Cannes no rompe su abrazo a Almod¨®var
Aunque intente hacer malabarismos con su tiempo es imposible para alguien con el deber de hacer la cr¨®nica de esa cosa tan extenuante llamada Festival de Cannes que le ofrezcan reposo a su cuerpo y a su retina durante m¨¢s de cinco o seis horas, ya que la primera y obligada visi¨®n de las pel¨ªculas que concursan en la secci¨®n oficial es a las ocho y media de la ma?ana, horario lega?oso y nada adecuado para captar las esencias de los presuntos manjares. Por ello, no es extra?o que abunden en la sala los suspiros prolongados e incluso los soeces ronquidos, lo cual no impide que algunos de los comprensiblemente so?olientos expliquen despu¨¦s con an¨¢lisis orales o escritos, pero inevitablemente profundos y comprometidos, las claves y los mensajes de esas obras preferiblemente vanguardistas.
En medio de tanta fatiga, supone un alivio importante para las cansadas neuronas, y sobre todo para el disfrute de la cama, haber visto anteriormente a su estreno en los festivales alguna de las pel¨ªculas que van a exhibir. Por tanto no he ido al pase de Los abrazos rotos, pero compa?eros con m¨¢s sentido de la responsabilidad y dispuestos a informar de la acogida que ha tenido en la sala la ¨²ltima pel¨ªcula de este Almod¨®var por el que Cannes siente ancestral adoraci¨®n (testifico que ese amor incondicional se prolonga al resto del mundo, pero lo que m¨¢s mola es que te hayan descubierto y santificado los cult¨ªsimos intelectuales franceses, que son los que saben mogoll¨®n del arte aut¨¦ntico) me comunican que ha habido muchos aplausos y ning¨²n abucheo, lo que confirma el intacto prestigio de Almod¨®var en este templo del cine trascendente.
Posteriormente, escucho en el encuentro de Almod¨®var con los medios espa?oles su l¨²cida explicaci¨®n del amor que le tienen los franceses. Se debe, a diferencia con Espa?a, a que aqu¨ª los cr¨ªticos ven su cine sin prejuicios y de forma objetiva. Tambi¨¦n resalta que abundantes y distinguidos espectadores de Los abrazos rotos le han comentado que la primera vez se han sentido impresionados, pero que necesitan una segunda visi¨®n para paladearla y analizar con m¨¢s tranquilidad los mecanismos que han provocado esa emoci¨®n. En mi caso es todo lo contrario. La primera vez que la padec¨ª me result¨® pretenciosa, aburrida y hueca, pero la segunda me result¨® exclusivamente grotesca esa indagaci¨®n en la pasi¨®n, la creatividad cinematogr¨¢fica y no s¨¦ cu¨¢ntas movidas m¨¢s. Intent¨¦ explicar mis desagradables sensaciones en este peri¨®dico cuando se estren¨® en Espa?a Los abrazos rotos. O sea, que no tiene sentido algo tan in¨²til y fatigoso como volver a repetirme. Al parecer, me estoy perdiendo algo importante. Eso me ocurre por ser prejuicioso y subjetivo, por no saber apreciar la belleza y la complejidad que a tanto esp¨ªritu cultivado ha resultado transparente. Tendr¨¦ que cargar eternamente con mi lamentable miop¨ªa y mi carencia de sensibilidad ante la volc¨¢nica historia de amor entre el manipulado director y la atormentada amante del mezquino millonario empe?ada en ser actriz.
Vincere, dirigida por Marco Bellocchio, aquel se?or italiano que nos perturb¨® hace tanto tiempo con su primera y feroz pel¨ªcula Las manos en los bolsillos, pero que nunca prolong¨® aquel placer a pesar de su larga filmograf¨ªa, se propone reivindicar la sufrida figura de Ida Dalse, una amante de Mussolini que entreg¨® su cuerpo, su alma y sus posesiones al futuro Duce y que pari¨® al primer hijo de ¨¦ste. Cuenta la enloquecida b¨²squeda de esta mujer rechazada a lo largo del tiempo para que el dictador asuma la paternidad de su hijo. Bellocchio narra esta desgarrada historia combinando el tono oper¨ªstico con los documentales de la ¨¦poca que plasmaban el esplendor del fascismo. Lo hace con inequ¨ªvocas pretensiones de arte, pero casi todo resulta chirriante, esperp¨¦ntico y forzado. Te da un poco igual la obsesi¨®n de la abandonada, la egolatr¨ªa de su seductor, el retrato hist¨®rico de una ¨¦poca convulsa y sombr¨ªa.'Vincere', de Marco Bellocchio, reivindica a una amante de Mussolini
Babelia
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