todo tras una cuestionable alternancia de Jim¨¦nez -Duscher, el ¨²nico con un mazo en el eje, se fue al banquillo-, Juande retir¨® al h¨¦roe, no a Higua¨ªn, al que una tarjeta habr¨ªa apartado del cl¨¢sico. El siguiente cambio s¨ª que alter¨® el gui¨®n. Hay entrenadores que sostienen con tozudez, como en los tiempos del pleistoceno, que con chicos grandotes es como mejor se defiende. No todos, ni mucho menos, son ap¨®stoles de esa escuela holandesa que postula como mejor defensa el gobierno de la pelota. Juande prescindi¨® de Guti y, con ello, devolvi¨® el suministro al Sevilla. Por mal que se sintiera, no hay equipo que no festeje que le cedan un rato el bal¨®n. Siempre cabe asaltar el rancho del contrario con unos cuantos env¨ªos a¨¦reos, m¨¢xime con estacas como Kanout¨¦ y Luis Fabiano.
Sentado Guti, el Sevilla recobr¨® el pulso a causa de un error de Sergio Ramos, que pifi¨® un despeje y entreg¨® un tanto a Diego Capel. Aire para el Sevilla; un susto para el Madrid, que hab¨ªa borrado a su rival con un ejercicio de suprema eficacia en todas las zonas del campo.
No hubo mayores incertidumbres. El Sevilla necesitaba mucho m¨¢s que una pelota. Le faltaban piernas, le pesaron desde el inicio. Necesitaba aguadores. El Madrid, no. Fuelle le sobra, como demostr¨® Marcelo, goleador improvisado en las ¨²ltimas semanas, para plantarse en una explosiva carrera ante Palop. Amag¨® al meta local, que, sentado, vio la puntilla final. Un tel¨®n que deja al Bar?a a tiro del Madrid: cuatro puntos que enjugar con Chamart¨ªn como primer escenario del asalto al trono y el Chelsea como puente para mayor desgaste azulgrana. El Bar?a goza con el juego, pero el Madrid echa cuentas y le salen. Con Ra¨²l todo es posible. Hay Liga, mucha Liga. Al menos, durante los pr¨®ximos seis d¨ªas. La est¨¦tica azulgrana; el ¨ªmpetu madridista. Ambos llegan a la cita con distintos cosm¨¦ticos, pero ya de nada sirve rebobinar. Es hora de discutir los puntos, cada uno a su estilo. Un cl¨¢sico para decidir un campeonato: el mejor cartel posible.
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