Estados Unidos y Am¨¦rica Latina, ?el deshielo?
Qu¨¦ horror! -editorializa el New York Times-: Barack Obama le dio la mano -?la mano!- a Hugo Ch¨¢vez.
?Dios m¨ªo! -exclaman los conservadores norteamericanos-: Barack Obama ha abierto la puerta a una relaci¨®n distinta con Cuba. ?Con Cuba!
?Santo cielo!: Barack Obama ha establecido el car¨¢cter bilateral de la problem¨¢tica entre M¨¦xico y los Estados Unidos. ?Pero si M¨¦xico es un "Estado fallido"!
Todas estas reacciones a la nueva pol¨ªtica hemisf¨¦rica del presidente Obama revelan el anacronismo de posturas congeladas en la etapa de la Guerra Fr¨ªa y exacerbadas por el manique¨ªsmo militante de la presidencia Bush-Cheney.
Hay un elemento maniqueo en la cultura norteamericana que requiere la identificaci¨®n del "malo" para que Estados Unidos juegue, a satisfacci¨®n, el papel del "bueno". Las pel¨ªculas de vaqueros ilustran esta disposici¨®n. Los "malos" usan sombrero negro. Los "buenos", sombrero blanco.
Obama no se ve obligado a seguir pol¨ªticas fracasadas y maniqueas
Semejante simplismo moral oculta una compleja trama de poder. La m¨¢scara ¨¦tica disfraza una red de intereses pol¨ªticos, econ¨®micos y personales inconfesables.
De la presidencia de Ronald Reagan para ac¨¢, el mercado fue consagrado a expensas del Estado. El Gobierno era el problema. El mercado, la soluci¨®n. Los intentos de Carter y Clinton por corregir esta percepci¨®n fueron avasallados por intereses en ascenso triunfal.
Cuando ¨¦stos, al cabo, hicieron crisis despu¨¦s de los ocho a?os de Bush hijo, se vio claramente que el mercado sin ley desembocaba en la ley sin mercado. Descenso de impuestos. Ascenso de gasto militar. Deterioro de las infraestructuras. Pillajes financieros. Bancos con m¨¢s papel que dinero. Una peligrosa ruleta hipotecaria.
La crisis era inevitable. La hered¨® el presidente Obama y las soluciones no son f¨¢ciles. Pero Obama tambi¨¦n hered¨® una situaci¨®n internacional de enfrentamientos innecesarios y encendida ret¨®rica.
Si Ir¨¢n y Corea del Norte eran consignadas al "eje del mal", se adecuar¨ªan al papel que les daba Washington. Si Cuba era tratada eternamente como sat¨¦lite de una desaparecida Uni¨®n Sovi¨¦tica, Cuba no merecer¨ªa el buen trato reservado a los enemigos de anta?o, China y Vietnam. Y si Hugo Ch¨¢vez disfrazaba sus quebrantos internos con un vociferante anti-yanquismo, Washington le har¨ªa el favor de corresponderle con pol¨ªticas que asociaban a Bolivia, Ecuador y Nicaragua con la estridencia chavista. O sea, como dicen los argentinos, la chancha y los veintes.
Barack Obama no se siente obligado a proseguir estas pol¨ªticas fracasadas. Ha recordado que ¨¦l ten¨ªa dos a?os de edad durante la crisis de los misiles en Cuba. ?l representa a una nueva generaci¨®n de norteamericanos que quiere mirar hacia delante, no hacia atr¨¢s. No quiere ser estatua de sal, prisionero de las Sodomas y Gomorras de los pasados 60 a?os.
Quiere, en cambio, abrir una nueva perspectiva que no desde?e los peligros pero que tampoco desprecie las oportunidades. Obama puede darle la mano a Ch¨¢vez antes de que Ch¨¢vez tome una desafortunada iniciativa.
Obama puede recordar que la Fuerza Armada de Venezuela es 600.000 veces menor que la de Estados Unidos. O como decimos en M¨¦xico, ?para qu¨¦ tanto brinco estando el suelo tan parejo? Ch¨¢vez y su ret¨®rica se evaporan, as¨ª, ante la realidad concreta de Venezuela: ?c¨®mo resolver¨¢ la naci¨®n venezolana sus problemas propios, sin atribuirlos al imperialismo americano?
Si mi informaci¨®n es correcta, los pasos dados para la distensi¨®n entre Cuba y Estados Unidos est¨¢n programados desde el inicio de la Administraci¨®n Obama. Cada una de las partes -La Habana y Washington- va haciendo peque?as concesiones y gestos rec¨ªprocos para llegar, tan s¨®lo, a un modus vivendi lejano, todav¨ªa, de una plena reanudaci¨®n de relaciones.
Los pasos a dar son much¨ªsimos y no son f¨¢ciles: seis d¨¦cadas de enemistad y mutuas acusaciones no se borran de la noche a la ma?ana, y queda un obst¨¢culo mayor: la Carta de la OEA exige que sus miembros sean producto de elecciones democr¨¢ticas. Yo no creo que Cuba, por ahora, pueda ir m¨¢s all¨¢ del "capitalismo autoritario" del modelo chino.
La gran mayor¨ªa de los pa¨ªses reunidos en Trinidad y Tobago se mostr¨® complacida por este cambio pol¨ªtico que adecua la posici¨®n de Estados Unidos y de la mayor parte de los gobiernos del hemisferio. Ello no significa que de aqu¨ª en adelante todo ser¨¢, como dicen los norteamericanos, "vino y rosas". Siempre habr¨¢ problemas. Lo que habr¨¢ cambiado ser¨¢ la manera de preverlos, aceptarlos y solucionarlos.
Carlos Fuentes es escritor mexicano.
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