Fan¨¢ticos de lo real, fan¨¢ticos de lo simb¨®lico
1 Uno de los art¨ªculos m¨¢s interesantes que he le¨ªdo en los ¨²ltimos meses se titula Se?ores pol¨ªticos, sigan gesticulando, por favor. Lo public¨® este peri¨®dico, su autor es Antonio N¨²?ez L¨®pez y firma como "estratega de la comunicaci¨®n". No tengo ni idea de lo que es un estratega de la comunicaci¨®n, y tampoco tengo el gusto de conocer al se?or N¨²?ez L¨®pez, pero, como quiz¨¢ alguno de ustedes no ley¨® su art¨ªculo, a continuaci¨®n me permito glosarlo y discutirlo.
La tesis central de N¨²?ez L¨®pez es que un pol¨ªtico debe salir en la foto, y sobre todo debe salir bien. Esto puede parecer una provocaci¨®n (o una perogrullada); en cierto modo lo es, aunque ah¨ª est¨¢ la gracia. N¨²?ez L¨®pez discrepa de "los fan¨¢ticos de lo real", aquellos que consideran que los gestos y las fotos de los pol¨ªticos est¨¢n al servicio de sus vanidades personales, "cuando no directamente de la manipulaci¨®n y el enga?o"; sostiene que las im¨¢genes gobiernan el mundo, que han dejado de ser la ilustraci¨®n de la noticia para convertirse en la noticia misma; aduce un ejemplo: seg¨²n ¨¦l, el mayor ¨¦xito mundial desde que dio inicio la crisis econ¨®mica fue la cumbre del G‑20, y una foto lo sintetiz¨® mejor que todas las palabras que durante aquellos d¨ªas pronunciaron los dirigentes pol¨ªticos: la foto de Michelle Obama y la reina de Inglaterra cogidas por la cintura. "Dos mujeres l¨ªderes, no dos hombres", escribe N¨²?ez L¨®pez. "Dos razas antes enfrentadas. Dos cunas bien distintas. Dos potencias mundiales, la vieja Europa y el joven Estados Unidos. Dos formas de entender la diplomacia y la pol¨ªtica. Dos iconos globales". Y concluye: "El grumo de recelos, prejuicios y protocolos caducos, que tanto hab¨ªa atascado la coordinaci¨®n mundial de las medidas anticrisis, disuelto gracias a la voluntad de entenderse, tolerar culturas distintas y trabajar unidos para superar la situaci¨®n".
"Lo simb¨®lico sin lo real es pura nader¨ªa; lo real sin lo simb¨®lico acaba siendo ineficaz"
Si rebajamos un poco (o un mucho) el triunfalismo, no le falta raz¨®n a N¨²?ez L¨®pez; a mi juicio, tampoco le sobra. Nadie goza del privilegio de prescindir de la realidad, y menos que nadie un pol¨ªtico, a quien pagamos para que la administre y la mejore; y si son las im¨¢genes las que gobiernan la realidad -cosa nada f¨¢cil de desmentir a estas alturas-, entonces el pol¨ªtico debe mimar las im¨¢genes. Desde luego, no conozco ning¨²n pol¨ªtico al que no le guste salir en la foto; si existe, cabe sospechar seriamente que es un mal pol¨ªtico. Pero el problema no es el pol¨ªtico al que le gusta salir en la foto, sino el pol¨ªtico al que s¨®lo le gusta salir en la foto; ¨¦ste no es un mal pol¨ªtico: es un pol¨ªtico p¨¦simo, un mamarracho aquejado de mediopat¨ªa al que, por el bien de la pol¨ªtica -o sea, por el bien de usted y de m¨ª, amable lector-, conviene echar cuanto antes y a patadas de la pol¨ªtica. Frente al fan¨¢tico de lo real, el fan¨¢tico de lo simb¨®lico: lo simb¨®lico sin lo real es pura nader¨ªa; lo real sin lo simb¨®lico acaba siendo ineficaz, que es otra forma de la nader¨ªa. Yo creo que los pol¨ªticos tienen la obligaci¨®n de no obligarnos a elegir entre esos dos fanatismos.
2 Todos deseamos que no nos obligue a elegir entre ellos el nuevo ministro de Educaci¨®n, ?ngel Gabilondo. A pesar de ser catedr¨¢tico de metaf¨ªsica, Gabilondo parece un hombre con los pies bien plantados en el suelo, al menos si atendemos a su lema: "Las convicciones, a los presupuestos". Est¨¢ muy bien. Desde hace m¨¢s de dos siglos se sabe que el principal problema de este pa¨ªs es la educaci¨®n: el desprecio por los valores del trabajo y el conocimiento y la falta de respeto por quienes tratan de inculcarlos; eso al principio s¨®lo lo dec¨ªa la izquierda ilustrada, pero de un tiempo a esta parte tambi¨¦n lo dice la derecha. Sin embargo, a juzgar por los resultados de los estudios que peri¨®dicamente leemos en la prensa -y que peri¨®dicamente nos sit¨²an a la cola de los pa¨ªses de nuestro entorno en materia educativa-, no parece que haya servido de mucho; la raz¨®n es que una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace; o, lo que es lo mismo: la raz¨®n es que, dado que en pol¨ªtica las convicciones son poco m¨¢s que s¨ªmbolos y los presupuestos son la realidad, en materia educativa nuestros pol¨ªticos han tendido a actuar como fan¨¢ticos de lo simb¨®lico. No hay duda de que las convicciones del nuevo ministro son excelentes: vindica el esfuerzo y la disciplina, clama por un pacto que no obligue a cambiar de modelo educativo cada vez que cambia el Gobierno, pretende remediar la insuficiencia de medios de escuelas y universidades. Excelente: ahora s¨®lo falta convertir esas convicciones en presupuestos, esos s¨ªmbolos en realidad. Si el ministro lo consigue, ser¨¢ una revoluci¨®n colosal. Los entendidos aseguran que de esta crisis econ¨®mica saldremos: tardaremos un a?o, o dos, o tres, pero saldremos; de la crisis educativa no hemos salido nunca, y no se vislumbra cu¨¢ndo vamos a hacerlo. Nuestros pol¨ªticos de izquierda suelen decir que su primera prioridad es la pol¨ªtica educativa; si lo es -si lo que dicen no es mera gesticulaci¨®n-, entonces deber¨ªan dar m¨¢s dinero a las escuelas que a las empresas. Buena suerte, ministro.
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