Conversiones
Sue?o que fumo. Me despierto. No fumo. Con las orejas agujereadas por terap¨¦uticas agujas, con desconsuelo, con la vulnerable certidumbre de decirle adi¨®s al humo, recordando al pat¨¦tico Zeno, aquel inolvidable personaje que se invent¨® el turbador Italo Svevo y que consigui¨® llegar a la resignada vejez repiti¨¦ndose obsesivamente desde que era joven: "Ma?ana dejo el tabaco". En vano, por supuesto. Busco el salvador ritual del caf¨¦. Prohibido. Se lleva fatal con el mono nicot¨ªnico. Recurro a otra de mis impagables y gozosas costumbres. Leer a Enric Gonz¨¢lez, un primoroso narrador de historias, una cultura enciclop¨¦dica, alguien que ha elevado el bistur¨ª de la iron¨ªa a la categor¨ªa de las Bellas Artes describiendo y razonando el casi siempre lamentable estado de las cosas. No lo encuentro. El d¨ªa empieza crudo.
Pillo el metro porque sospecho que las calles est¨¢n cortadas por las manifestaciones del D¨ªa del Trabajo, glorificado por la surrealista Leire Paj¨ªn, convencida de que estamos todos en el mismo barco y tenemos que remar en la misma direcci¨®n y por el proletario ministro Corbacho, que alaba la responsabilidad con la que est¨¢n actuando los sindicatos. Estornudo varias veces y algunos vecinos me miran mosqueados, sin dudas sobre la encarnaci¨®n de la gripe porcina en mi deca¨ªdo organismo.
Pero me encuentro con algo que me levanta el ¨¢nimo. Son las conmovedoras declaraciones de la izquierdista Rosa Aguilar arrepinti¨¦ndose repentinamente de haber relacionado hace tiempo al impoluto estadista Felipe Gonz¨¢lez con los impresentables mercenarios del GAL (qu¨¦ chapuceros, qu¨¦ trincones, qu¨¦ aficionados eran, me comenta alguien que sent¨ªa orgasmos cada vez que les explotaban sus propias bombas en el careto a los patriotas de ETA) y suplicando su perd¨®n por la impune calumnia. "Nunca es tarde si la dicha es buena", me aseguraba desde que era peque?ito mi sabia y positiva madre. Pues eso.
Se lamenta Aguilar de que en la pol¨ªtica a veces se hace da?o innecesariamente al rival, al respetable ser humano. Qu¨¦ bonito que haya accedido a la luz. Todos sabemos por la sagrada boca de los inefables jueces que el GAL fue un invento exclusivo del sibilino Vera y del chulazo Amedo.
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