Transfuguismo y movilidad pol¨ªtica
El inesperado fichaje de Rosa Aguilar como consejera de Obras P¨²blicas de la Junta de Andaluc¨ªa realizado por su nuevo presidente, Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n, ha desconcertado a propios y extra?os. Alcaldesa de C¨®rdoba desde las elecciones municipales de 1999, la trayectoria pol¨ªtica de Rosa Aguilar se hab¨ªa desarrollado hasta ahora en el doble marco del Partido Comunista (PCE) y de Izquierda Unida (IU) bajo el inicial patrocinio de Julio Anguita; concejal del Ayuntamiento cordob¨¦s primero, miembro del Parlamento andaluz despu¨¦s y diputada m¨¢s tarde del Congreso, su nombre fue barajado como eventual coordinadora general y cabeza de lista de IU para las pr¨®ximas elecciones generales.
La reacci¨®n de los ex camaradas de Rosa Aguilar ante su decisi¨®n ha sido particularmente ¨¢spera y desabrida, tal vez por el considerable prestigio del que gozaba como dirigente entre los militantes y como alcaldesa entre los ciudadanos. La sacralizaci¨®n de la ortodoxia en el seno de los partidos comunistas se ha venido secularizando desde mediados del pasado siglo; todav¨ªa queda, sin embargo, un trasfondo de intolerancia religiosa que suele manifestarse en las cr¨ªticas lanzadas contra los disidentes, acusados siempre de motivaciones innobles -oportunismo, ambici¨®n, deslealtad, corrupci¨®n- cuando se van de casa. Aunque la cl¨¢sica distinci¨®n entre herejes y renegados utilizada por Isaac Deutscher para clasificar a quienes abandonaban la III Internacional pertenezca ya a un lejano pasado, todav¨ªa los dirigentes del PCE y de IU que renuncian al carn¨¦ deben soportar -como le sucede ahora a Rosa Aguilar- insultos groseros y retorcidos juicios de intenci¨®n.
La decisi¨®n de Rosa Aguilar responde a su desacuerdo con la evoluci¨®n de IU
Entre esas acusaciones suele ocupar un lugar preferente la imputaci¨®n de transfuguismo, totalmente inadecuada para el caso de la ex alcaldesa de C¨®rdoba. Tr¨¢nsfugas son los cargos electos -concejales, diputados auton¨®micos y representantes de las Cortes Generales- elegidos en las listas cerradas y bloqueadas de un partido que rompen la disciplina de su formaci¨®n pol¨ªtica (financiadora de la campa?a y avalista de la idoneidad de los candidatos) y se pasan a otras siglas -por lo general antag¨®nicas- con el esca?o bajo el brazo gracias al precepto constitucional que proh¨ªbe el mandato imperativo. La sombra de la corrupci¨®n cubre demasiadas veces -en las Administraciones local y auton¨®mica- los cambios de camiseta de unos jugadores que arramblan de su antiguo vestuario hasta el linimento y las tiritas. La sospechosa deserci¨®n -nada m¨¢s celebrarse las elecciones municipales de 2003- de los diputados auton¨®micos socialistas Tamayo y S¨¢ez, que le abri¨® a Esperanza Aguirre las puertas de la Presidencia de Madrid, vale m¨¢s que mil palabras.
Es una infamia confundir el transfuguismo venal con la movilidad pol¨ªtica entre partidos impulsada por motivos ideol¨®gicos, sobre todo si las estaciones de partida y de destino de ese viaje pertenecen a la misma red: los socialistas e IU gobiernan juntos en muchos ayuntamientos. Rosa Aguilar no se ha llevado consigo la alcald¨ªa de C¨®rdoba, obtenida en 2007 como militante de IU con el apoyo del PSOE; por el contrario, ha renunciado a una posici¨®n pol¨ªtico-administrativa municipal m¨¢s importante en t¨¦rminos comparativos que una consejer¨ªa de rango auton¨®mico. Las razones de esa decisi¨®n son los desacuerdos ideol¨®gicos con la evoluci¨®n del PCE y de IU durante los ¨²ltimos a?os. No es la primera vez que un veterano militante -sean cuales sean sus creencias- se desencanta ante los virajes de su partido; un viejo carlista expres¨® a sus correligionarios en los a?os setenta ese desconcierto ante los nuevos tiempos con una frase memorable: "Yo ya no s¨¦ si soy uno de los nuestros".
La vocaci¨®n pol¨ªtica puede terminar siendo una profesi¨®n especializada, dedicada -dentro de la divisi¨®n social del trabajo- a cubrir puestos retribuidos en los aparatos de los partidos y a desempe?ar cargos remunerados representativos o de libre designaci¨®n dentro de la Administraci¨®n central, auton¨®mica y municipal. Adem¨¢s de una eficaz burocracia p¨²blica, el sistema democr¨¢tico necesita partidos capaces de cumplir las tareas fijadas por el art¨ªculo 6 de la Constituci¨®n: es obvio que los partidos no podr¨ªan realizar esas funciones sin afiliados que las llevaran a cabo profesionalmente.
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