Una l¨¢grima por la Maestranza
Permitan que una l¨¢grima simb¨®lica se deslice hoy por esta p¨¢gina como expresi¨®n lastimosa de un dolor profundo ante la enfermedad irreversible que padece la otrora grande plaza de la Real Maestranza de Sevilla. La que fuera madre y maestra de la tauromaquia es hoy la imagen de la tristeza y de la decadencia de la fiesta de toros. Qu¨¦ pena m¨¢s grande...
Hace tiempo que la abandonaron los aficionados, aquellos que a lo largo de muchos a?os le dieron lustre y esplendor a su m¨¢gica historia. Y cada temporada la ocupa gente diversa, un p¨²blico triunfalista y fr¨ªvolo, turistas y espectadores de ocasi¨®n que confunden el toreo con un ballet cursi ante un animalucho enfermizo. Un p¨²blico sin conocimiento, veleidoso y caprichoso, impropio de la categor¨ªa que siempre ostent¨® este templo. As¨ª, imperan el conformismo y la desidia, s¨ªntomas de una muerte anunciada. Los taurinos hacen lo que quieren porque el p¨²blico no hace lo que debe. Y con su inhibici¨®n permite la estafa y la manipulaci¨®n. Porque esta fiesta sin un m¨ªnimo de exigencia no tiene sentido.
Domecq / Ponce, Morante, Nazar¨¦
Toros de Juan Pedro Domecq, ¡ªel primero, como sobrero¡ª, mal presentados, inv¨¢lidos y muy descastados.
Enrique Ponce: estocada trasera (silencio); estocada (silencio). Morante de la Puebla: ¡ªaviso¡ª dos pinchazos y un descabello (vuelta); media trasera (silencio). Antonio Nazar¨¦, que tom¨® la alternativa: pinchazo, estocada y cuatro descabellos (silencio); estocada (silencio).
Plaza de la Maestranza. 28 de abril. Decimotercera corrida de feria. Lleno.
Quiz¨¢ por ello, el toreo aut¨¦ntico est¨¢ moribundo. Ya no hay toros, sino borreguitos, gatitos, ratitas y cerdos con andares cansinos. No hay toreros, sino se?oritos que le han cogido el aire a estos clientes de aluvi¨®n. No hay empresas que velen por la calidad de su producto, satisfechas con el beneficio r¨¢pido. Ni hay autoridad que vele por la pureza de la fiesta, a la que soporta con estoicismo y acomplejada verg¨¹enza.
La corrida de ayer fue la expresi¨®n de que ha muerto la grandeza de la plaza sevillana. Se ha perdido la sapiencia y se ha impuesto la frivolidad. Se ha perdido la majestad y manda la ordinariez.
Porque una ordinariez fue la corrida de Juan Pedro Domecq, inv¨¢lida, descastada, tullida, amuermada... ?Volver¨ªa otra vez este ganadero a Sevilla si hubiera una afici¨®n sabia? ?Volver¨ªa una figura consagrada como Enrique Ponce con estos gatos que desmerecen su carrera? ?D¨®nde est¨¢ la dignidad de una figura del toreo?
Qu¨¦ sonrojo comprobar c¨®mo aplaud¨ªan los trapazos de Ponce a su noqueado primero. ?Qu¨¦ aplaud¨ªan? Loca parec¨ªa haberse vuelto la plaza con una faenita irregular de un voluntarioso Morante que hab¨ªa toreado bien a la ver¨®nica a un torete de carril. Y Nazar¨¦ nada pudo hacer ante un lote infumable.
Lo m¨¢s grave, quiz¨¢, es que la gente sali¨® contenta. A fin de cuentas, estamos en feria. Pero la Maestranza qued¨® sumida en una profunda tristeza. ?Alguien tiene un pa?uelo, por favor?
Canal Feria de Abril en el dial 114 de Digital +.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.