Lobos
Para comerse a Caperucita el lobo ha tenido que adaptarse a los nuevos tiempos. En cualquier parque infantil se puede contemplar a veces una imagen estremecedora. Los ni?os juegan dando gritos de golondrina mientras las madres charlan sentadas en los bancos sin perder ojo cada una, como es l¨®gico, de su propia criatura. Esta nube de ni?os felices a la sombra de los pl¨¢tanos compone una estampa muy armoniosa. Hoy los ni?os no temen al lobo porque el lobo suele tener un rostro muy amable, como el de ese se?or desconocido de mediana edad, vestido de gris, que a cierta distancia los observa de forma obsesiva, inm¨®vil junto a la valla. A simple vista nadie es capaz de adivinar la irresistible tensi¨®n que lo atenaza por dentro, pero este lobo ha fijado una mirada vidriosa en una Caperucita de cinco a?os que juega a solas fuera del control de su madre. El lobo reclama su atenci¨®n y le ofrece un caramelo con una sonrisa llena de bondad, que apenas deja ver los colmillos asomados por la comisura. El lobo adopta otras veces el aspecto de ese amable vecino que se cruza todos los d¨ªas en el portal de casa con otra Caperucita, una adolescente muy inquieta y un poco rebelde. La saluda siempre con una palabra cari?osa, pero algunas ma?anas la sigue hasta el colegio a pie o en el mismo autob¨²s sin que ella se d¨¦ cuenta. Por la tarde la espera a la salida de clase y desde una esquina la descubre entre el bullicio de los compa?eros. Estudia cada uno de sus movimientos, conoce todos sus itinerarios y de regreso a casa hace lo posible para coincidir en el portal y tomar el mismo ascensor. Caperucita est¨¢ lejos de imaginar a qu¨¦ se debe la respiraci¨®n agitada de ese vecino tan amable cuando se cruza con ella. Una noche de verano al final de una verbena el lobo ya no resiste m¨¢s. Caperucita reconoce al vecino dentro de un coche, el cual con una sonrisa amable le propone llevarla a casa. La historia termina con una nube de aves carro?eras sobrevolando un enorme vertedero municipal. No existe imagen m¨¢s genuina del terror moderno. Las palas mec¨¢nicas que escarban in¨²tilmente en la ingente monta?a de basura o el propio lobo que se suma a otros vecinos en la busca de Caperucita dentro de un pozo.
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