El equipo sin nombre
Armstrong y sus compa?eros del Astana corren con un 'maillot' virgen para denunciar que Kazajist¨¢n no les paga desde hace dos meses
Hay equipos con un nombre, equipos con 30 nombres y, desde ayer, equipos sin nombre. Por su uso de los adhesivos los conocer¨¦is, y por sus preocupaciones. S¨¢bado pasado. Media hora antes del comienzo del Giro, los mec¨¢nicos y dise?adores de Cerv¨¦lo -austeridad negra en bicis y maillots, el non va plus del dise?o minimalista tanto en las bicis, tan aerodin¨¢micas como cazas a¨¦reos, como en sus envoltorios- sudan en el h¨²medo Lido de Venecia para intentar fijar la pantalla del puls¨®metro de Konovalovas entre los soportes aerodin¨¢micos de contrarreloj en la bici que va a estrenar. Manejando unas tijeritas y un rollo de cinta aislante con precisi¨®n milim¨¦trica y pulso de cirujano, Alejandro Torralbo, el jefe de los mec¨¢nicos, lo consigue.
"Es nuestra forma de decir que no todo va OK", dijo su jefe, Johan Bruyneel
Si el 31 de mayo no se salda la deuda, la UCI retirar¨¢ la licencia al equipo de Contador
Al lado, en la parcela contigua, tambi¨¦n sudan mec¨¢nicos y t¨¦cnicos. Es el territorio de Gianni Savio, el negociante que dirige el Serramenti PVC Diquigiovanni-Androni Giocattoli, quien tortura su cerebro y el de sus ayudantes para encontrar un hueco en la chapa de los coches donde pegar el adhesivo de otro de sus patrocinadores. Aunque ya figuraban en las puertas, aletas, paragolpes y techo no menos de 30 pegatinas, consigui¨®, la experiencia ayuda, evidentemente, hacerle espacio a la 31?. Como aquel periodista que pagaba sus filetes de solomillo colocando en el peri¨®dico un anuncio de la carnicer¨ªa que se los fiaba, Savio, un superviviente de d¨¦cadas, paga a todos sus proveedores con un trozo de chapa, con un pedazo de maillot de sus ciclistas, quienes deben contribuir a veces con una pegatina propia para redondear su sueldo y a los que convierte en adefesios rodantes en una exacerbaci¨®n esperp¨¦ntica de su funci¨®n principal, la de hombre anuncio, desde los or¨ªgenes del ciclismo.
Sus coches y maillots son horripilantes, nadie dar¨ªa un duro por su ¨¦xito, pero, ir¨®nicamente, estamos hablando del ciclismo del siglo XXI, su adaptaci¨®n al medio y, por tanto, sus posibilidades de supervivencia, las del equipo con nombre tan largo que nadie puede ni memorizar ni leer desde lejos, tan peque?os deben ser sus tipos para caber en el pecho y la espalda de los delgados ciclistas, en su mayor¨ªa colombianos, son mayores que, posiblemente, la del equipo de Carlos Sastre -un fabricante de bicicletas debe vender muchas bicicletas para financiar durante muchos a?os un presupuesto de unos 10 millones de euros- y, con toda seguridad, que las del equipo de Lance Armstrong, el corredor m¨¢s publicitario del mundo en su regreso, quien ayer, como todos sus compa?eros en el Giro, dio en la alpina Innsbruck un tercer uso no previsto a la cinta adhesiva, el de tapar de los maillots el nombre de su equipo, que no paga desde febrero. "Es nuestra forma de decir que no todo va OK", dijo su jefe, Johan Bruyneel, a quien la federaci¨®n de Kazajist¨¢n, el garante de sus sueldos recolectados entre siete grandes empresas nacionales, presiona para que acepte en sus filas al renegado Vinok¨²rov, quien en julio cumple su sanci¨®n de dos a?os. "Recibimos muchas palabras pero nada de dinero".
Azules y v¨ªrgenes recorrieron ayer los corredores de Bruyneel una etapa tan larga como la del d¨ªa anterior, casi 250 kil¨®metros, y m¨¢s multicultural: parti¨® del Tirol austriaco, atraves¨® Suiza hasta la decadente Saint Moritz y entr¨® en Italia por el impetuoso paso de Maloja, una carretera encajonada en el hueco de una chimenea, retorcida en cortos tramos tan empinados como una escalera de caracol y empalmados por cerradas curvas de herradura, un paso profundo en el que para ver el sol los d¨ªas claros hay que ponerse de puntillas y estirar el cuello, el paisaje, ayer h¨²medo y brumoso, que regal¨® a Alberto Giacometti, el escultor que all¨ª naci¨® y pas¨® su infancia, la mirada que transforma al hombre en esp¨ªritu, en cuerpo de ciclista, de largas piernas, finas, de estrecho pecho, de gran cabeza. De haber sido un espectador en la cuneta durante el pavoroso descenso, el alma de Giacometti seguramente se habr¨ªa estremecido de horror -qu¨¦ maillot- y gozo est¨¦ticos a partes iguales al ver abrir pista a Alessandro Bertolini, el m¨¢s viejo del Giro, dos meses m¨¢s viejo que Armstrong, y miembro del equipo de Savio, quien desafi¨® su miedo y los l¨ªmites de su bicicleta en un descenso temerario. Gan¨® unos segundos, pero no los suficientes. El pelot¨®n, prudente, Armstrong, un d¨ªa m¨¢s, espantado, dej¨® hacer delante, pero cuatro m¨¢s se unieron a Bertolini. En el sprint se impuso el menos giacomettiano, un coloso noruego y joven -cumple ma?ana los 22-, Edvald Boasson Hagen.
El equipo de Bruyneel, el equipo sin nombre, en el que tambi¨¦n corre Contador, tiene fecha de caducidad: si el 31 de mayo, ¨²ltimo d¨ªa del Giro, Kazajist¨¢n no ha pagado, la Uni¨®n Ciclista Internacional le retira la licencia. "Espero que los maillots v¨ªrgenes tengan efecto y que al final cumplan su compromiso", dijo Bruyneel.
S¨¦ptima etapa: 1. E. Boasson-Hagen (Nor. / Columbia), 5h 56m 53s. 71. D. Arroyo (Caisse d'?pargne), a 40s. 142. L. Armstrong (EE UU / Astana), a 58s. General: 1. D. di Luca (Ita. / LPR), 28h 8m 48s. 6. I. Basso (Ita. / Liquigas), a 1m 6s. 7. C. Sastre (C¨¦rvelo), a 1m 16s. 25. L. Armstrong, a 4m 31s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.