Hussein, como el nieto del Profeta
Barack Hussein Obama no ha podido escoger mejor lugar para su discurso al mundo isl¨¢mico. Egipto, con injusticia social y poca democracia, sufre como propio el drama palestino y es la cuna del islamismo pol¨ªtico
En el siglo XIV de la era cristiana, pose¨ªdo por una sed voraz de conocimiento y aventura, Ibn Batuta sali¨® de su ciudad natal de T¨¢nger a los 22 a?os de edad para no regresar hasta pasadas m¨¢s de dos d¨¦cadas. En ese tiempo visit¨® innumerables ciudades, entre ellas Constantinopla, Jerusal¨¦n, Damasco, La Meca, Bagdad, Samarkanda, Delhi, Cant¨®n, Ad¨¦n, Mogadiscio y Tombuct¨². Una de las reglas de sus viajes -conocidos en ¨¢rabe como la rihla o periplo- fue no volver a lugares que ya hab¨ªa conocido... y la cumpli¨® con una excepci¨®n: El Cairo. All¨ª se detuvo al menos en cinco ocasiones. "Aqu¨¦lla no s¨®lo era la ciudad m¨¢s grande y rica de la ¨¦poca, y la capital del reino m¨¢s poderoso, sino tambi¨¦n el lugar donde se cruzaban las m¨¢s transitadas rutas comerciales y de peregrinaci¨®n, de norte a sur y de este a oeste", recuerda Max Rodenbeck, cronista contempor¨¢neo de la metr¨®polis egipcia. "El Cairo era el ombligo del mundo".
Obama recibe hoy a Netanyahu; en junio se dirigir¨¢ a los musulmanes desde el Valle del Nilo
Aunque el dolor de los palestinos abrase, alguien llamado Hussein ser¨¢ escuchado con respeto
Dej¨® de serlo hace mucho tiempo. Viajando en la direcci¨®n del sol, el ombligo del mundo se fue trasladando sucesivamente a Europa occidental, el norte de Am¨¦rica y Asia oriental. Ahora, con casi 20 millones de habitantes cuyo principal af¨¢n es conseguir un plato diario de habas, El Cairo no est¨¢ a la vanguardia de nada, ni tan siquiera es la capital indiscutible del mundo ¨¢rabe como en la ¨¦poca de Nasser. Y sin embargo, la ciudad del Nilo, la Esfinge y las Pir¨¢mides es imprescindible a la hora de diagnosticar -e intentar remediar- muchas de las dolencias del mundo.
Hoy, lunes, Barack Hussein Obama se entrevista en Washington con Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel. Dadas las muy diferentes posiciones de ambos sobre Oriente Pr¨®ximo, el encuentro promete ser duro. No obstante, no supone una novedad diplom¨¢tica: los l¨ªderes de Estados Unidos e Israel se ven con frecuencia aqu¨ª o all¨ª. Lo verdaderamente ins¨®lito ha sido el reciente anuncio de la Casa Blanca de que Obama viajar¨¢ a Egipto a comienzos de junio y all¨ª -a¨²n no se sabe si en El Cairo u otro lugar- pronunciar¨¢ ese "gran discurso al mundo musulm¨¢n" que prometi¨® durante su campa?a. Tras darle muchas vueltas al asunto (Turqu¨ªa e Indonesia eran otras opciones), la diplomacia estadounidense ha terminado por dar en el clavo. Simb¨®lica, espiritual y pol¨ªticamente, la elecci¨®n de Egipto es una obra maestra.
Para lo bueno y para lo malo. Egipto, con 80 millones de almas, es el pa¨ªs ¨¢rabe m¨¢s poblado y uno de los m¨¢s poblados del mundo musulm¨¢n. Tambi¨¦n es un aliado de Estados Unidos -vive en gran medida de los miles de millones de d¨®lares que le regala la superpotencia por firmar la paz con Israel en 1979-, pero no es un forofo de sus pol¨ªticas para Oriente Pr¨®ximo. Su presidente -Hosni Mubarak- discrep¨® de la desastrosa invasi¨®n de Irak y la mayor¨ªa de su pueblo tiene a Washington como un modelo de hipocres¨ªa tanto por predicar la democracia y sostener a aut¨®cratas, como el propio Mubarak, como por su indiferencia ante los sufrimientos de los palestinos.
Nadie podr¨¢ acusar a Obama de buscarse un escenario c¨®modo, servil o as¨¦ptico para su discurso. Al contrario, al viajar a Egipto entrar¨¢ de lleno en el coraz¨®n de tres grandes problemas del mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n: la falta de democracia, el conflicto israelo-palestino y el vigor del islamismo pol¨ªtico.
Con un Mubarak que gobierna desde hace casi 30 a?os y maniobra para que le suceda su hijo Gamal, con un estado de excepci¨®n vigente desde el asesinato de Sadat en 1981, con libertades de expresi¨®n, asociaci¨®n y participaci¨®n pol¨ªtica muy restringidas, con la tortura como pr¨¢ctica corriente en comisar¨ªas y c¨¢rceles y con una clase dominante constituida por militares y empresarios corruptos, el de Egipto es uno de esos reg¨ªmenes escler¨®ticos y protegidos por Estados Unidos de los que tanto despotrican los dem¨®cratas ¨¢rabes.
?C¨®mo puede Obama hablar de democracia en su discurso egipcio sin perturbar a Mubarak, su anfitri¨®n? En Washington, seg¨²n las cr¨®nicas, son muy conscientes del embrollo. "Pero tendr¨¢ que hacerlo", afirma el disidente egipcio Saad Edim Ibrahim. "El discurso de Obama no puede eludir la cuesti¨®n central de que no hay ninguna incompatibilidad insuperable entre la democracia y la religi¨®n del Cor¨¢n".
No es ¨¦sta la ¨²nica mina que aguarda a Obama en Egipto. El presidente norteamericano, dicen los suyos, no se olvida del conflicto israelo-palestino, pese a que hoy mismo Netanyahu intentar¨¢ desviar su atenci¨®n hacia Ir¨¢n. A¨²n m¨¢s, el lanzamiento de su iniciativa de paz ser¨ªa inminente, seg¨²n numerosas fuentes. Los ¨¢rabes y los musulmanes as¨ª lo esperan. Ninguna de las muchas cosas positivas que Obama est¨¢ proponiendo sobre el deshielo con Ir¨¢n, el apoyo a Turqu¨ªa en su viaje hacia la democracia y Europa, la pacificaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo, la estabilizaci¨®n de Afganist¨¢n y Pakist¨¢n o las nuevas formas de lucha contra el yihadismo, puede llegar a buen puerto si no efect¨²a un esfuerzo heroico para resolver -o, al menos, paliar- la tragedia palestina. Desde el levante al poniente, el dolor de los palestinos abrasa el coraz¨®n de los musulmanes.
En el Valle del Nilo, superpoblado y empobrecido pero tan paciente, vitalista y bienhumorado como siempre, Obama estar¨¢ muy cerca de Gaza, cuyo feroz asedio por el Ej¨¦rcito israel¨ª conmocion¨® al pueblo egipcio. ?Qu¨¦ dir¨¢? Obama est¨¢ a favor de la soluci¨®n de los dos Estados en Tierra Santa; sus diplom¨¢ticos se afanan por resucitar el esp¨ªritu y las f¨®rmulas de Oslo, Camp David y Taba, y los Estados ¨¢rabes recuerdan que en 2002 aprobaron en Beirut una muy razonable oferta de paz a Israel. Pero el Gobierno del halc¨®n Netanyahu y el ultra Lieberman est¨¢ contra la creaci¨®n de un Estado palestino en los territorios ocupados por Israel en 1967. Los palestinos, por su parte, est¨¢n divididos entre el Fatah de Mahmud Abbas, mayoritario en Cisjordania, y los islamistas de Ham¨¢s, atrincherados en el gueto de Gaza. Y, sobre todo, ?es posible construir un Estado palestino viable con un Jerusal¨¦n anexionado por Israel y una Cisjordania habitada por cientos de miles de colonos israel¨ªes? ?No ser¨ªa el territorio cisjordano de esa hipot¨¦tica entidad un archipi¨¦lago de bantustanes aislados por asentamientos y carreteras israel¨ªes, muros de hormig¨®n y controles de los soldados de Tsahal? ?No es demasiado tarde para la f¨®rmula de los dos Estados, como se tem¨ªa Edward Said?
Ya en dos ocasiones Obama se ha dirigido a los musulmanes. En su primera entrevista televisada como presidente, a Al Arabiya, dijo: "Mi trabajo respecto al mundo musulm¨¢n es comunicarle que EE UU no es su enemigo". Y en abril afirm¨® en Turqu¨ªa: "Estados Unidos no est¨¢ en guerra con el islam ni lo estar¨¢ nunca". No fueron mensajes f¨²tiles. El antiamericanismo pol¨ªtico, fuerte entre los musulmanes desde hace d¨¦cadas por el apoyo incondicional de Washington a Israel, se dispar¨® durante los a?os de Bush con Afganist¨¢n, Irak, Abu Ghraib y Guant¨¢namo. La idea, tan cara a Bin Laden, de una "cruzada judeocristiana" contra el islam hizo su camino.
Lucidez y valent¨ªa son signos distintivos de la rihla de Obama, su periplo en busca de la coexistencia pac¨ªfica en Oriente Pr¨®ximo de cristianos, jud¨ªos y musulmanes; occidentales, ¨¢rabes, persas, turcos e israel¨ªes. De mantener sus planes, cuando viaje a Egipto en junio, lo har¨¢ al mism¨ªsimo solar de la Cofrad¨ªa de los Hermanos Musulmanes, la abuela de todos los movimientos islamistas contempor¨¢neos. En su seno se forj¨® el pensamiento de Sayyed Qutb, capital para Jomeini y para Al Qaeda, y tambi¨¦n el modelo de piedad religiosa, activismo pol¨ªtico y protecci¨®n social que hace tan exitosos a grupos como Hezbol¨¢ y Ham¨¢s. Hoy, tolerados a ratos, perseguidos casi siempre, dirigidos por gente pragm¨¢tica, opuestos al terrorismo, los Hermanos Musulmanes son la principal oposici¨®n al r¨¦gimen egipcio, y las penurias causadas por la privatizaci¨®n de empresas p¨²blicas que lidera Gamal Mubarak, el hijo del fara¨®n, le abonan a¨²n m¨¢s el terreno.
Pero Obama no planea dirigirse a los islamistas en su discurso en el que fue el ombligo del mundo. Quiere ir m¨¢s all¨¢: hablarles directamente a los cientos de millones de musulmanes de todo el planeta que, como indica la sura 2.256 del Cor¨¢n, viven su fe sin pretender impon¨¦rsela a nadie. Ellos est¨¢n predispuestos a creerle. Al fin y al cabo, su familia paterna es musulmana, su segundo nombre propio es Hussein, como el venerado nieto del profeta Mahoma, y ha probado que, al igual que la mayor¨ªa de los que conocen directamente el islam, no se deja guiar por prejuicios seg¨²n los cuales esta religi¨®n ser¨ªa m¨¢s mis¨®gina, violenta o contradictoria con la democracia que cualquier otra de las monote¨ªstas. Lo dijo ¨¦l mismo en Turqu¨ªa: "Muchos americanos tienen familiares musulmanes o han vivido en un pa¨ªs de mayor¨ªa musulmana. Lo s¨¦ porque soy uno de ellos".
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