El tripartito y el clasismo en la educaci¨®n
Tanto hablar del tripartito, a veces se olvida que la actual mayor¨ªa parlamentaria y los gobiernos que han emanado de ella re¨²nen a todas las izquierdas de este pa¨ªs. No son tres, sino cuatro partidos, o m¨¢s, pues uno de ellos, Iniciativa Verds, es una coalici¨®n con Esquerra Unida y esta formaci¨®n, a su vez, re¨²ne tambi¨¦n a varios partidos menores. Y el partido socialista incluye tambi¨¦n una organizaci¨®n at¨ªpica como Ciutadans pel Canvi. Pues bien, ahora resulta que ten¨ªa que llegar al gobierno de la Generalitat esta suma de todas las izquierdas de Catalu?a para que las derechas de este pa¨ªs obtuvieran la garant¨ªa de que no se les va a arrebatar uno de los m¨¢s injustos, clasistas y por eso mismo escandalosos privilegios de que gozan desde los tiempos del pujolismo: que se financie con dinero p¨²blico a las escuelas privadas y religiosas que practican la segregaci¨®n por sexos siguiendo las m¨¢s rancias tradiciones, no ya del nacionalcatolicismo, sino simplemente del conservadurismo social y econ¨®mico. Eso en el pa¨ªs de la Escuela Moderna de Ferrer i Gu¨¤rdia, de Rosa Sensat y Angeleta Ferrer, de Marta Mata y de Pere Darder, tan a menudo invocados desde la izquierda.
Las izquierdas han hecho una ley que garantiza la financiaci¨®n p¨²blica a las escuelas privadas y religiosas
Esta garant¨ªa la ha ofrecido el Gobierno de Montilla, a trav¨¦s del consejero Maragall, a cambio de que CiU vote el proyecto de ley de educaci¨®n actualmente en fase de debate parlamentario. En contra de lo que los diputados de las izquierdas clamaban cuando estaban en la oposici¨®n, lo que el Gobierno tripartito est¨¢ concediendo ahora a CiU no es una ley de educaci¨®n que permita aplicaciones distintas seg¨²n el color ideol¨®gico de los gobiernos. Es decir, una ley que, entre otras cosas, permita al Gobierno actual eliminar la subvenci¨®n de este tipo de escuelas con fondos p¨²blicos, pero que tambi¨¦n permita su eventual reinstauraci¨®n por un Gobierno de derechas si llegara el caso. No. Lo que se ha hecho es otra cosa. Lo que se ha hecho es garantizar que el tripartito de la izquierda va a mantener esos privilegios. Simplemente, renuncia a la oportunidad de suprimirlos que le brinda la elaboraci¨®n de esta ley.
Esto es lo que CiU ha obtenido a cambio de dar su bendici¨®n a lo que sus dirigentes pomposamente bautizan como una ley de pa¨ªs. La bendici¨®n es, desde luego, pertinente en este asunto, pues lo que en el fondo est¨¢ en juego es la subvenci¨®n con fondos p¨²blicos, mediante concertaci¨®n, del cuasimonopolio de la educaci¨®n de las clases altas del pa¨ªs en escuelas privadas de matriz religiosa cat¨®lica.
El pujolismo, que al fin y al cabo es poco m¨¢s que la versi¨®n nacional, es decir, simplemente local, de la democracia cristiana catalana, no se atrevi¨® a poner en una ley del Parlament ese modelo de sistema escolar, que aplic¨® con diligencia y generosidad para sus beneficiarios, pero sin presumir de ello, con cierta discreci¨®n. ?ste fue uno de los aspectos de los 23 a?os de gobiernos de CiU en los que m¨¢s brill¨® el savoir faire del lado conservador del poli¨¦drico movimiento creado por Jordi Pujol. Practic¨® con maestr¨ªa aquella ense?anza evang¨¦lica que habla de que es mejor que la mano izquierda no sepa lo que hace la mano derecha. Los gobiernos de CiU hablaron y hablaron a favor de la escuela p¨²blica, siempre escasa de medios econ¨®micos, que, ya se sabe, son limitados, mientras que al mismo tiempo subvencionaban las escuelas de ¨¦lite a las que acuden los hijos de las clases pudientes, por decirlo suave.
Form¨® Pasqual Maragall el primer Gobierno catal¨¢n de todas las izquierdas, todas, y mantuvo la f¨®rmula del pujolismo. Lleg¨® al Departamento de Educaci¨®n el segundo Maragall, Ernest, y la mantiene. Pero es dif¨ªcil comprender por qu¨¦ el Gobierno de Montilla asume consagrar la subvenci¨®n p¨²blica de un ¨¢rea sexista, adem¨¢s de clasista, en la ense?anza obligatoria, un gueto al rev¨¦s. Desde luego, no es excusa de nada que esta parte del proyecto de ley sea rechazada por uno de los componentes del tripartito. Las decisiones de los gobiernos no se miden por partes. Son las que son, enteras.
Puede que el proyecto de ley aborde adecuadamente deficiencias del sistema educativo que llevan a?os esperando una acci¨®n decidida de la Administraci¨®n, pero esto no justifica en absoluto que se intente aprovechar la ocasi¨®n para consagrar un negativo aspecto del statu quo social en vez de utilizarla para paliar unas diferencias injustas. Para hacer algo tan simple como lo que ya ha hecho el Gobierno de Cantabria, por ejemplo.
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