Canaletes, ahora s¨ª, un fiest¨®n

-Que gane el peor, ?no? Porque vosotros sois mejores.

-Si yo fuera imparcial, querr¨ªa que ganaseis vosotros.

La escena, entre dos seguidores, del Athletic y del Barcelona, uno de cada bando en perfecta armon¨ªa, se dio en unos servicios del estadio de Mestalla. Faltaban unos minutos para que arrancase en Valencia la final de la Copa del Rey. Los dos aficionados, uno al lado del otro, se desearon suerte... A su manera. Con cierto estilo.

Una marea rojiblanca tom¨® Mestalla como horas antes hab¨ªa tomado la ciudad de Valencia. Claro que aquello de ser mayor¨ªa en el estadio gener¨® m¨¢s pol¨¦mica que el hecho de que miles de vascos ocuparan el antiguo cauce del Turia, pues hab¨ªan viajado sin entrada. El Barcelona protest¨® por lo que consider¨® un trato desigual en el reparto de entradas para ambos clubes: tres cuartas partes del estadio estaban ocupadas por el Athletic.

Los festejos se extendieron desde la Rambla hasta la plaza de Catalunya

Tanto las aficiones como los jugadores rivales se aplaudieron en Mestalla

Y como hab¨ªa ganado, justamente o no, la batalla del color y del ruido en las gradas, tambi¨¦n peg¨® primero el Athletic. Nueve minutos de juego y la locura tom¨® Mestalla: "?Que bote San Mam¨¦s!", gritaban.

Los rojiblancos se hab¨ªan pasado el d¨ªa acobardando a los cul¨¦s con sus c¨¢nticos, pues eran m¨¢s, muchos miles m¨¢s. Tanto que, en ocasiones, parec¨ªa que el Bar?a estuviera jugando en San Mam¨¦s. Pero los azulgrana no se acobardaron. Despert¨® Tour¨¦ a la afici¨®n azulgrana con su gol y a la del Athletic con un corte de mangas por el que Eto'o tuvo que pedir perd¨®n.

La tensi¨®n mud¨® en j¨²bilo cuando Messi, tras el segundo, se march¨® a una esquina a jalear a sus seguidores. Estaban desbocados, como el f¨²tbol del Bar?a, que tuvo premio; como tambi¨¦n lo tuvo Bojan, que hizo el tercero. Los azulgrana acariciaban el t¨ªtulo. Y los rojiblancos lo perd¨ªan de vista. La desesperaci¨®n se apoder¨® del alg¨²n aficionado, que lanz¨® un bote ante un saque de banda de Alves. Acert¨®. Pero los seguidores del Athletic, en un gesto que les honra, se?alaron al culpable. No tardaron m¨¢s de unos minutos en localizarlo y expulsarlo del campo.

Desde entonces, triunf¨® s¨®lo el f¨²tbol. Como cuando, al despedir a Xavi todo Mestalla core¨® su nombre y aplaudi¨®. S¨ª, todo, tambi¨¦n, los seguidores del Athletic aplaudieron. Como tambi¨¦n siguieron coreando el nombre de su equipo, pese a la derrota.

Y por tercera vez en 11 d¨ªas Canaletes, en la Rambla de Barcelona, volvi¨® a ser un fiest¨®n. Y esta vez con un t¨ªtulo en el bolsillo. Ya no se trataba de celebrar la goleada del Bernabeu ni el pase a la final de la Champions despu¨¦s de ganar al Chelsea. Esta vez hab¨ªa ca¨ªdo la Copa del Rey. Quiz¨¢s precavidos despu¨¦s del chasco del domingo -cuando el Barcelona empat¨® en el Camp Nou y no pudo celebrar la Liga en casa-, y porque la emisi¨®n en pantalla gigante no comenz¨® hasta la segunda parte, apenas cuatro gatos se concentraron en la plaza de Catalunya durante el primer tiempo.

La c¨¦ntrica plaza comenz¨® a animarse a partir del gol de Messi en el minuto nueve del segundo tiempo. Ya no par¨® de llegar gente y m¨¢s gente. Y de ah¨ª, a Canaletas, a s¨®lo unos metros. La plaza concentr¨® una divertida amalgama de cul¨¦s, desde chavales muy j¨®venes o una abuela ataviada con parafernalia azulgrana de pies a cabeza, hasta empleados de traje y corbata -?sal¨ªan a esa hora del trabajo?-, pasando por muchos, much¨ªsimos, turistas que se apuntaron a la fiesta.

Cantaban el himno del club, gritaban "Campeones", y coreaban aquello de "Eo, eo, eo, esto es un chorreo" o el tradicional "Visca el Bar?a i visca Catalunya".

Por otro lado, la derrota del Athletic puso final al sue?o rojiblanco en la Copa del Rey. Sin embargo, miles de bilba¨ªnos segu¨ªan en la calle con una fiesta que comenz¨® mucho antes de que Medina Cantalejo pitase el final. M¨¢s de 40.000 seguidores del club vizca¨ªno llenaron San Mam¨¦s desde las 19.30, para animar a su equipo desde la distancia. "Si gritan as¨ª ahora, cuando empiece el partido van a estar af¨®nicos", aventuraba un periodista. Se equivocaba.

El rugido atronador que apoyaba a los leones s¨®lo cedi¨® un segundo, poco despu¨¦s de que se pitase el inicio del encuentro. San Mam¨¦s explot¨® de j¨²bilo cuando las pantallas conectaron con Mestalla y mostraron como primera imagen las gradas ocupadas por los aficionados bilba¨ªnos. De repente, 700 kil¨®metros no eran nada. Sin embargo, aquel estallido no fue nada con lo que provoc¨® el tempranero gol de Toquero. La Catedral se vino abajo. Bilbao entero se vino abajo al grito de "?Ari ari ari, Toquero lehendakari!".