Del mesianismo al pragmatismo
Estados Unidos deja atr¨¢s los delirios 'neocon' en pol¨ªtica internacional y apuesta por el realismo. Obama quiere desactivar conflictos y busca nuevos socios estrat¨¦gicos. La UE, e incluso la OTAN, pierden relevancia
La sucesi¨®n de fastos internacionales celebrados entre el 31 de marzo y el 7 de abril ofrece una ocasi¨®n inmejorable para calibrar qu¨¦ hay de nuevo en la agenda de seguridad desde una perspectiva europea. El advenimiento de Barack H. Obama es, con diferencia, el factor que m¨¢s decisivamente ha dinamizado un panorama tan obsesiva como infructuosamente centrado en Afganist¨¢n y en Ir¨¢n (con Corea del Norte empe?ada en atraer la atenci¨®n a ¨²ltima hora), lastrado por estrategias que ya han mostrado sobradamente sus limitaciones. A la espera de que el tiempo permita conocer con m¨¢s detalle el alcance y, sobre todo, las consecuencias de lo que ahora s¨®lo son indicios de cambio, ya es posible determinar con cierta precisi¨®n cu¨¢les son sus perfiles principales.
Washington explora la posibilidad de estrechar v¨ªnculos con China, India, Brasil y Turqu¨ªa
La OTAN no es el futuro de los europeos. No resuelve sus problemas y les hace depender de EE UU
No parece que los nuevos aires en la Casa Blanca auguren un renovado entusiasmo por convertir a la ONU en el principal gestor de la seguridad mundial. Nada indica que se vaya a realizar un esfuerzo real por reformar su Consejo de Seguridad ni por aumentar sus capacidades de alerta temprana y, m¨¢s improbable a¨²n, de acci¨®n temprana (con medios propios o asignados por los Estados miembros). Antes bien, lo m¨¢s probable es que, adem¨¢s de su tradicional cometido como foro diplom¨¢tico, sus funciones se limiten a labores asistenciales, como instancia humanitaria que, en el mejor de los casos, coordine a actores civiles dedicados a la reconstrucci¨®n postb¨¦lica. Si esto se confirma, deberemos interpretarlo como un rotundo fracaso, por falta de suficiente voluntad pol¨ªtica de sus miembros para materializar la aspiraci¨®n del nuevo orden internacional que Kofi Annan identificaba, en 2005, con "desarrollo, seguridad y derechos humanos para todos", con la ONU como protagonista central en un marco de multilateralismo eficaz.
A partir de esa constataci¨®n, y en mitad de una crisis econ¨®mica global que estimula los resabios nacionalistas (tambi¨¦n en el terreno de la seguridad y defensa), lo que se haga a escala nacional o regional ser¨¢, por definici¨®n, incompleto, aunque siempre se pueda decir que la realidad se impone a la utop¨ªa. As¨ª ocurre, en primer lugar, con Estados Unidos. Reconocida, como m¨ªnimo, como la naci¨®n imprescindible ("EE UU no puede arreglar todos los problemas mundiales, pero el mundo tampoco puede hacerlo sin EE UU"), conviene no olvidar que Obama se mueve, sobre todo, en defensa de sus intereses nacionales.
Aunque a los europeos nos cueste reconocerlo, Washington ya no se preocupa de esconder sus preferencias por otros actores. Por una parte, siempre podr¨¢ aducirse que esto se debe a que sigue contando con que, en lo esencial, a¨²n estamos de acuerdo y compartimos el mismo barco. Pero tambi¨¦n responde a nuestra propia inoperancia como Uni¨®n Europea y a una mezcla de preocupaci¨®n (Rusia, Ir¨¢n...) y oportunidad (China, India, Brasil, Turqu¨ªa...), que le lleva a atender otros frentes.
En clave geoestrat¨¦gica, las reuniones bilaterales que Obama ha mantenido estos d¨ªas durante su gira europea con sus hom¨®logos chino y ruso -m¨¢s su visita a Ankara- son m¨¢s determinantes que las celebradas con los dirigentes comunitarios. Esto no indica todav¨ªa un giro radical en las preferencias estadounidenses a la hora de buscar aliados s¨®lidos para hacer frente a las amenazas globales que nos afectan a todos; pero s¨ª debe verse como un aviso para navegantes que no pueden despistarse sobre el riesgo de irrelevancia al que se enfrentan si no consiguen hacer operativos sus sue?os de grandeza ("la UE es un actor de envergadura mundial", proclama con escasa convicci¨®n la vigente Estrategia Europea de Seguridad).
Al margen de la aprobaci¨®n o rechazo suscitados por los recientes mensajes de Washington -desde la posible reconsideraci¨®n del escudo antimisiles en suelo europeo a la invitaci¨®n a Ir¨¢n, pasando por la nueva estrategia para Afganist¨¢n/Pakist¨¢n o la oferta de resetear las relaciones con Mosc¨²-, conviene recordar que todo ello responde a decisiones estrictamente nacionales. Washington es consciente de que Rusia vuelve a plantar cara y necesita prestarle m¨¢s atenci¨®n. Para ello tiene que desembarazarse de algunas hipotecas (Irak, primero, pero tambi¨¦n el resto de las trampas en las que se ha metido en Oriente Medio) y aliviar la tensi¨®n en ¨¢reas no esenciales (reanudando as¨ª las conversaciones de desarme nuclear o dejando ver que Georgia y Ucrania no valen un disgusto mayor). Frente al mesianismo neocon de estos ¨²ltimos a?os, parece abrirse paso un innegable pragmatismo que rebaja, por ejemplo, las pretensiones de vender la democracia occidental a escala planetaria (de ah¨ª el cambio en Afganist¨¢n, para concentrarse en la estabilizaci¨®n y la reducci¨®n de la amenaza terrorista).
Por lo que respecta a la OTAN -forzosamente encantada de celebrar sus 60 a?os de existencia en mitad de una crisis en la que se ha metido huyendo hacia adelante, en su desesperada b¨²squeda de una nueva raz¨®n de ser-, las perspectivas tampoco son muy halag¨¹e?as. La Cumbre de la Alianza ha terminado sin un nuevo concepto estrat¨¦gico (ahora se anuncia para 2010) y las incorporaciones de Albania y Croacia no ocultan su insuficiente nivel de compromiso para cumplir con sus planes de capacidades militares, ni las divergencias internas sobre su orientaci¨®n futura. La mayor¨ªa de los miembros del Este europeo siguen demandando una organizaci¨®n centrada en la defensa colectiva (territorial, por m¨¢s se?as). Otros apuestan por reconvertir a la OTAN en un omnipotente instrumento, encargado de tareas que vayan mucho m¨¢s all¨¢ de la defensa, para abarcar -con evidente riesgo de que se diluya su valor a?adido hist¨®rico- la ayuda econ¨®mica, la acci¨®n humanitaria y hasta la construcci¨®n nacional. Y todav¨ªa algunos (?EE UU?) parecen preferir que sea un mero caj¨®n de sastre, del que echar mano si no hay m¨¢s remedio. Para desgracia de unos y otros, Afganist¨¢n tiene gran parte de la respuesta sobre el futuro inmediato de una OTAN que se ha metido sola en un callej¨®n de improbable salida exitosa.
Mientras tanto, la UE no logra consolidar un espacio y un papel significativo en este nuevo escenario. ?Qu¨¦ gobernante comunitario se atreve hoy a hacer de la PESC/PESD una prioridad de su agenda pol¨ªtica? Incluso quien se ha animado a mover ficha, Francia, lo ha hecho, una vez m¨¢s, por puros intereses nacionales. ?Cree realmente la diplomacia francesa que convence a alg¨²n europe¨ªsta cuando insiste en que "si Francia asume todas sus responsabilidades (reentrada en la estructura militar de la OTAN), Europa ser¨¢ m¨¢s influyente en una Alianza m¨¢s equilibrada"? No deja de resultar chocante que se acepte con tanta parsimonia la iniciativa francesa, en contraste con la acritud con la que se acusaba a checos y polacos de negociar su seguridad directamente con Washington (escudo antimisiles), al margen de las instancias comunitarias. Una vez m¨¢s, aceptamos nuestra incapacidad para construir una verdadera pol¨ªtica exterior, de seguridad y defensa com¨²n, aun siendo conscientes de que por separado no tenemos opci¨®n alguna y de que la OTAN no puede ser nuestro futuro, en tanto que nos convierte en subordinados eternos. Ese futuro de mayor seguridad propia s¨®lo llegar¨¢ con un sistema de seguridad paneuropeo, que integre a Mosc¨² y que establezca un v¨ªnculo multidimensional con Washington, al margen de la OTAN.
?Y Espa?a? Atascada. Ni en el plano nacional se impulsa definitivamente la elaboraci¨®n de la tan necesaria Estrategia Nacional de Seguridad; ni en el internacional se logra poner sobre la mesa ninguna iniciativa de peso (?capacidades civiles al servicio de la prevenci¨®n y gesti¨®n de crisis?). En lugar de eso, nos dedicamos a pedir disculpas por los errores (Kosovo) y a seguir con la pol¨ªtica de parches (m¨¢s implicaci¨®n en Afganist¨¢n). As¨ª no es.
Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.