Falta una apuesta
Diversificar las fuentes, los combustibles y las rutas del suministro energ¨¦tico se ha convertido en acuciante consigna europea. Sobre todo desde la crisis de principio de a?o, que dej¨® yertos de fr¨ªo a rumanos, b¨²lgaros y h¨²ngaros por la interrupci¨®n del suministro de gas ruso en su tr¨¢nsito a trav¨¦s de Ucrania.
Con ese acicate, un proyecto alumbrado hace un a?o por polacos y suecos ha tomado r¨¢pido vuelo. Hoy, transcurrido muy breve lapso de tiempo para estas cosas y entre ecos de las maniobras de la OTAN y rebeliones militares en Georgia se celebra la cumbre de la nueva "Asociaci¨®n oriental": la UE, con los vecinos del bajo vientre ex sovi¨¦tico: Bielorrusia, Moldavia, Georgia, Azerbaiy¨¢n y Armenia. Una mezcla heter¨®clita de euro-orientales y cauc¨¢sicos, bajo el designio de estabilizar la zona, para garantizar la seguridad del suministro energ¨¦tico. Y, pero esto s¨®lo se susurra, acelerar el acceso del continente al gas del Caspio.
El gasoducto a Nigeria diversificar¨ªa el suministro y reequilibrar¨ªa el sur y el este de la Uni¨®n Europea
Sus yacimientos ya tienen hilvanadas dos v¨ªas de salida: el ITGI (interconexi¨®n Turqu¨ªa-Grecia-Italia; 8.000 millones de metros c¨²bicos, algo menos del gas que exporta Argelia a Espa?a) y el Nabucco (Turqu¨ªa-Bulgaria-Rumania-Hungr¨ªa-Austria; 31.000 millones). Y una tercera, tan s¨®lo dibujada, el Whitestream, desde Georgia, a trav¨¦s del mar Negro.
Son el corredor meridional, emprendido por consorcios de gasistas nacionales bajo el paraguas y apoyo de Bruselas. Un corredor para complementar el abastecimiento energ¨¦tico ruso por el B¨¢ltico.
La cumbre ser¨¢ deslucida de asistencia. Pero el proceso que inicia es imparable, alcanzar¨¢ masa cr¨ªtica. La proyecci¨®n hacia el este galopa hacia nuevas zonas de influencia. Con el l¨®gico apoyo de todos, porque la Uni¨®n implica incorporar como propios los intereses de los socios. Pero las l¨ªneas de avance simult¨¢neas en ritmo e intensidad y paralelas en dotaci¨®n presupuestaria hacia el este y hacia el sur acordadas en 1995 bajo el auspicio de Helmut Kohl y Felipe Gonz¨¢lez, cuando se lanz¨® el espacio euromediterr¨¢neo, se van desequilibrando. No por culpa de la presi¨®n de los centroeuropeos en favor de su vecindad, sino de la timidez de los euromeridionales en acelerar la estructuraci¨®n y dotaci¨®n de la Uni¨®n por el Mediterr¨¢neo (ahora, paralizada por la crisis Israel / Palestina) y en mirar m¨¢s abajo del Magreb.
Desde tiempos de Carlos Solchaga yac¨ªa en los archivos del Ministerio de Industria un viejo proyecto espa?ol de gasoducto a Nigeria, la quinta potencia energ¨¦tica del mundo, con 30 veces m¨¢s reservas gas¨ªsticas que Argelia. Ahora ya se dispone del estudio de viabilidad del Transahariano desde Almer¨ªa hasta Nigeria pasando por Argelia y N¨ªger, encargado por los nigerianos, con apoyo de la Total francesa. Suministrar¨ªa el mismo flujo que el gran Nabucco.
Al comisario Andris Piebalgs le parece apetecible. "Tendr¨ªamos inversores, aunque sea caro", asegur¨® hace poco en Barcelona. Caro, por largo: 4.300 kil¨®metros. Y ser¨ªa ¨²til para diversificar: hacia el sur de Europa, s¨ª, pero tambi¨¦n hacia el norte, cuando se completen las interconexiones intercomunitarias previstas.
Al igual que en el coraz¨®n del continente se perfilan dos corredores, tambi¨¦n el suministro hacia el sur occidental (Pr¨®ximo Oriente es otra historia a¨²n m¨¢s compleja) se asentar¨ªa sobre dos patas: la magreb¨ª (Argelia / Libia), que ya funciona, aunque con reiterados vaivenes y reveses. Y la del ?frica central-occidental: que incluye a la vieja conocida Guinea, potencia petrolera emergente.
Pese a su actitud simpatizante, dif¨ªcilmente Bruselas, enfrascada en resolver el siempre urgente damero ruso-ucranio y cauc¨¢sico, tomar¨¢ a corto plazo m¨¢s iniciativa que la de apoyar lo que surja.
Y para que surja, se requiere que alguien realice una apuesta geopol¨ªtica, un dise?o, un envoltorio institucional al triple inter¨¦s energ¨¦tico, comercial y de inducci¨®n al desarrollo end¨®geno en el ?frica subsahariana, receta que modera migraciones. Los problemas obvios son de seguridad y estabilidad. ?Acaso son m¨¢s dram¨¢ticos que en Georgia? Espa?a tiene condiciones para lanzarla. Y pugnar por mantener as¨ª el paralelismo entre las miradas al este y al sur.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.