Tres congresos diferentes
En una democracia moderna, la pol¨ªtica de los partidos y sus liderazgos vienen determinados en ¨²ltima instancia por la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas. Es esta una ley que se cumple siempre y en todas partes. Los congresos de las diversas fuerzas pol¨ªticas gallegas celebrados en los ¨²ltimos quince d¨ªas (PSdeG, PP y BNG) avalan plenamente esta afirmaci¨®n.
En efecto, hace cuatro a?os el PP se enfrentaba a una situaci¨®n muy dif¨ªcil. La p¨¦rdida del poder tras ejercerlo 16 a?os de forma ininterrumpida y la marcha de un l¨ªder casi tot¨¦mico, Manuel Fraga, abr¨ªa ante el partido conservador un horizonte incierto en el que no se descartaban incluso rupturas y graves desgarros en sus filas. Al congreso popular celebrado entonces concurrieron cuatro listas encabezadas por los pesos pesados del partido.
Los ciudadanos resuelven los problemas de los partidos cuando sus dirigentes no son capaces
Pues bien, Nu?¨¦z Feij¨®o gan¨® limpia y democr¨¢ticamente aquel congreso, abord¨® una inteligente renovaci¨®n, evit¨® las rupturas y condujo a su partido a una inesperada pero incontestable victoria electoral. Por eso el congreso popular celebrado el fin de semana en A Coru?a aclam¨® al nuevo presidente de la Xunta como l¨ªder indiscutible y alumbr¨® un partido a su medida.
Todo lo contrario ha sucedido en las asambleas celebradas por los dos formaciones que configuran la actual oposici¨®n. Hace un a?o, los socialistas gallegos aclamaban a Touri?o como l¨ªder del partido. Doce meses despu¨¦s, y como consecuencia directa del resultado electoral, Touri?o no es secretario general y ni siquiera forma parte de la direcci¨®n socialista. El PSdeG, gracias a los anclajes que le proporciona su pertenencia al PSOE, ha podido salir del paso y elegir, pese a las dificultades, una nueva direcci¨®n y un nuevo secretario general. Pero el precario equilibrio alcanzado puede saltar hecho a?icos si el Partido Socialista no pasa con ¨¦xito la prueba de las pr¨®ximas elecciones municipales. Y tal cosa no ocurrir¨¢ si el PSdeG no es capaz de renovar muchas de sus candidaturas y de formular un proyecto pol¨ªtico y program¨¢tico que lo transforme de nuevo en la cabeza de una alternativa plural y cre¨ªble al gobierno de la derecha.
Pero es, sin duda, la asamblea del BNG, celebrada el pasado domingo en Santiago, la que proyecta m¨¢s incertidumbres y deja m¨¢s inc¨®gnitas sin despejar. El nacionalismo gallego ha iniciado una singladura por aguas tan desconocidas como procelosas que exigir¨¢ de la tripulaci¨®n mucha pericia para llevar la nave a buen puerto. Porque, en efecto, por primera vez en su historia, en una asamblea del Bloque no s¨®lo se desaf¨ªa abiertamente la hegemon¨ªa de la UPG, sino que, y esto es lo m¨¢s importante, se ha puesto en entredicho la legitimidad fundacional y se ha reclamado la necesidad de sustituirla por la legitimidad democr¨¢tica, algo que otorgan exclusivamente los militantes.
Ahora bien, si se considera el peso de la tradici¨®n, de las inercias, del imaginario colectivo y su compleja organizaci¨®n, es f¨¢cil concluir que los problemas a los que se enfrenta el Bloque no tienen f¨¢cil soluci¨®n. Por eso la asamblea no fue capaz de resolverlos de una sola tacada. El resultado est¨¢ bien a la vista: las espadas siguen en alto, la lucha por el poder no ha hecho m¨¢s que entrar en una nueva fase y las grandes decisiones en el terreno pol¨ªtico y organizativo han sido aplazadas hasta el pr¨®ximo congreso ordinario a celebrar en el plazo de a?o y medio. Especialmente grave es la falta de liderazgo con la que sale el BNG de su asamblea. Porque, evidentemente, el portavoz parlamentario, Carlos Aymerich, que va a protagonizar los grandes debates y confrontaciones con Feij¨®o en el Parlamento, con la actual mayor¨ªa no ser¨ªa el pr¨®ximo candidato nacionalista a la presidencia de la Xunta y el portavoz nacional, Guillerme V¨¢zquez, ha renunciado expl¨ªcitamente a jugar ese papel. Por tanto, o cambian las cosas o el nacionalismo gallego se ver¨¢ obligado a improvisar un candidato para competir con socialistas y populares en las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas. No es precisamente un panorama muy halag¨¹e?o.
En todo caso, volver¨¢n a ser los ciudadanos quienes resuelvan los problemas de los partidos cuando sus dirigentes no son capaces de hacerlo. En las elecciones europeas dir¨¢n su primera palabra y en las municipales del 2011 dictar¨¢n sentencia. No lo olviden.
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