Un cementerio junto al bullicio
La necr¨®polis brit¨¢nica, en Carabanchel, acoge un millar de enterramientos
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Aunque se encuentra en Carabanchel, el Cementerio Brit¨¢nico de Madrid parece estar dentro de una burbuja en el espaciotiempo. En este solar de la calle del Comandante Fontanes, 7, propiedad del Gobierno de Reino Unido, se viene enterrando, desde su fundaci¨®n en 1854, a los extranjeros no cat¨®licos a los que no se permit¨ªa dar sepultura en los cementerios cat¨®licos espa?oles. El port¨®n de la muralla roja, bajo un arco apuntado, se abre y muestra las l¨¢pidas clavadas en la tierra, algunas rotas, otras torcidas, las cruces erguidas, los inquietantes ¨¢ngeles de granito, un ambiente rom¨¢ntico y decadente con cierto aire de jard¨ªn tradicional ingl¨¦s.
Antes de la existencia del cementerio, los cad¨¢veres de los ciudadanos brit¨¢nicos eran arrojados al mar o enterrados en terrenos privados. Cuenta el historiador Carlos Saguar Quer en su obra sobre este camposanto, que, cuando el cad¨¢ver de mister Hole, un ingl¨¦s secretario del embajador, fue arrojado al mar en Santander, los pescadores, temiendo que el cuerpo del hereje ahuyentase a los peces, lo devolvieron a tierra, donde fue devorado por aves carro?eras. Esta era la penosa situaci¨®n en unos tiempos en que muchos extranjeros ven¨ªan a Espa?a a colaborar en el desarrollo del incipiente ferrocarril o la industria. Muchos hombres de negocios, ingenieros, fot¨®grafos y t¨¦cnicos descansan bajo el suelo del cementerio.
En el camposanto descansan fot¨®grafos, hombres de negocios e ingenieros
Una losa anuncia la sepultura de tres miembros de la familia Loewe
En las l¨¢pidas puede verse escritura hebrea y estrellas de David
Adosado al muro trasero hay un misterioso pante¨®n de forma piramidal
La necr¨®polis, de menos de una hect¨¢rea en la confluencia de las calles de Inglaterra e Irlanda, queda ajena al bullicio de la cercana calle del General Ricardos. Inmersos en este silencio espeso no s¨®lo descansan brit¨¢nicos anglicanos, sino tambi¨¦n ortodoxos rusos y griegos, luteranos suecos o multitud de jud¨ªos. Hay un 30% de no brit¨¢nicos. David J. Butler, un gentleman ingl¨¦s aficionado a la historia, sabe que este cementerio esconde tambi¨¦n innumerables relatos que, desde hace a?os, trata de desenterrar.
Butler camina entre las tumbas y muestra una parte del cementerio con fuerte presencia hebrea. "No se trata de una zona espec¨ªficamente jud¨ªa, pero casualmente hay muchos por aqu¨ª". En las l¨¢pidas se ve escritura hebrea y estrellas de David. El pante¨®n de la familia de banqueros austroh¨²ngaros Bauer, situado en esta zona, c¨²bico y coronado por una gran pir¨¢mide de estilo neoegipcio, es lo m¨¢s destacado del cementerio.
Butler se?ala un hueco en el suelo, entre las tumbas, donde no hay l¨¢pida alguna. "Es probable que ah¨ª est¨¦ enterrada la viuda de uno de los miembros del Gobierno de Vichy, colaborador de los nazis, que firm¨® la deportaci¨®n de decenas miles de jud¨ªos a los campos de concentraci¨®n".
Hay ilustres personajes descansando entre las acacias y los tilos del cementerio. Una l¨¢pida sobria y negra anuncia la sepultura de tres miembros de la familia Loewe, fundadora de la prestigiosa casa de cuero y accesorios. Hay otros nombres conocidos: los industriales Boetticher, los Lhardy, fundadores del c¨¦lebre restaurante de la carrera de San Jer¨®nimo, o el pionero de la fotograf¨ªa en Madrid, Charles Clifford. Hay tumbas de procedencias lejanas y ex¨®ticas: miembros de la dinast¨ªa Bagration, que rein¨® en Georgia y se exili¨® a Europa occidental tras la revoluci¨®n rusa, se encuentran en el cementerio. Tambi¨¦n el conde polaco Zavadowsky Miklazewsky o la baronesa Tatiana de Korf.
O William Parish, el domador que se cas¨® con la hija de Thomas Price y fund¨® el circo Parish, posteriormente bautizado circo Price, tal y como se le conoce -renovado- en la actualidad, seg¨²n explica Butler. Al fondo del cementerio, adosado al muro trasero, hay un misterioso pante¨®n con forma piramidal, de posible influencia mas¨®nica, en el que se abre una puerta falsa y que pertenece a la familia Tertsch, seg¨²n el texto del historiador Saguar Quer. En el cementerio hay hasta una tumba musulmana.
Todav¨ªa se realizan actos funerarios, aunque el espacio se destina m¨¢s a acoger cenizas que a enterramientos, para los que apenas queda hueco. "En Inglaterra somos m¨¢s proclives a la cremaci¨®n", se?ala Butler. En un muro hay placas que informan sobre las cenizas enterradas en cualquier esquina de la finca, sin ninguna se?al. En 2008 ingresaron en el cementerio las cenizas de tres difuntos. En lo que va de este a?o s¨®lo han llegado las de uno. En total, hay alrededor de 1.000 personas enterradas en unas 600 sepulturas.
El Cementerio Brit¨¢nico sobrevive sin subvenciones, s¨®lo financiado por las aportaciones de las familias y por colaboraciones desinteresadas. El comit¨¦ que gestiona el cementerio, presidido por el c¨®nsul general brit¨¢nico en Madrid, trata de recolectar fondos para la conservaci¨®n y mantenimiento de este lugar, entre cuyos muros se conservan todas estas historias y muchas m¨¢s que quiz¨¢ nunca conoceremos.
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