Ley de Barrios y ARE
M¨¢s de cuatro a?os de aplicaci¨®n de la Ley de Barrios permiten hacer valoraciones. El mismo Departamento de Obras P¨²blicas de la Generalitat de Catalunya ha presentado el resultado en una serie de exposiciones y en un gran libro recopilatorio: los casi 100 barrios beneficiados, con las intervenciones m¨¢s representativas y todas las cifras de las inversiones, son claramente visibles.
Dicha ley ha comportado evidentes cualidades, empezando por una capacidad de previsi¨®n que es excepci¨®n en unas pol¨ªticas generalmente cortas de vista. La Ley de Barrios no s¨®lo se activ¨® antes de la crisis, sino que ha tenido como objetivo evitar uno de sus posibles efectos: la aparici¨®n de guetos en centros hist¨®ricos degradados y en barrios perif¨¦ricos poco cohesionados y mal equipados. Adem¨¢s, se ha generado un nuevo tipo de municipalismo, auspiciado por un Gobierno catal¨¢n que, al mismo tiempo que ha promovido la ley, ha dejado la iniciativa a los ayuntamientos, potenciando funcionamientos m¨¢s transversales en consistorios que, demasiadas veces, se hab¨ªan quedado anacr¨®nicos y obsoletos en sus compartimentaciones burocr¨¢ticas.
Las ¨¢reas residenciales estrat¨¦gicas se han planteado tarde y con la voluntad debilitada para hacer un nuevo urbanismo
Siguiendo otro de sus principios, la transparencia, la ley se ha aplicado con una voluntad de revisi¨®n constante, que estaba, por ejemplo, en la gesti¨®n de las New Towns inglesas, con la intenci¨®n de ir aprendiendo de la experiencia a partir de continuas exposiciones, debates y valoraciones de lo ya realizado.
Mirado en el detalle de cada intervenci¨®n, los resultados habr¨¢n sido mejores o peores, completos o parciales, a buen ritmo o muy lentos, pero siempre han significado una mejora. Ciertamente, a la hora de la verdad, se ha hecho m¨¢s obra p¨²blica tradicional, con la mejora del espacio p¨²blico y la urbanizaci¨®n, nuevos equipamientos, reparaci¨®n de fachadas y cubiertas, e introducci¨®n de escaleras y ascensores, que transformaciones m¨¢s sutiles del funcionamiento de las ciudades: las partidas menores han sido las de sostenibilidad, igualdad de g¨¦nero, programas sociales y accesibilidad, demostrando que a¨²n queda por hacer en tres de los pilares esenciales del nuevo urbanismo: participativo, ecol¨®gico e igualitario. Pero tambi¨¦n es cierto que se han creado nuevas figuras, como el agente de igualdad, y que en algunos casos ha habido una aut¨¦ntica participaci¨®n vinculante.
Las ARE (¨¢reas residenciales estrat¨¦gicas), conceptualmente complementarias a la Ley de Barrios, se han planteado tarde, en pleno periodo de crisis y con la voluntad debilitada para hacer un nuevo urbanismo. La lentitud en la tramitaci¨®n de la Ley del Derecho a la Vivienda ha sido una de las causas y todo ello ha comportado tiempo insuficiente para su elaboraci¨®n, menos transparencia en su gestaci¨®n y un reparto del trabajo entre los equipos de urbanistas ya habituales. Es muy sintom¨¢tico que de las casi 100 ARE previstas inicialmente, unas 30, entre ellas algunas muy representativas, como las de Ripoll, Banyoles, Manlleu, Berga, Sant Vicen? de Castellet, Sort, Vilanova i la Geltr¨², El Vendrell, Cambrils, Montblanc, Tordera, Sant Celoni, Cerdanyola del Vall¨¦s y L'Hospitalet de Llobregat, hayan sido rechazadas por distintas razones.
Una parte de los motivos radica en problemas intr¨ªnsecos de algunas de las ARE, detectados por las mismas instituciones, que han hecho informes desfavorables, en especial por parte de Costas y de Protecci¨®n Civil del Departamento de Interior, por considerarlos demasiado cerca de v¨ªas de ferrocarril y autopistas, o en disfunciones en los planteamientos de partida -tama?o, forma, situaci¨®n, preexistencias, excesiva utilizaci¨®n de terrenos agr¨ªcolas, etc¨¦tera-, que han sido argumentados por los propios municipios. En otros casos se han a?adido factores procedentes de los intereses o prejuicios de la denominada sociedad civil: la oposici¨®n de propietarios y promotores, que han entendido que estos barrios de vocaci¨®n social interfer¨ªan en sus expectativas de desarrollo y especulaci¨®n; las reticencias de los nost¨¢lgicos de una Catalu?a arc¨¢dica y no urbana; y algunos vecinos que han fomentado el temor infundado de que dichos barrios se convertir¨¢n en lugares para pobres y migrantes. Un peculiar c¨®ctel de motivos y una larga serie de cuestiones de partida que van a ser vitales debatir muy abiertamente, en especial ahora que se aprueban las 20 o 25 ARE que se van a realizar en una primera convocatoria.
Los nuevos barrios sociales y sostenibles son vitales para el futuro de Catalu?a y el primer paso positivo radica en disponer de suelo controlado desde la promoci¨®n p¨²blica. Pero antes es esencial debatir detenidamente sobre unas formas de crecimiento menos expansivas y m¨¢s concentradas, ahora cuando es la ocasi¨®n de intervenir coordinadamente para que las ciudades existentes se reestructuren adecuadamente, los suburbios se transformen en ciudad y las nuevas ¨¢reas residenciales sean barrios ecol¨®gicos y con calidad de vida urbana.
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