Investidura an¨®mala
Las mayor¨ªas parlamentarias son siempre, o casi siempre, minor¨ªas pol¨ªticas y, sobre todo, minor¨ªas sociales. Las mayor¨ªas parlamentarias absolutas son posibles como consecuencia de la ley electoral y no porque el partido o los partidos que suman la mayor¨ªa parlamentaria absoluta hayan obtenido la mayor¨ªa absoluta del censo electoral. En el caso m¨¢s extremo de la experiencia electoral espa?ola, el de 1982, dif¨ªcilmente repetible por lo dem¨¢s, el PSOE obtuvo 202 esca?os en el Congreso de los Diputados con el 48% no del censo electoral, sino de los votos v¨¢lidamente emitidos. Hubo m¨¢s votos v¨¢lidamente emitidos a favor de las dem¨¢s opciones pol¨ªticas que a favor del PSOE, aunque entre todas no reunieran m¨¢s que 148 esca?os. Tomando en consideraci¨®n las abstenciones, la mayor¨ªa parlamentaria absoluta hubiera sido incluso m¨¢s minoritaria. Todas las dem¨¢s mayor¨ªas parlamentarias absolutas se han conseguido con un porcentaje todav¨ªa menor, sensiblemente menor, de votos v¨¢lidamente emitidos.
No cabe formular ning¨²n reproche de legitimidad a la investidura parlamentaria de Patxi L¨®pez
Esto no quiere decir que una mayor¨ªa parlamentaria no sea una expresi¨®n pol¨ªtica genuina de la sociedad a la que representa. Se ha constituido con base en el ejercicio del derecho de sufragio en condiciones de igualdad y no se ha encontrado todav¨ªa en la historia de las sociedades humanas mejor f¨®rmula para garantizar la direcci¨®n pol¨ªtica de la comunidad. O dicho con otras palabras: la mayor¨ªa parlamentaria es la forma m¨¢s leg¨ªtima y m¨¢s eficaz de ejercicio del poder de todas las conocidas hasta la fecha.
Quiere decirse, pues, que no cabe formular ning¨²n reproche de legitimidad a la investidura parlamentaria de Patxi L¨®pez como lehendakari, como ha hecho el PNV esta semana, de la misma manera que tampoco puede formul¨¢rsele a la investidura de Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n como presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, como hizo el PP la semana pasada. La doble vara de medir del PP no solamente se produce en asuntos de corrupci¨®n, sino que tiene alcance general.
Pero el que no pueda formul¨¢rsele ning¨²n reproche de legitimidad, no quiere decir que se puedan desconocer las circunstancias que han hecho posible que existiera la mayor¨ªa parlamentaria que ha investido a Patxi L¨®pez como lehendakari. Si se hubieran podido traducir en esca?os los 100.000 votos nulos de la izquierda abertzale, el PSOE y el PP no hubieran podido tener mayor¨ªa para la investidura del candidato socialista. Para la investidura de un candidato no nacionalista es necesaria, al menos por el momento, la anulaci¨®n electoral de la izquierda abertzale, algo que no ha sido preciso en el pasado para la investidura de un candidato del PNV. ?sta es una diferencia entre las dos investiduras ¨²ltimas de Juan Jos¨¦ Ibarretxe y la de Patxi L¨®pez que no puede pasarse por alto.
Si a esta circunstancia a?adimos que la mayor¨ªa de investidura es una mayor¨ªa antinatural, constituida por dos partidos que tienen una trayectoria y un presente de enfrentamientos que van m¨¢s all¨¢ de lo que es usual en las democracias parlamentarias europeas, tendremos que convenir que estamos ante una investidura an¨®mala, que no se explica nada m¨¢s que por la par¨¢lisis en que se hab¨ªa instalado el subsistema pol¨ªtico vasco desde el desdichado Pacto de Lizarra y su continuidad de alguna manera en las diversas formulaciones del Plan Ibarretxe y que no puede tener m¨¢s objetivo que superar dicha par¨¢lisis.
Es posible que en esta legislatura, mientras el PNV resuelve sus tensiones internas y es capaz de definir una l¨ªnea pol¨ªtica ¨²nica que deje de incluir posiciones que son constitucionalmente inmanejables y mientras la izquierda abertzale decide, si puede, renunciar por completo a la violencia y poner fin a la tutela de ETA, la coalici¨®n gobernante disponga de tiempo para intentar que la vida pol¨ªtica vasca discurra por la senda de la normalidad democr¨¢tica m¨ªnima que es exigible a estas alturas de la historia.
La investidura de Patxi L¨®pez es una investidura an¨®mala, que ¨²nicamente se explica por la anomal¨ªa en que se hab¨ªa instalado la coexistencia m¨¢s que convivencia pol¨ªtica en el Pa¨ªs Vasco y que ¨²nicamente puede tener como objetivo poner fin a dicha anomal¨ªa y hacer posible que exista realmente una aut¨¦ntica convivencia, en la que no exista la l¨ªnea divisoria de quienes est¨¢n amenazados por ETA y quienes no lo est¨¢n.
En todo caso, conviene recordar que el nacionalismo vasco forma parte de la constituci¨®n material de Espa?a y que no es posible encontrar una f¨®rmula de gobierno genuinamente democr¨¢tica en la que dicho nacionalismo no encuentre su sitio. Cuanto m¨¢s pronto se consiga, tanto mejor para todos.
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