Aquellos a?os de crisis
Esta es la historia de dos mujeres, Dorothea Lange y Florence Owens Thompson, pero, como todos los relatos personales, es tambi¨¦n la historia del mundo. 1936, campo de refugiados en Nipono (California). La Gran Depresi¨®n de 1929 hab¨ªa generado cientos de miles de v¨ªctimas que a?os despu¨¦s segu¨ªan luchando por su?supervivencia. La familia de Florence marido y siete hijos se ve obligada a refugiarse en un campamento al averiarse la destartalada camioneta en la que viajaban de un lugar a otro en busca de trabajo y comida. En esos d¨ªas se acerc¨® una fot¨®grafa en su viejo Ford y comenz¨® a realizar fotograf¨ªas.
Dorothea Lange lo record¨® as¨ª: Vi y me acerqu¨¦ a la fam¨¦lica y desesperada madre como atra¨ªda por un im¨¢n. No recuerdo c¨®mo le expliqu¨¦ mi presencia o la de mi c¨¢mara, pero recuerdo que ella no me hizo preguntas. No le ped¨ª su nombre ni su historia. Ella me dijo su edad, que ten¨ªa 32 a?os. Me dijo que hab¨ªan vivido de vegetales fr¨ªos de los alrededores y de los p¨¢jaros que los ni?os mataban. Acababa de vender las llantas de su coche para comprar alimentos. Ah¨ª estaba, sentada, reposando en la tienda, con sus ni?os abrazados a ella, y parec¨ªa saber que mi fotograf¨ªa podr¨ªa ayudarla y entonces me ayud¨®. Hab¨ªa una cierta equidad en esto.
Si dorothea lange levantara la cabeza podr¨ªa conseguir hoy retratos similares
Vi y me acerqu¨¦ a la fam¨¦lica y desesperada madrecomo atra?da por un im¨¢n
?Manos fuera! Aquello que yo fotograf?o, no lo perturbo ni lo modifico ni lo arreglo
Lo que retrato procuro representarlo como parte de su ambiente, enraizado en ¨¦l
Todo remite a Las uvas de la ira, de John Steinbeck, la novela que public¨® el premio Nobel norteamericano en 1939 y que llev¨® al cine un a?o despu¨¦s John Ford. Tambi¨¦n en 1940, Woody Guthrie grab¨® la balada Tom Joad en honor al protagonista de la novela, algo similar a lo que hizo Bruce Springsteen en 1995 al publicar su ¨¢lbum ac¨²stico The ghost of Tom Joad.
A?os m¨¢s tarde, muerta ya la fot¨®grafa y localizada la protagonista de su obra m¨¢s famosa, aquella madre coraje nacida en Oklahoma, descendiente directa de indios cherokee, y casada con el granjero Cleo Owens el d¨ªa de san Valent¨ªn de 1921, contaba aquel encuentro desde otra perspectiva: Ojal¨¢ nunca me hubiese hecho esa foto. No obtuve provecho alguno de ella. Ella ni siquiera me pregunt¨® mi nombre. Me dijo que nunca vender¨ªa aquellas fotos y que me enviar¨ªa una copia, pero nunca lo hizo.
Dos versiones distintas, pero un dato irrebatible: la madre emigrante se convertir¨ªa en uno de los iconos fundamentales de los a?os treinta, un tiempo de hambrunas en el pa¨ªs m¨¢s pr¨®spero del mundo. Dorothea Lange, como Walker Evans y algunos m¨¢s, recorr¨ªa la Am¨¦rica profunda contratada por la Farm Security Administration con el fin de documentar la situaci¨®n econ¨®mica y social de los miles de aparceros que malviv¨ªan de pueblo en pueblo. La mirada humanista y solidaria de Lange se convirti¨® en una referencia hist¨®rica de aquel tiempo y aquel pa¨ªs.
Convencida de que sus im¨¢genes pod¨ªan ayudar a cambiar las cosas, dej¨® el estudio de retratista de San Francisco con el que hab¨ªa iniciado su profesi¨®n y se lanz¨® a fotografiar lo que ocurr¨ªa en las calles y los campos de su pa¨ªs, ayudada por su segundo marido, Paul Schuster Taylor, profesor de Econom¨ªa Agraria de la Universidad de California, quien la forma en asuntos sociales y econ¨®micos. Juntos trabajaron varios a?os en un documental sobre la pobreza rural y la explotaci¨®n de los cultivadores inmigrantes.
Una breve nota sobre la crisis econ¨®mica mundial: Son muchas las causas esgrimidas para explicar su estallido y persistencia. Es un hecho claro que el fen¨®meno se inici¨® en Estados Unidos tras una d¨¦cada de crecimiento econ¨®mico, incremento del endeudamiento y especulaci¨®n burs¨¢til, con beneficios r¨¢pidos y f¨¢ciles. Lo sorprendente es que la frase citada pertenece a la definici¨®n que ofrece la Wikipedia sobre la Gran Depresi¨®n de 1929, sorprendente porque 80 a?os despu¨¦s de aquel desastre estamos donde estamos: en un paisaje humano y social desolador, con unos Gobiernos incompetentes, un selecto grupo de nuevos millonarios que identifican la inteligencia con las recalificaciones, y en Espa?a, con m¨¢s de cuatro millones de parados. Si Dorothea Lange (1895-1965) levantara la cabeza podr¨ªa empu?ar su aparatosa c¨¢mara y recorrer de nuevo los campos nacionales e internacionales con la seguridad de conseguir testimonios gr¨¢ficos similares a los de la d¨¦cada de los a?os treinta. Es lo que se llam¨® con fortuna la demagogia de los hechos.
En 1941, Lange recibi¨® el Premio Guggenheim Fellowship por la excelencia en fotograf¨ªa. Despu¨¦s del ataque de Pearl Harbor (diciembre de 1941) decide dedicar su mirada y su trabajo a dejar constancia de la evacuaci¨®n de los japoneses estadounidenses (los nisei) a los campos de concentraci¨®n del occidente del pa¨ªs. Las torpezas hist¨®ricas se repiten sin remisi¨®n. Sus fotograf¨ªas de j¨®venes estadounidenses de origen japon¨¦s presentando su respeto a la bandera de las barras y las estrellas antes de ser enviados a los campos de concentraci¨®n es un testimonio irrefutable de las pol¨ªticas de detenci¨®n de personas sin ning¨²n cargo criminal y sin derecho a defenderse. De Las uvas de la ira a Guant¨¢namo. Naturalmente, el Ej¨¦rcito norteamericano embarg¨® aquellas fotograf¨ªas, o dicho de otra manera, siempre hubo Donalds Rumsfelds para verg¨¹enza de la humanidad. En la actualidad, las fotograf¨ªas de los nisei est¨¢n disponibles en la Universidad de California. En 1990, el realizador Alan Parker present¨® su filme Bienvenido al para¨ªso, una historia sobre los estadounidenses-japoneses.
En 1959 surgir¨ªa otro inolvidable libro fotogr¨¢fico de la Am¨¦rica profunda: Los Americanos, de Robert Frank, con un pr¨®logo de Jack Kerouac en el que, entre otras cosas, afirmaba que extrajo una poes¨ªa triste del coraz¨®n de Am¨¦rica, ganando as¨ª un lugar entre los poetas tr¨¢gicos del mundo. Finaliz¨® el pr¨®logo con la siguiente frase: A Robert Frank ahora le env¨ªo este mensaje: T¨² tienes ojos. Pues bien, esos ojos tuvieron sus precedentes en nombres como los de Lange y Evans, y, como ellos, tuvo numerosos problemas por la intolerancia de quienes gobernaban.
Mi enfoque, escribi¨® la fot¨®grafa, se basa en tres consideraciones:
Ante todo: ?Manos fuera! Aquello que yo fotograf¨ªo, no lo perturbo ni lo modifico ni lo arreglo. En segundo lugar, un sentido del lugar. Lo que yo fotograf¨ªo, procuro representarlo como parte de su ambiente, como enraizado en ¨¦l. En tercer lugar, un sentido del tiempo. Lo que yo fotograf¨ªo, procuro mostrarlo como poseedor de una posici¨®n dada, sea en el pasado o en el presente.
Ahora, PhotoEspa?a 2009 presenta en Madrid la exposici¨®n Dorothea Lange. Los a?os decisivos, producida por la Fundaci¨®n ICO y con Oliva Mar¨ªa Rubio como responsable de la misma. Ciento cuarenta fotograf¨ªas de los a?os treinta y cuarenta del pasado siglo. En esos a?os, escribe la comisaria de la muestra, alcanza una gran madurez, sabiendo enmarcar a los personajes en medio de las masas, utilizando los recursos de la Nueva Visi¨®n para crear im¨¢genes potentes, muchas de ellas de gran belleza est¨¦tica m¨¢s all¨¢ de su car¨¢cter documental.
Steinbeck, Ford, Guthrie, Kerouac, Springsteen, al hablar de Dorothea Lange surgen los mejores nombres de la mejor cultura popular norteamericana. A ellos se pueden a?adir, naturalmente, muchos m¨¢s. Quiz¨¢ resulte imprescindible el citar de entre todos ellos a Edward Hopper, el extraordinario pintor de la melancol¨ªa ciudadana. Sus cuadros, como las fotograf¨ªas de Lange, nos recuerdan con talento y sensibilidad el duro oficio del vivir: seres solitarios, incertidumbre social, pero, siempre, con las dosis suficientes de dignidad, las que nos permiten seguir confiando en el ser humano.?
Dorothea Lange. Los a?os decisivos, forma parte de?PhotoEspa?a 2009. Se inaugura el pr¨®ximo 4 de?junio en el Museo Colecciones ICO, Madrid.
El?cat¨¢logo est¨¢ editado por La F¨¢brica Editorial.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.