Ratzinger, un Papa solo y valiente
Benedicto XVI no ha logrado ganarse simpat¨ªas como el anterior Papa, pero su "teolog¨ªa de la sociedad civil" es una discusi¨®n seria y profunda sobre los grandes problemas teol¨®gicos e hist¨®ricos de nuestra ¨¦poca
Como hacen decir los novelistas a los jueces en los tribunales de papel, tratemos de dar la palabra a la defensa. "A m¨ª ya me han diseccionado varias veces: el profesor de la primera etapa y el de la etapa intermedia, el primer cardenal y el de despu¨¦s. Ahora se a?ade otro segmento m¨¢s. Como es natural, las circunstancias, las situaciones y las personas influyen, porque asumen distintas responsabilidades. Digamos que mi personalidad y mi visi¨®n fundamental han madurado, pero todo lo que es esencial ha permanecido id¨¦ntico. Me alegro de que ahora se adviertan adem¨¢s aspectos que antes no se ve¨ªan".
La cita es larga pero merece la pena recordarla porque es la autobiograf¨ªa sintetizada que hizo de s¨ª mismo Benedicto XVI a un periodista que le entrevistaba en 2006. El cronista hab¨ªa hecho notar al Papa una supuesta diferencia entre el panzer kardinal que dirig¨ªa la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe y el t¨ªmido Benedicto XVI que lleva el tim¨®n de la nave de Pedro. El hecho de que a Benedicto XVI le aguardaba una gran tarea se intuy¨® minutos despu¨¦s de las 18.04 horas del 19 de abril de 2005, con la fumata blanca y su primera bendici¨®n urbi et orbi. Que esa gran tarea iba a abordarla pr¨¢cticamente solo lo estamos comprendiendo poco a poco, con el paso de los meses y los a?os. Benedicto XVI no ha logrado ganarse la simpat¨ªa de la gran prensa italiana e internacional, que en gran parte contin¨²a mostr¨¢ndole una actitud hostil.
No admite las contradicciones entre las luces y la penumbra, como Wojtyla
Para el Pont¨ªfice, "el catolicismo no es un c¨²mulo de prohibiciones, sino una opci¨®n positiva"
Y tampoco las altas jerarqu¨ªas de la Iglesia parecen mostrar una solidaridad especial con un Papa tan apacible como valeroso. Desde el mismo abril de 2005, la resistencia a sus directrices en el propio Vaticano fue tenaz y extendida. Y sigue si¨¦ndolo dentro de esa mezcla de fracasados de la diplomacia y paternalistas sudamericanos, ya mayores de 70 a?os pero todav¨ªa desesperadamente aferrados al sill¨®n, que bloquean desde hace a?os el funcionamiento de la Santa Sede con mediocres disputas internas y personalismos enredadores.
Pero empecemos desde el principio. ?Por qu¨¦, en un c¨®nclave formado -salvo una excepci¨®n- por cardenales nombrados por Juan Pablo II, los 114 electores escogieron al ¨²nico que llevaba a¨²n la p¨²rpura concedida por Pablo VI? En una famosa entrevista del a?o 2000, el entonces Prefecto de la Doctrina de la Fe tomaba nota de que casi nada de lo que elaboraba su Congregaci¨®n encontraba una acogida verdaderamente positiva. En los a?os del "woj-tylianismo p¨²blico", entre los esfuerzos organizativos y medi¨¢ticos que hac¨ªan que fuese tan preponderante en el mundo de la comunicaci¨®n la presencia del pont¨ªfice polaco, eran pocos los que ten¨ªan tiempo para darse cuenta de la coherencia con el Concilio impl¨ªcita en el m¨¦todo de trabajo del cardenal-te¨®logo. Que, en todos sus a?os de magisterio en Roma, ha firmado siempre y exclusivamente documentos discutidos punto por punto con el episcopado mundial, lo cual ha permitido aclarar la debilidad de las premisas y la parcialidad de los argumentos que, ante el c¨®nclave y con gran apoyo de los medios de comunicaci¨®n, produc¨ªan y propagaban los grandes agentes del wojtylianismo.
Si hoy el mundo cat¨®lico no vive bajo la ferocidad pastoral de una Summa vitae promulgada como dogma, sino que avanza iluminado por la luz intensa (aunque problem¨¢tica) de tres enc¨ªclicas dedicadas a los temas ¨¦ticos impuestos por la vida, se lo debe a un Ratzinger te¨®logo que no ha rechazado jam¨¢s el di¨¢logo ni la discusi¨®n. Y que, a diferencia de Juan Pablo II (capaz de contradecir con desenvoltura incluso lo que ¨¦l mismo hab¨ªa afirmado el d¨ªa anterior), siempre ha sabido vincular su teolog¨ªa a todos los momentos creativos que, desde Juan XXIII hasta nuestros d¨ªas, ha concedido el Esp¨ªritu a su Iglesia.
Como cardenal, en los a?os en los que los vaticanistas esperaban acceder a un sistema capaz de transformar en best sellers period¨ªsticos unas ilusiones ¨®pticas muy toleradas y bien recompensadas -siempre que se redactasen por encargo de los miembros de corbata del Opus Dei-, Rat-zinger era objeto de poco seguimiento. Con su elecci¨®n como Papa, recibi¨® como regalo las multitudes que el Pueblo de Dios vierte a diario a su paso y que, desde hace ya cuatro a?os, siguen sus homil¨ªas con una atenci¨®n que no deja de asombrar.
S¨®lo con recordar alg¨²n gran acontecimiento de la ¨¦poca de Wojtyla, los actos de Ratzinger pueden parecer minimalistas, desarrollados a partir de una expresividad simb¨®lica que est¨¢ relacionada con la liturgia que ¨¦l celebra con gran autoridad. Su magisterio est¨¢ totalmente centrado en la palabra desnuda: homil¨ªas, ?ngelus, catequesis, discursos y, hasta ahora, s¨®lo dos enc¨ªclicas. En este sereno y tenaz intento de vincular su autoridad exclusivamente a la Palabra de Dios, Benedicto XVI est¨¢ volviendo a acostumbrar a los cat¨®licos a fijarse en lo esencial, no en su persona sino en Jesucristo vivo y presente en su Iglesia.
Al contrario que el wojtylianismo, con su fecunda complejidad, el ratzingerismo no admite contradicciones entre las luces del escenario y la penumbra de la trastienda, porque, como ha explicado, "el cristianismo, el catolicismo, no son un c¨²mulo de prohibiciones, sino una opci¨®n positiva. Y es muy importante que se vea de nuevo, porque esa conciencia, hoy, pr¨¢cticamente ha desaparecido. Se ha o¨ªdo tanto hablar de lo que no est¨¢ permitido...".
La glosa que a?ade a este principio es que es en la liturgia donde encuentra los temas para expresar este y otros mensajes fundamentales de la fe. Y que de esa fuente, y esos temas, su voz "se inserta en la actualidad de hoy, en la que, ante todo, queremos buscar la colaboraci¨®n de los pueblos y las v¨ªas posibles hacia la reconciliaci¨®n y la paz". Para los cat¨®licos comprometidos en la pol¨ªtica y la labor social, la se?al objetiva contenida en las reflexiones de Benedicto XVI deber¨ªa estar muy clara: es posible encontrar, partiendo del magisterio pontificio, una discusi¨®n seria y profunda sobre los grandes problemas teol¨®gicos e hist¨®ricos de nuestra ¨¦poca y sobre las premisas por las que se rigen. Al observar el Cielo por encima de la Iglesia actual, el papa Ratzinger lee en ¨¦l todas las palabras importantes, y casi siempre nuevas, que desde el magisterio pontificio y el episcopal nos invitan al di¨¢logo, el trabajo, el valor, la fantas¨ªa pol¨ªtica, la comuni¨®n social. Todas ellas, palabras que prescinden de una "cultura confesional" espec¨ªfica e invitan a una clara interiorizaci¨®n de los valores fundamentales en una sociedad civil que se convierte as¨ª en el topos, el lugar en el que el di¨¢logo, el altruismo, la sinceridad, la asunci¨®n de responsabilidades pol¨ªticas y econ¨®micas, la honradez, el aut¨¦ntico esp¨ªritu de democracia y la serenidad de las relaciones sociales encarnan un precepto evang¨¦lico fundamental.
Y mientras Benedicto XVI nos entrega su "teolog¨ªa de la sociedad civil", en Europa entran en el seminario los primeros j¨®venes llegados a la edad de la raz¨®n tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. En Latinoam¨¦rica, la mitad de los obispos no recuerda los desgarros posteriores a la reuni¨®n de Medell¨ªn. En Estados Unidos y el resto del mundo anglosaj¨®n, los obispos incapaces y sin verg¨¹enza han sido marginados y los cat¨®licos est¨¢n impulsando una nueva etapa eclesial en la que a nadie le est¨¢ autorizado minimizar el dolor de quienes han sufrido los pecados cometidos por los hombres de la Iglesia.
En una ?frica (como demostr¨® Benedicto XVI en sus discursos de Camer¨²n y Angola) entregada por cuatro perras a las trivializaciones de los hombres del rock y las ONG, la Iglesia construye cultura y libertad. La buena noticia es ¨¦sta: esta vez, al menos, los africanos no se han dejado meter en la cabeza el preservativo de las multinacionales farmac¨¦uticas de capital franc¨¦s, alem¨¢n y belga-holand¨¦s. Prueben a localizar en un motor de b¨²squeda, en franc¨¦s o en ingl¨¦s, las palabras clave de la reciente visita papal a ?frica, y ver¨¢n que en el Continente Negro todos comprendieron el sentido pol¨ªtico de la declaraci¨®n con la que, reci¨¦n llegado a Yaund¨¦, Benedicto XVI reivindic¨® el derecho a la salud y, por tanto, a los cuidados gratuitos, para todos. Pongan despu¨¦s el nombre de Nicolas Sarkozy y ver¨¢n c¨®mo y por qu¨¦ se encontr¨® con oposici¨®n tanto en Senegal en enero como en Congo a finales de marzo. Porque, aunque uno quiera ir de laico y progresista, para comprender el mundo hace falta tener tambi¨¦n ojos para ver y o¨ªdos para escuchar.
Filippo di Giacomo es canonista y editorialista-analista del diario La Stampa. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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