Grave cogida de Gimeno Mora

Gimeno Mora, experimentado subalterno, cogi¨® las banderillas, cruz¨® el di¨¢metro de la plaza y llam¨® la atenci¨®n de Bombero, de 519 kilos, que se hab¨ªa refugiado en la otra punta como manso que era. El novillo lo esper¨®, lo midi¨® con estudiada estrategia y, cuando avist¨® la carrerilla del torero, le cort¨® el viaje y, en cuesti¨®n de d¨¦cimas de segundo, lo ten¨ªa frente a ¨¦l, a su merced. En ese instante, el torero ten¨ªa la partida perdida. Bombero enganch¨® a Gimeno por la pechera, lo levant¨® en peso, lo zarande¨® dram¨¢ticamente entre los pitones como si fuera un mu?eco; una vez el torero desplomado en la arena, el animal se encel¨® con ¨¦l, lo volte¨® repetidamente hasta que la punta de un capote, que parec¨ªa que nunca iba a llegar, desvi¨® la trayectoria del novillo, mientras el banderillero quedaba boca abajo, inerme, con el cuerpo hecho jirones.

El banderillero sufri¨® una herida en el muslo izquierdo con dos trayectorias

La novillada fue interesant¨ªsima, de bonita presencia y juego variado

As¨ª lo atestigua el parte m¨¦dico, que dice que sufri¨® una herida en el muslo izquierdo con dos trayectorias, descendente una, de 20 cent¨ªmetros, y ascendente la otra, de 15, que produce destrozos en el m¨²sculo cu¨¢driceps; puntazos en la regi¨®n suprap¨²bica y cadera derecha; otro puntazo corrido en la parrilla costal derecha, fractura de la clav¨ªcula derecha, contusi¨®n en regi¨®n frontal y scalp en el cuero cabelludo. El pron¨®stico es grave.

Afortunadamente, Gimeno Mora puede contarlo, pero la cogida fue espeluznante, y as¨ª le ha quedado el cuerpo entero: hecho un cristo.

Al margen de este episodio dram¨¢tico, inherente, por otra parte, a este espect¨¢culo protagonizado por h¨¦roes de carne y hueso, la novillada de Montealto fue interesant¨ªsima, de bonita presencia y de juego variado, presidido en todo momento por la casta en sus distintas versiones.

El novillo de la cogida, el ya conocido Bombero, de pelo jabonero sucio -algo as¨ª como el jab¨®n Lagarto ba?ado en arena negra- fue un manso, bronco, reserv¨®n y distra¨ªdo, al que Miguel Tendero dobl¨® por bajo con torer¨ªa, le aguant¨® con valor estoico sus descompuestas embestidas y se impuso por pundonor y arrojo. Aguant¨® el novillero parones en el mismo pecho y se dio un arrim¨®n de alguien que quiere ser matador de toros. Al final, vencido el manso, traz¨® una tanda de derechazos poderosos que le hubiera valido una oreja si no mata rematadamente mal. Y a ese mismo torero le toc¨® el bravo de la tarde, Rencoroso de nombre, precioso de l¨¢mina, que acudi¨® tres veces al caballo con codicia y empuje. Galop¨® alegre en banderillas y, cuando todo parec¨ªa que habr¨ªa faena grande, el torero se qued¨® en el tercio para guarecerse del viento, se mostr¨® encimista, ahog¨® la embestida de su oponente, y la ligaz¨®n y la torer¨ªa que despleg¨® de forma intermitente supieron a muy poco. Volvi¨® a matar mal, y el novillo, que muri¨® con la boca cerrada, no tuvo el final glorioso que, sin duda, hubiera merecido en el centro del anillo.

Pero tambi¨¦n hubo un novillo noble, dulce como el alm¨ªbar, que fue el primero, bonito, tambi¨¦n de hechuras, que sali¨® con furia juvenil de chiqueros hasta que, al tercer capotazo de Jos¨¦ Manuel Mas, humill¨® y clav¨® los pitones en la arena y dio una vuelta de campana con tanta violencia que todav¨ªa le deben estar doliendo los huesos a m¨¢s de uno. Naturalmente, el animal ya no fue el mismo. Se le qued¨® la mirada perdida y cara de anciano, lo que no evit¨® que llegara a la muleta con suavidad e infinita bondad. El novillero acert¨® a embeberlo en unos derechazos en los que baj¨® la mano y lig¨® con suficiencia, pero se empe?¨® en tandas cortas que deslucieron toda su labor. Acert¨®, despu¨¦s, con dos naturales espl¨¦ndidos, arrastrando la muleta, pero, al final, todo qued¨® en una corta, muy corta alegr¨ªa. Surgieron pronto la destemplanza, los pases enganchados y el aburrimiento del noble novillo. Arreciaba el viento cuando Mas tom¨® la muleta en el cuarto de la tarde, un novillo soso, al que nunca alcanz¨® a dominar, en parte por el fen¨®meno atmosf¨¦rico y, en gran parte, por su falta de motivaci¨®n, de experiencia, tal vez, o sus dudas.

Tuvo menos suerte Javier Cort¨¦s, porque el tercero de la tarde, que qued¨® crudo en los caballos, impuso su ley en el tercio de banderillas (imponer su ley significa que hubo ajetreo de capotes y toreros corriendo sin ton ni son), y lleg¨® a la muleta con una embestida muy descompuesta. A pesar de ello, no parec¨ªa asustado Cort¨¦s, y le plant¨® cara con gallard¨ªa, corri¨® bien la mano en algunos momentos y lleg¨® a trazar una muy meritoria tanda de derechazos ligados y hondos. El animal estaba loco por llev¨¢rselo a lo lomos, pero el chaval se libr¨® de la voltereta con valent¨ªa y picard¨ªa. Nada pudo hacer ante el sexto, al que banderille¨® de forma excelente Julio Campano. Se hundi¨® en el tercio final y no tuvo un pase.

Conclusi¨®n: no hace falta el toro grande, ande o no ande. Lo importante es lo que el animal lleve en las entra?as. Y los novillos de ayer llevaban casta, de la buena y de la mala, como debe ser. Aunque con lo segundo no est¨¦ de acuerdo el torero Gimeno Mora, al que se le desea una pronta recuperaci¨®n.