Hay Macba m¨¢s all¨¢ del concepto
El nuevo director muestra al p¨²blico los fondos del centro barcelon¨¦s - Las recientes adquisiciones trazan una colecci¨®n de obra m¨¢s accesible
"Quer¨ªa contradecir la convenci¨®n de que todo aquello que no es pintura es arte conceptual; intento mostrar la complejidad del ecosistema art¨ªstico". Bartomeu Mar¨ª, director del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona (Macba), trataba de explicar ayer en pocas palabras por qu¨¦ ha decidido exponer las nuevas adquisiciones de la colecci¨®n. La muestra se inaugura hoy, ocupa las tres plantas del museo e incluye 250 obras in¨¦ditas entre las 320 que se presentan.
Hac¨ªa tres a?os que no se ense?aba la colecci¨®n y hab¨ªa cierta expectaci¨®n por ver el cambio de rumbo imprimido por Mar¨ª en el disco duro del museo desde que en abril de 2008 tom¨® el relevo de Manuel Borja-Villel al frente del centro. Si bien no ha habido un giro copernicano en las l¨ªneas b¨¢sicas del museo, s¨ª se ha optado por obras m¨¢s cercanas, menos cr¨ªpticas en su formulaci¨®n conceptual. Destaca adem¨¢s una apabullante presencia de artistas que se sirven del collage, el fotomontaje y el v¨ªdeo, as¨ª como una considerable presencia de mujeres, creadoras de diversas procedencias.
Destacan la fuerte presencia de mujeres y las piezas que usan el 'collage'
Entre estas ¨²ltimas destaca por ejemplo una impresionante instalaci¨®n de Judith Barry, In the shadow of the city... Vamp r y (1985), en la que diapositivas y v¨ªdeos se suceden en forma de bucle mostrando en cada una de sus caras las vistas de la misma ciudad desde el interior y desde el exterior. U otra de Joan Jonas. De ¨¦sta se exhibe un nuevo montaje de Lines in the Sand (2002), realizado a partir de una performance basada en la historia de Helena de Troya.
La exposici¨®n ofrece varios itinerarios y s¨®lo presenta un cierto hilo cronol¨®gico -el que va desde 1955 hasta hoy- en la primera parte. Aqu¨ª se han recuperado obras de Motherwell, Clyfford Still, Ad Reinhardt o Franz Kline que, seguidas de piezas de T¨¤pies, Saura o Millares, representan el arranque del discurso a mediados de los a?os cincuenta. En pleno auge del informalismo, "un canon est¨¦tico que se mantiene hasta hoy, pero que no es el ¨²nico", afirma Mar¨ª.
Despu¨¦s espera al visitante una sala con dos piezas seminales en lo que ser¨¢ la concepci¨®n del arte posterior: el utopismo urbano del New Babylon -que realiz¨® a lo largo de los sesenta el artista situacionista Constant Nieuwenhuys- y la dura cr¨ªtica a la especulaci¨®n urbana de Shapolsky et al. Sociedades Inmobiliarias de Manhattan (1971), de Hans Haacke. Nos adentramos despu¨¦s en la abstracci¨®n de Palazuelo, Soledad Sevilla o Gego y desembocamos en el pop europeo de la mano de Richard Hamilton, Miralda, Joan Rabascall o un principiante Zush.
A partir de aqu¨ª, en las dos plantas siguientes, el recorrido es m¨¢s libre. "No hay voluntad enciclop¨¦dica, lo que hacemos es mostrar diversos recorridos posibles", comenta Mar¨ª, que define el museo "como un laboratorio en el que experimentar con el riesgo". Uno de los recorridos podr¨ªa ser el de los juegos infantiles, presentes en las obras de Pelle Nielsen, Nils Norman, Peter Friedel, ?yvind Fahlstr?m o Matt Mullican, cuyo proyecto M.I.T. Project (1990-2009), ocupa toda una sala en la que el artista juega a ordenar una ciudad y simb¨®lica en la que hay desde colecciones de mariposas hasta recopilaci¨®n de recortes de criminales nazis.
Otra l¨ªnea posible es la del tiempo, presente sobre todo en una pieza hist¨®rica de David Lamelas, Situaci¨®n de tiempo (1967). En ella, 17 monitores de televisi¨®n sintonizados en un canal sin im¨¢genes emiten el zumbido de la nada. Tambi¨¦n est¨¢, claro, el itinerario pol¨ªtico, que aparece en varias obras. Una de las m¨¢s significativas es El camp de la Bota (2004), montaje parcial del reivindicativo proyecto de Francesc Abad sobre los fusilados tras la Guerra Cvil en la zona que ahora es el F¨®rum.
La manipulaci¨®n medi¨¢tica aparece en obras de Muntadas, Rabascall, Sanja Ivekovic, Eugenia Balsells, Martha Rosler o Le¨®n Ferrari, y la intimidad p¨²blica en el calendario lleno de comentarios personales de Tere Recarens. La mirada po¨¦tica se deja sentir en piezas de Antoni Llena, Joan Brossa, Marine Hugonnier o Marcel Broodthaers y la reflexi¨®n sobre la representaci¨®n, en obras de Bruce Naumann o Vito Acconci.
En fin, la lista ser¨ªa largu¨ªsima y cada obra tiene una historia y una intenci¨®n que a veces no se ajusta del todo a un discurso preestablecido. En eso Mar¨ª es claro. Lo que cuenta es el artista y no el discurso cr¨ªtico que pueda o no acompa?arlo.
En esta ocasi¨®n de lo que se trataba era de mostrar lo nuevo. Las adquisiciones, donaciones o dep¨®sitos de estos ¨²ltimos tres a?os. Para ellas, el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat han aportado 1,3 millones de euros en dos a?os, a los que hay que sumar una cantidad similar (no se hace p¨²blica) aportada por la Fundaci¨®n Macba, entidad privada integrada en el consorcio del museo.
La presentaci¨®n de la colecci¨®n, que podr¨¢ verse hasta el 31 de agosto, se completa con un intenso programa de pases de v¨ªdeos, conferencias, performances y acciones que pueden verse gratuitamente en el espacio de la Capella del Macba, ya fuera de los muros blancos del edificio de Richard Meier.
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