Eterno Di Luca
El italiano gana la cuarta etapa del Giro y el sueco L?vkvist encara hoy como l¨ªder la primera cita con la monta?a
Los fil¨®sofos del ciclismo, que los hay, discuten estos d¨ªas sobre onom¨¢sticas. Lloran, seducidos, enamorados, porque si antes la referencia a la hora de nombrar a las estrellas de la bici se buscaba en los mitos griegos, en los h¨¦roes que desafiaban a los dioses y a la gravedad, antes de caer, ahora, en estos tiempos de desencanto, se encuentra en la literatura criminal, materializada en las listas de seud¨®nimos de la Operaci¨®n Puerto. Acusan a la globalizaci¨®n, al poder del imperio.
Todo ha cambiado, dicen, y el Armstrong del regreso, el que abre la boca buscando ox¨ªgeno como un pez fuera del agua y cede finalmente cuando los dem¨¢s arrean, podr¨ªa darles la raz¨®n, pero se equivocan. Mientras el Giro sea Giro, siempre habr¨¢ una etapa con un final en cuesta en la que esprinten por la victoria Di Luca y Garzelli. Despu¨¦s de uno de los ¨²ltimos casos de dopaje, un italiano recordaba un dicho de la zona: "Por mucho que cambie el mundo, siempre habr¨¢ una mujer embarazada de un imb¨¦cil". Podr¨ªa a?adir: "Y de un ciclista que repite en bucle perpetuo a?o tras a?o los gestos". Bien se puede retirar por viejo Bettini o bien pueden castigar a Rebellin, siempre habr¨¢ un Di Luca o un Garzelli para hacer lo mismo y lo mismo que ya hab¨ªan hecho antes.
Armstrong da poca importancia a los 16 segundos perdidos en su primera subida
Y, de tel¨®n de fondo, siempre habr¨¢ un ciclista al que le roben la gloria en el ¨²ltimo instante y un joven que enamore, uno que acabar¨¢ formando parte del bucle, pero que, mientras tanto, permitir¨¢ que se pueda seguir suspirando. Papeles a la medida, este Giro, para Mauricio Soler y Thomas L?vkvist. Un colombiano valeroso y fr¨¢gil, y un tallo sueco, calculador y calmado.
Soler, doliente y orgulloso, buscaba la victoria de etapa solamente. Atac¨® una vez, a cinco kil¨®metros de la llegada, una monta?a tendida al norte de Trento que se subi¨® en grupo a 26 kil¨®metros por hora, y L?vkvist, que hac¨ªa entonces de perro pastor del Columbia, que buscaba recuperar la maglia rosa, con dos pedaladas f¨¢ciles, hermosas, le devolvi¨® al redil; volvi¨® a atacar Soler a casi dos kil¨®metros: no conoc¨ªa el terreno y se encontr¨® con una pendiente m¨ªnima. Aun as¨ª, persever¨®. Aguant¨® hasta la ¨²ltima curva, hasta que a 50 metros, el codo a codo de Di Luca y Garzelli le dej¨® paralizado. Soler, habitual de las ca¨ªdas -debidas, seg¨²n sus poco compasivos colegas, a su torpeza en el manejo de la bici-, llegaba magullado y quejoso. "Se me cruz¨® uno delante el lunes y me ca¨ª. Me duele mucho la mu?eca. No pod¨ªa frenar, pero el doctor me dio algo para el dolor y estoy muy bien. A ver c¨®mo estoy ma?ana [por hoy]...".
Se refer¨ªa Soler a lo que les espera hoy, lo que Di Luca defini¨® como una etapa "verdadera", el primer final dolom¨ªtico, la llegada al Alpe di Siusi, que no es Huez, pero casi (10 kil¨®metros al 8%, parte final de una ascensi¨®n total de 25), en el que todos deber¨¢n desnudarse. Deber¨¢n hacerlo Sastre, Leipheimer y Menchov. Deber¨¢n desnudarse Simoni, Basso, Garzelli y Di Luca, quienes ayer ya se sent¨ªan presionados. Y Armstrong, quien dio poca importancia a los 16 segundos que perdi¨® en su primera subida, y deber¨¢ hacerlo el chico en rosa, L?vkvist, que tiene la pinta de heredar el papel que otros a?os interpretaron Popovich, Andy Schleck, Cunego, Ricc¨° y Contador, el del joven seductor hasta el final.
Cuarta etapa: 1. D. Di Luca (Ita./Lam.) 4h 15m 4s. 10. D. Arroyo (C. D'E.), m. t. General: 1. T. L?vkvist (Sue./Thr), 13h 5m 28s. 10. C. Sastre (C¨¦r.), a 49s.
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