Ilusiones estranguladas
En unas recientes declaraciones a este diario, la ministra de Cultura, ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde, cocinera antes que fraile (o mejor, monja), ya que ella misma es cineasta, ven¨ªa a decir que no se puede limitar ni censurar la ilusi¨®n de un director o un productor por sacar adelante una pel¨ªcula. No es cierto, s¨ª se puede. Aunque no se debe, y menos desde un Ministerio de Cultura o una Direcci¨®n General de Cine. Tampoco conviene cruzarse de brazos ante la situaci¨®n de un sector exang¨¹e.
La realidad de industria estrangulada que vive el cine espa?ol no se tiene en pie. Que de 173 pel¨ªculas producidas y rodadas en 2008 se hayan quedado 46 en el camino y que 24 de ellas hayan llevado a las salas a menos de 100 espectadores es el espejo perfecto de lo que ocurre en Espa?a: si la gente frecuenta cada vez menos las salas, si desde hace ya un tiempo el marchamo cine espa?ol no es sin¨®nimo de im¨¢n comercial y si algunos sacacuartos creen que el Estado tiene que seguir siendo siempre y en todo momento el gracioso mecenas que todo lo puede y todo lo da... la suerte de la industria est¨¢ echada.
La tremenda atomizaci¨®n de las empresas espa?olas de producci¨®n, donde apenas cinco o seis de ellas se llevan un 80% del pastel, tiene como contrapeso la permanencia de decenas y decenas de peque?as productoras cuya raz¨®n de ser ya no puede sostenerse. La insistencia de algunos por hacer cine es una aspiraci¨®n cultural que puede llegar a conmover. Pero el ministerio tiene el deber moral de actuar: no de desanimar ni de limitar las ilusiones, pero s¨ª de dejar claro que los dineros p¨²blicos no pueden seguir perdi¨¦ndose per secula seculorum en cine inestrenable...
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