2-6, modelo para armar
Juande Ramos tiene raz¨®n: no fue un ba?o. Fue un acto de justicia. El Bar?a ha empezado una ¨¦poca del f¨²tbol, y la ha revalidado ante el Madrid, y el Madrid ha concluido su particular festival de la mediocridad, y en este ¨²ltimo partido ha escenificado la desnudez de su juego. El resultado no es deplorable, tan s¨®lo: es un subrayado de su historia reciente, el certificado de que ha de comenzar ya su punto y aparte. Aquel Ra¨²l que mand¨® callar al Camp Nou debe ahora iniciar su propio silencio, y no es el que m¨¢s debe callar, porque ¨¦l ha conservado en el equipo las ganas de ganar que resultan s¨®lo pat¨¦ticas cuando la victoria es p¨ªrrica, o ara?ada.
Es un momento crucial del f¨²tbol, tambi¨¦n; esa Liga de distancias siderales, el Bar?a all¨¢ arriba, los dem¨¢s hundi¨¦ndose en un f¨²tbol de una mediocridad espasm¨®dica, representa un f¨²tbol poco exigente en el que el juego del dinero ha dado de s¨ª aberraciones apabullantes que en alg¨²n momento tachar¨¢n econom¨ªas y alineaciones.
Frente a esa mediocridad que ha sido alabada por los que ve¨ªan al Madrid acercarse al Bar?a como si lo m¨¢s importante fueran los resultados, y no c¨®mo los obten¨ªa, el equipo azulgrana ha puesto en escena dos actitudes que se han juntado en una sola: el entrenador, Pep Guardiola, les ha dicho que ganar no es lo ¨²nico importante. Aunque te den un ba?o, juega. A ganar, pero juega. Y los futbolistas se dedicaron a jugar, lo ¨²nico importante. Eso es lo que pas¨® el s¨¢bado en el Bernabeu; cuatro puntos son un tesoro que cualquiera guarda. Pero el Bar?a sali¨® a ganar, y fue perdiendo, pero sigui¨® jugando como al principio: desde detr¨¢s, centrando, marcando al rival, pero agit¨¢ndose, como si estuviera jugando un amistoso en el que fuera imprescindible hacer espect¨¢culo.
Enfrente ten¨ªa un equipo que quer¨ªa ganar como fuera, incluso sin jugar. Chocaron las dos filosof¨ªas y se produjo el ba?o. Pudo haberse producido otro resultado, y seguramente el Bar?a hubiera jugado bas¨¢ndose en la misma t¨¢ctica. Porque lo que distingue ahora al Bar?a es que no juega para que el otro no juegue, sino para jugar. Esa diferencia marca una nueva manera de apostar, a la que el Madrid ha opuesto una voluntad, la de Ra¨²l, que esta vez opt¨® por silenciarse a s¨ª mismo, como si estuviera pidiendo un relevo colectivo que el Bar?a ha sentenciado con un espect¨¢culo al que Juande no quiso llamar ba?o. Claro, no fue un ba?o, fue un acto de justicia, un placer que tendr¨ªan que disfrutar en secreto tambi¨¦n Juande y los futbolistas del Madrid. Despu¨¦s del 2-6, a este Madrid no le queda modelo para armar.
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