No disparen a los ganaderos
Es mejor decirlo al principio, y que se escandalicen de entrada: el sector l¨¢cteo es m¨¢s importante para Galicia que Citro?n. No s¨¦ si para la econom¨ªa, que posiblemente tambi¨¦n, pero desde luego s¨ª para la sociedad gallega en sentido amplio. De la leche dependen al menos los mismos puestos de trabajo que del autom¨®vil, 20.000 directos y 80.000 indirectos, y las organizaciones agrarias estiman que est¨¢n en riesgo inminente 4.000 explotaciones que ocupan a 6.000 personas. Pero sobre todo lo que est¨¢ en juego es un tejido social al completo, la amenaza de que un centenar de ayuntamientos subsistan con las pensiones como ¨²nica industria, y que la mitad de Galicia quede (m¨¢s) despoblada y a monte, o como dicen los amenazados con una met¨¢fora muy expresiva, que as silvas pasen por riba das casas.
El mundo rural se ha visto como algo residual, una fuente de problemas, y no un sector estrat¨¦gico
Naturalmente, todas las autoridades se solidarizan con las penas de los ganaderos, y todas expresan su preocupaci¨®n por los problemas estructurales del sector. Sin embargo, las primeras declaraciones del responsable auton¨®mico del ramo han sido para rechazar propuestas de intervenci¨®n, porque constituir¨ªan una injerencia en el normal desarrollo del mercado. Nadie, empezando por el conselleiro, parece reparar en el contrasentido de que, ante crisis m¨¢s puntuales, como la financiera o la automovil¨ªstica, todos los gobiernos se han apresurado a inyectar fondos, sin pararse a pensar que, adem¨¢s de intervenir, lo que se est¨¢ haciendo es reflotar con dinero p¨²blico malas gestiones privadas, socializar las p¨¦rdidas all¨ª donde hubo ganancias.
Sin embargo, en el sector l¨¢cteo, como en otras muchas producciones agroindustriales, se ha producido en los ¨²ltimos a?os una reconversi¨®n dr¨¢stica (de 100.000 a 13.200 explotaciones en un par de d¨¦cadas), y se ha hecho en la direcci¨®n que marcaban las directrices pol¨ªticas y econ¨®micas. Las que est¨¢n con el agua al cuello no son aquellas granjas obsoletas, sino quienes hicieron caso de los cantos de sirena de la inversi¨®n tecnol¨®gica y las econom¨ªas de escala, los que se endeudaron para adquirir cuotas, esa limitaci¨®n productiva que no existe en ning¨²n otro sector. Los que apostaron por la supervivencia del rural, en definitiva. El ¨²nico mensaje oficial, hasta ahora, es que quiz¨¢s haya que incentivar de nuevo el abandono de las explotaciones (otra rara particularidad del sector).
Est¨¢ claro que la soluci¨®n no es f¨¢cil, y quiz¨¢s ni siquiera exista algo a lo que llamar soluci¨®n. Pero el problema son las se?ales que emiten las autoridades. Antes, el peso del sector primario en el PIB era un bald¨®n socioecon¨®mico y sobraban las explotaciones tradicionales. Ahora que han dejado de existir y en la mayor¨ªa de las casas del rural hay como mucho vacas de compa?¨ªa para paliar la soledad de los petrucios, el recado parece que vuelve a ser que se dejen de sentimentalismos productivos y se vengan a las ciudades o -los m¨¢s tercos- se metan en el turismo rural. Y ha calado m¨¢s de lo que se cree.
Un amigo cosechero me contaba que, cuando acometi¨® la empresa, en todos los sentidos, de reivindicar el vino de una de las zonas con m¨¢s futuro de Galicia, pagaba las uvas un 15% m¨¢s que los precios de mercado. El objetivo era asegurarse la producci¨®n, a corto plazo y a largo, para que no se abandonase el cultivo de los vi?edos. No dio resultado. "La gente joven prefer¨ªa dejarlo, renunciaba a unos ingresos seguros y superiores en un trabajo que ya no tiene por qu¨¦ ser penoso, para buscar otras ocupaciones, aunque fuese de porteros de discoteca, y ya no digo de bedel en alguna instituci¨®n". Los que lo consiguieron posiblemente est¨¦n ahora empe?ados en tener una casita en el campo.
El campo no da prestigio, y para ejemplo ah¨ª est¨¢ el del idioma que all¨ª hablan. Tantos a?os de insistencia en que lo rural era s¨ªntoma de atraso no fueron en vano. Y afectaron en las dos direcciones: los encargados de desarrollar uno de esos programas de difusi¨®n de Internet tan bienintencionados como paternalistas se sorprend¨ªan aqu¨ª (lo comprob¨¦ en Mes¨ªa) de que la gente conociese perfectamente las ventajas de las nuevas tecnolog¨ªas, y lo que demandaba era una conexi¨®n decente para poder disfrutarlas. Como advert¨ªa Oscar Wilde, nada tan peligroso como ser demasiado moderno, porque corre uno el riesgo de quedarse s¨²bitamente anticuado.
As¨ª que esto es lo que hemos conseguido. Que el presidente de Galicia pregunte por qu¨¦ las vacas tienen nombres femeninos es una an¨¦cdota, pero tambi¨¦n un s¨ªntoma. El de que el mundo rural se ha visto como algo residual, una fuente de problemas (y de votos), pero no un sector estrat¨¦gico que necesita una apuesta pol¨ªtica y un mensaje regenerador. Si todo sigue as¨ª, la pr¨®xima vez que alguien apunte medidas, que no se extra?e si los ganaderos reaccionan como el cazador de la pel¨ªcula Dersu Urzala: "?No disparen, soy gente!"
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