Cheney, al frente de una oposici¨®n 'ultra'
El ex vicepresidente dice que Obama pone el pa¨ªs en peligro
M¨¢s que una prueba de su prestigio, el protagonismo de Dick Cheney como principal azote del Gobierno de Barack Obama es el reflejo de la profunda crisis por la que atraviesa el Partido Republicano, incapaz de desprenderse de sus viejas lealtades y presentar un frente alternativo contra la popularidad del presidente.
Aunque estemos a¨²n en la resaca de las ¨²ltimas elecciones presidenciales, queda s¨®lo a?o y medio para una nueva cita con las urnas en EE UU (los comicios de mitad de legislatura) y, si no se producen novedades pronto, la oposici¨®n va a llegar a esa cita sin mensaje, sin liderazgo y abocada a una derrota estrepitosa.
"Los republicanos saben que tienen que cambiar, pero parecen aprisionados por antiguos principios que ya no tienen eco alguno entre la poblaci¨®n", afirma el influyente columnista conservador centrista David Brooks.
"Tengo la impresi¨®n de que Powell
Entre ese desconcierto, resuena con fuerza la voz del ex vicepresidente Cheney, que reivindica los m¨¦ritos de la desprestigiada Administraci¨®n para la que trabaj¨® (o dirigi¨®) y aboga por un conservadurismo m¨¢s cercano al del famoso locutor ultraderechista Rush Limbaugh que al del moderado ex secretario de Estado Colin Powell. "Si tengo que elegir, me quedo con Limbaugh", dijo recientemente en una entrevista en televisi¨®n. "Tengo la impresi¨®n de que Colin [apoy¨® a Obama] ha dejado el partido, no creo que siga siendo un republicano".
Mientras el respaldo a Obama sigue al alza (66% en el ¨²ltimo sondeo de Gallup) y el de los republicanos a la baja (34%), Cheney ha abierto la ¨²nica v¨ªa de ataque que encuentra impacto en los medios de comunicaci¨®n: la naci¨®n est¨¢ en peligro.
"La decisi¨®n del Gobierno de suspender las pol¨ªticas de seguridad de la era de George Bush significa que, en el futuro, no vamos a contar con los mismos instrumentos de protecci¨®n que hemos tenido en los ¨²ltimos ocho a?os", ha advertido el ex vicepresidente, que defiende los m¨¦todos de interrogatorios denunciados como torturas por los actuales responsables pol¨ªticos.
Cheney se ha erigido tambi¨¦n en vigilante de los valores conservadores. "No compro la idea de que ganaremos las elecciones cuando nos parezcamos a los dem¨®cratas. Ganaremos las elecciones cuando concurramos con un programa que refleje s¨®lidos principios conservadores", afirma.
Esas palabras constituyen una desautorizaci¨®n del ¨²ltimo candidato republicano, John McCain, que hoy oscila entre el centro y la derecha con creciente irrelevancia, y de otras figuras que intentan mover al partido hacia posiciones menos radicales.
La especie de los moderados est¨¢ en el ostracismo desde que hace 10 d¨ªas se cambiara de bando el senador Arlen Specter. Los invitados habituales en las tertulias son representantes del pasado del partido, y alguno que intenta abrirse paso, como el congresista de Virginia Eric Cantor, tiene que enfrentarse al poder imperante de las antiguas ideas.
"Creo que nuestras propuestas pol¨ªticas y nuestros principios son tan viables hoy como lo han sido en el pasado", dice McCain. "Tengo una profunda confianza en que los principios de Ronald Reagan, los principios de Margaret Thatcher, los principios de Abraham Lincoln tienen futuro. No soy partidario de la nostalgia, pero creo necesario aprender del pasado para encontrar una soluci¨®n al Partido Republicano", opina el ex congresista Newt Gingrich, otro de los viejos caudillos que se niega a desaparecer.
Parad¨®jicamente, es Jeb Bush, el hermano del ¨²ltimo ex presidente, quien ha salido estos d¨ªas a hablar de la necesidad de "superar la nostalgia por Reagan" y presentarle una nueva oferta a la naci¨®n. "No se puede vencer a algo con nada, y el otro lado ofrece algo. A m¨ª no me gusta, pero es algo, y nosotros tenemos que ser respetuosos e inteligentes respecto a eso", ha advertido el ex gobernador de Florida.
La necesidad de esa oferta se hace agobiante a medida que entramos en un nuevo ciclo electoral. Los republicanos han perdido 50 esca?os en el Congreso en las dos ¨²ltimas elecciones. Est¨¢n a punto de perder la minor¨ªa de bloqueo en el Senado (hay un esca?o pendiente de decisi¨®n judicial en Minnesota), y otra derrota suya el a?o pr¨®ximo pondr¨ªa en manos de Obama y de los dem¨®cratas un poder desconocido en Washington desde hace d¨¦cadas.
Jeb Bush no parece, en todo caso, el nombre m¨¢s apropiado para encabezar una oferta renovadora. Cantor es quien m¨¢s lejos ha ido en ese sentido con la presentaci¨®n el pasado 30 de abril de un grupo llamado Consejo Nacional para una Nueva Am¨¦rica, que intenta ser un aglutinante de las distintas sensibilidades que conviven en la oposici¨®n.
"El Consejo Nacional para una Nueva Am¨¦rica se comprometer¨¢ en el desarrollo de soluciones innovadoras para hacer frente a los serios problemas que afronta nuestro pa¨ªs", dijo el propio Cantor, de 45 a?os, en el lanzamiento de su iniciativa.
El Partido Republicano no tiene s¨®lo un d¨¦ficit de ideas innovadoras sino de conexi¨®n con el pa¨ªs real. La escasa proporci¨®n de mujeres dentro de su grupo parlamentario -no llega al 9%- es el reflejo de sus dificultades para comunicarse con ese sector del electorado, que vot¨® dem¨®crata el a?o pasado por casi un 15% de diferencia. Su decisi¨®n reciente de nombrar a un negro, Michael Steele, como presidente del partido (un cargo de escaso poder), es una triste compensaci¨®n por el hecho cada d¨ªa m¨¢s rotundo de que el Partido Republicano se ha convertido en un partido exclusivo para blancos.
"En ocasiones, el partido parece haberse desligado de las relaciones inmediatas con los ciudadanos. Se ha hecho tanto el partido del individualismo y la libertad que ha dejado de ser el partido de la comunidad y el orden", opina Brooks.
Es mucho, por tanto, lo que tienen por delante los conservadores para reconquistar el control de la vida pol¨ªtica. S¨®lo un fracaso de Obama -posibilidad con la que siempre cuenta un partido de oposici¨®n- puede acelerar ese dif¨ªcil tr¨¢nsito.
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