Sumergirse en Benet
Hace ahora once a?os me apunt¨¦ a clases de submarinismo. Me acababa de enterar de que Julio Llamazares hab¨ªa nacido en un pueblo, Vegami¨¢n, sumergido tiempo despu¨¦s bajo las aguas de un embalse construido por el ingeniero, am¨¦n de escritor, Juan Benet. En aquella ¨¦poca yo era benetiano hasta las trancas, as¨ª que me inscrib¨ª a un cursillo de inmersi¨®n y, cuando hube aprendido a bucear, viaj¨¦ a Le¨®n, busqu¨¦ el pantano del Porma y me plant¨¦ en la orilla pensando que hay escritores tan grandes que, hagan lo que hagan, crean otros escritores, como ocurri¨® con Benet y Llamazares, autor este ¨²ltimo que en alguna ocasi¨®n ha reflexionado en voz alta sobre la importancia de nacer en un municipio hoy pasto de peces. Como cabe suponer, nunca me sumerg¨ª en el citado embalse. No me atrev¨ª. Aguas turbias, coraz¨®n cobarde. Se podr¨ªa decir que me ocurri¨® lo mismo que a Benet cuando, seg¨²n cierta leyenda, envi¨® a William Faulkner un ejemplar de su ¨²ltima novela. Se dice por ah¨ª que alg¨²n tiempo despu¨¦s el ingeniero vol¨® a Estados Unidos resuelto a conocer personalmente a su admirado escritor. Lleg¨® entonces al aeropuerto, alquil¨® un coche y se dirigi¨® a la casa del creador del condado de Yoknapatawpha. En el camino se detuvo a comprar una botella de bourbon a modo de obsequio. Despu¨¦s condujo hasta el hogar donde ya deb¨ªa de consumirse Faulkner. Cuenta la tradici¨®n oral que Benet pas¨® m¨¢s de una hora en el interior del coche, acaso observando la botella sobre el salpicadero, quiz¨¢ con la mirada en la fachada del edificio. Al final le ocurri¨® lo mismo que a m¨ª ante el pantano del Porma: que no se atrevi¨®. Tal vez las aguas le parecieran turbias. Qui¨¦n sabe. Por supuesto, hay otras versiones de la misma leyenda. La primera, contada por los benetianos, asegura que reuni¨® el valor para entrar en la casa, donde encontr¨® su novela colocada en un anaquel, junto a otros autores de gran calibre, del despacho de Faulkner. La segunda, narrada por los antibenetianos, afirma que su libro estaba sin desembalar, abandonado en un rinc¨®n, junto al correo indeseado. Que cada cual adopte la versi¨®n que prefiera. Pero que lo haga tras haber tratado de sumergirse en la obra de Benet, algo en la actualidad muy f¨¢cil, dado la labor iniciada por la editorial Debolsillo al reeditar, libre de censuras, toda su obra relacionada con Regi¨®n, trasunto espa?ol de aquel territorio imaginario llamado Yoknapatawpha. Habr¨¢ quien se sienta rechazado por el estilo alambicado del madrile?o, del mismo modo que yo me sent¨ª intimidado ante las aguas del embalse, pero habr¨¢ tambi¨¦n quien se deje inundar por la obra de ingenier¨ªa que oculta sus libros, mejorando en consecuencia su comprensi¨®n de la literatura y vi¨¦ndola a partir de entonces no como un bote sobre la superficie, sino como un pueblo silente en el abismo de un pantano. Y quiz¨¢ de esas lecturas surja otro Llamazares, otro Mar¨ªas, otro escritor al fin y al cabo. Aprovecho la ocasi¨®n para jurar que este a?o me sumergir¨¦, de una vez por todas, en el embalse del Porma. Y si aparece el miedo, me pimplar¨¦ una botella de bourbon para despu¨¦s zambullirme, de una forma aut¨¦nticamente f¨ªsica, en una obra de Benet.
Volver¨¢s a Regi¨®n (304 p¨¢ginas. 9,95 euros), Una meditaci¨®n (400 p¨¢ginas. 9,95 euros), Un viaje de invierno (200 p¨¢ginas. 8,95 euros), La otra casa de Maz¨®n (192 p¨¢ginas. 8.95 euros). Juan Benet. Debolsillo. Barcelona, 2009. ?lvaro Colomer (Barcelona, 1973) es autor de la novela Mimodrama de una ciudad muerta (Siruela) y del ensayo Guardianes de la Memoria (MR). En septiembre publicar¨¢ Los bosques de Upsala (Alfaguara).
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