Europa no es de izquierdas
Un transbordador de la compa?¨ªa Viking sale de Helsinki a las diez menos cuarto en direcci¨®n a Tallin. A la misma hora, un transbordador de una compa?¨ªa estonia sale de Tallin en direcci¨®n inversa. Pero la pregunta no es, como en los cuadernos del colegio, a qu¨¦ hora se cruzan, sino por qu¨¦, si los dos hacen el mismo trayecto y dan el mismo servicio a los pasajeros, uno va lleno y otro vac¨ªo. Respuesta correcta: el ferry finland¨¦s no puede competir porque opera con trabajadores que cobran salarios finlandeses mientras que en el otro los trabajadores cobran salarios estonios.
?Qu¨¦ es lo que hace la compa?¨ªa Viking? Crea una filial en Estonia, rematricula su transbordador Rosella bajo pabell¨®n estonio, despide a sus empleados finlandeses y contrata a otros estonios por salarios m¨¢s bajos. ?Qu¨¦ es lo que hacen los trabajadores finlandeses? Denunciar el caso ante la Federaci¨®n Internacional de Sindicatos del Transporte e ir a la huelga para forzar a Viking a firmar un convenio colectivo que le obligue a mantener los salarios aunque contrate trabajadores estonios. La empresa acude al Tribunal de Justicia Europeo, con sede en Luxemburgo, y argumenta que las medidas de presi¨®n de la federaci¨®n de sindicatos y la huelga suponen una coacci¨®n a la libertad de establecimiento. El tribunal, en su sentencia de diciembre de 2007, da la raz¨®n a la empresa argumentando que la presi¨®n sindical impide a Viking ejercer su leg¨ªtimo derecho a establecerse en otro Estado miembro.
Golpe a los sindicatos
Esa sentencia se produce en paralelo a otras similares (Laval o R¨¹ffert), que se refieren a hechos parecidos acaecidos en Suecia o Luxemburgo, y en las que la justicia europea ha venido dando la raz¨®n a las empresas. Al decir de la Confederaci¨®n Europea de Sindicatos, estos pronunciamientos del tribunal reducen las posibilidades de los sindicatos de garantizar condiciones de empleo iguales para los trabajadores independientemente de su nacionalidad. Sumadas a directivas como la Bol-kenstein o las 65 horas son interpretadas por los sindicatos (y por gran parte de la sociedad) en t¨¦rminos de desarme forzoso de herramientas clave (como la negociaci¨®n colectiva o el derecho de huelga) para asegurar los derechos de los trabajadores en una econom¨ªa abierta y globalizada.
Todo ello apunta a un problema que merece la pena discutir en profundidad con motivo de las pr¨®ximas elecciones europeas del 7 de junio: que Europa no es de izquierdas. Ni lo es estructuralmente, ya que la construcci¨®n europea tiene un evidente sesgo liberal, ni lo es coyunturalmente, porque la izquierda pol¨ªtica est¨¢ en minor¨ªa, y casi seguramente lo seguir¨¢ estando tras los comicios europeos, ya que la crisis no parece afectar a las perspectivas electorales de los partidos conservadores.
Desde los a?os ochenta, las pol¨ªticas liberalizadoras y de mercado han avanzado imparablemente por la senda de la mayor¨ªa cualificada mientras que las pol¨ªticas correctoras de mercado o de car¨¢cter redistributivo o bien han estado expl¨ªcitamente excluidas de la construcci¨®n europea o bien han avanzado al paso de tortuga marcado por la unanimidad, el m¨ªnimo com¨²n denominador y las idiosincrasias nacionales. Adem¨¢s, la ¨²ltima ampliaci¨®n ha reforzado esta tendencia de tal manera que la Europa social es hoy poco m¨¢s que un eslogan.
La soluci¨®n no est¨¢, sin embargo, en transferir el Estado de bien-estar al ¨¢mbito europeo (las encuestas dicen que los europeos quieren que las prestaciones sociales se mantengan en el ¨¢mbito nacional), sino en pensar conjuntamente de qu¨¦ forma pueden las pol¨ªticas europeas compensar a aquellos mismos que perjudican. Obviamente, esto no va a ocurrir v¨ªa el presupuesto europeo: con el 1% del PIB europeo a su disposici¨®n (y bajando), Europa apenas alcanza a compensar a los agricultores y a las regiones m¨¢s pobres. Pero el poder de Europa no est¨¢ en sus presupuestos, sino en su capacidad de elaborar leyes, leyes que priman sobre el derecho nacional y que tienen efecto directo sin necesidad de ser traspuestas al ¨¢mbito nacional, leyes que pueden proteger a los trabajadores, a los consumidores, a los ciudadanos o al medio ambiente.
Es por esa raz¨®n que el Parlamento Europeo es tan importante y, tambi¨¦n, la raz¨®n por la que las elecciones europeas importan tanto. En la actualidad, y, m¨¢s a¨²n, si finalmente se aprueba el Tratado de Lisboa, el Parlamento Europeo tendr¨¢ la ¨²ltima palabra a la hora de aprobar legislaci¨®n, pudiendo rechazar o enmendar la legislaci¨®n que proponga la Comisi¨®n o los Estados miembros, legislaci¨®n que afecta muy profundamente las vidas de los ciudadanos. Hay veces que Europa parece estar muy lejos, otras veces est¨¢ aqu¨ª mismo, aunque m¨¢s a la derecha de lo que nos gustar¨ªa.
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