Cogida menos grave de Ferrera

Sin duda alguna, un gafe se ha abonado a la feria de San Isidro. Un gafe malage de verdad que tiene a la torer¨ªa andante con la mosca detr¨¢s de la oreja, y con el miedo metido en el cuerpo, pensando cada uno en la soledad del hotel si ser¨¦ yo el pr¨®ximo esta tarde. No es normal que en nueve festejos hayan pasado por el lecho del dolor nada menos que seis toreros: Abell¨¢n, Gimeno Mora, Iv¨¢n Fandi?o, Bol¨ªvar y Rafael Cuesta. Ayer le toc¨® el turno a Antonio Ferrera, que result¨® cogido al inicio de la segunda tanda con la muleta. Acababa de cogerla con la mano derecha, qued¨® al descubierto y el toro aprovech¨® para clavarle el pit¨®n en el tercio medio del muslo derecho con una trayectoria de 15 cent¨ªmetros que le produjo destrozos en el vasto interno. No quiso que lo trasladaran a la enfermer¨ªa, le colocaron un torniquete, continu¨® la faena y s¨®lo se retir¨® tras matar a su oponente. Antes, hab¨ªa banderilleado, como es su costumbre, de forma espectacular, pero a toro pasado siempre. Y mulete¨® de forma tosca, sin gracia ni hondura, con el enga?o retrasado en todo momento y citando con el pico. Dicho lo cual tambi¨¦n hay que cantar la heroicidad de estos hombres -de Ferrera, ayer-, capaces de aguantar el dolor y cumplir con su deber hasta el ¨²ltimo momento. Ferrera cojeaba ostensiblemente al final de la faena, pero se mantuvo en el ruedo con una enorme dignidad.

El resto de la corrida fue toda una lecci¨®n magistral del pegapasismo imperante, burdo, decadente, enga?oso e insufrible. Porque no hay nada m¨¢s aburrido que un se?or dando mantazos a un toro que va y viene con m¨¢s o menos alegr¨ªa, mientras el p¨²blico bosteza y algunos aprovechan para echar una siestecita. Qu¨¦ aburrimiento, por Dios, el que ayer protagonizaron dos toreros j¨®venes, Tejela y Bol¨ªvar, plenos de fortaleza e ilusi¨®n -se supone-, con toda una vida por delante y la necesidad de obtener un gran triunfo para encaramarse a la cima del toreo. Pues todo gozo en el m¨¢s profundo pozo.

El pasado mi¨¦rcoles, Bol¨ªvar cort¨® una oreja a un toro extraordinario, y se gan¨®, tambi¨¦n, una cornada. Dos d¨ªas despu¨¦s, las Ventas lo recibieron con una t¨ªmida ovaci¨®n de aliento y con inusitada expectaci¨®n por su gallard¨ªa por reaparecer con la herida a¨²n abierta y con la esperanza de que refrendara su ¨¦xito. Pues, una de dos: o las secuelas de la herida le han pasado una dura factura, o lo de hace tres d¨ªas fue un espejismo. Porque el torero que se vio ayer fue una triste caricatura del Bol¨ªvar valiente y triunfador.

Comenz¨® la faena a su primero con un pase cambiado por la espalda que hizo albergar las mejores esperanzas ante un animal sosote, pero constante en su embestida. Parec¨ªa asentado y seguro, y que refrendar¨ªa su buen momento. De pronto, cita de nuevo con la mano derecha, y el torero parec¨ªa transfigurado como por arte de magia. Vamos, que se convirti¨® en un pegapases infumable: se coloca al hilo del pit¨®n, fuera de cacho siempre, sin cruzarse, desviando hacia fuera la embestida... Un horror protagonizado por un torero desorientado, inseguro, tenso y sin ideas. El noblote toro le gan¨® la partida de cabeza a rabo. Y sali¨® el sexto, astifino, sobre todo, del pit¨®n derecho, y Bol¨ªvar brind¨® al p¨²blico en una declaraci¨®n p¨²blica de que ven¨ªa a por todas. Pues, otro fiasco imperdonable. Dos naturales de bella factura quedan en el recuerdo, en el desorden de una labor premiosa y superficial. El toro ten¨ªa casta y exig¨ªa lo que el torero no ten¨ªa: dominio y poder. Bol¨ªvar dio la impresi¨®n de sentirse desarbolado e impotente.

Y Tejela mat¨® tres toros y cort¨® una oreja. Tejela tiene maneras de torero de aroma. Tiene gusto toreando, pero es otro pegapases de los que no se pueden aguantar. No tiene perd¨®n que un torero con sentimiento art¨ªstico en las mu?ecas sea tan ventajista, se coloque tan mal, cite con la muleta siempre retrasada, y permita que entre ¨¦l y el toro quede otro toro. Eso hizo ante el noble segundo. Ante el quinto, el m¨¢s aplomado y d¨¦bil de la tarde, demostr¨® voluntad, pero muy poco sitio. Lo m¨¢s grave es que se dej¨® ir un manso nobil¨ªsimo que le ofreci¨® las orejas en bandeja, cuando Tejela s¨®lo ten¨ªa en su manos bisuter¨ªa barata; es verdad que su toreo gan¨® en intensidad, pero por la calidad del toro, que no por la del torero. Le falt¨® embraguetarse, ponerse en su sitio y torear como es debido. Le concedieron una oreja; pues, muy bien.

Ah! Que alguien encuentre, por favor, al gafe de la feria. S¨®lo as¨ª se evitar¨¢ que contin¨²en las cogidas.