C¨®digo Da Vinci a la castellana
La primera edici¨®n cr¨ªtica de sus 'C¨®dices Madrid I y II' arroja luz sobre la enigm¨¢tica personalidad del artista - El genio se inspir¨® en castillos espa?oles para sus teor¨ªas
Leonardo Da Vinci vuelve a ser noticia. Y en clave espa?ola. Por primera vez sale a la luz una edici¨®n cr¨ªtica, en castellano, de sus Tratados de Mec¨¢nica, est¨¢tica y geometr¨ªa contenidos en sus C¨®dices Madrid I y II, que atesora la Biblioteca Nacional y que permanecieron extraviados durante 150 a?os.
Los dos facs¨ªmiles se acompa?an de sus correspondientes traducciones y de un volumen que incluye un estudio paleogr¨¢fico. El resultado pone orden en el legendario caos del artista, perfila algunos rasgos sobre su enigm¨¢tica personalidad y arroja luz sobre la influencia que tuvo su estudio de los castillos espa?oles en la ciencia de la fortificaci¨®n del Renacimiento.
Elisa Ruiz, catedr¨¢tica de Paleograf¨ªa y Diplom¨¢tica de la UCM y fil¨®loga, es una de las especialistas que ha intervenido en el proyecto. Ha incluido 3.000 notas cr¨ªticas en su trabajo de descodificado. "Leonardo escrib¨ªa y dibujaba unas p¨¢ginas din¨¢micas, llenas de ideas, numeradas una a una y con dibujos complementados por textos siempre subsidiarios, cuyo tipo cambiaba seg¨²n el tama?o del gr¨¢fico. Su letra", explica Ruiz, "era muy moderna y tambi¨¦n caligr¨¢ficamente se adelant¨® a su ¨¦poca; en sus escritos hay hasta tres estratos de escritura. Da Vinci estaba interesado por asuntos tan distintos como la fortificaci¨®n, las mareas, la gravedad, los relojes o las cerraduras, pero tambi¨¦n por la sombra, las puertas batientes, los rodamientos...".
Los manuscritos llegaron a Espa?a con Pompeo Leoni, escultor de Felipe II
Escrib¨ªa al rev¨¦s y su concepci¨®n cenital del espacio era extraordinaria
Por su parte, el ingeniero Fernando Torres Leza demuestra en esta edici¨®n que 15 de las m¨¢quinas ideadas por Leonardo en sus C¨®dices de Madrid, por ¨¦l reconstruidas, "pueden funcionar perfectamente. Lo cual desmiente a quienes lo han considerado un genio s¨®lo ocurrente".
Aunque lo que quiz¨¢ m¨¢s sorprenda al profano es que la informaci¨®n incluida en los C¨®dices conduce hasta una fortaleza vallisoletana situada a orillas del r¨ªo Zapardiel. El castillo de La Mota, en Medina del Campo, edificado bajo el reinado de Juan II de Castilla, en 1468. Su parapeto perimetral, de 140 metros, obra de los arquitectos Fernando Rej¨®n y Ramiro L¨®pez, as¨ª como del maestro de obras morisco, Abdallah, fue culminado en 1488 en el reinado de Fernando e Isabel de Castilla, reina que muri¨®, precisamente, en Medina del Campo en 1504.
Este espl¨¦ndido edificio en ladrillo, que el ocaso ti?e de destellos de oro, posee una torre del homenaje de 38 metros de altura. Luce cuatro parejas de escarag¨¹itas, garitas colgadas sobre las orgullosas aristas. Bajo tierra esconde 1,5 kil¨®metros de t¨²neles, m¨¢s bastiones, galer¨ªas de tiro, parapetos y hasta 200 puntos para hacer fuego. Junto al de Salses, castillo erigido por impulso de Fernando el Cat¨®lico en el Rosell¨®n franc¨¦s, La Mota fue la fortaleza bajomedieval que inspir¨® la ciencia de la fortificaci¨®n magistralmente desarrollada en el Renacimiento por Leonardo Da Vinci, al que C¨¦sar Borgia, condottiero hijo del papa espa?ol Alejandro VI, le encomend¨® la fortificaci¨®n del puerto de Piombino, cuyos trazos los manuscritos incorporan.
En los C¨®dices leonardescos, "las analog¨ªas de escala en textos y dibujos con el castillo de La Mota y Salses son evidentes", seg¨²n el arquitecto Fernando Cobos-Guerra, restaurador del castillo espa?ol. "Todo evoca las fortalezas construidas por los ingenieros espa?oles, art¨ªfices de la ciencia de la fortificaci¨®n".
Parad¨®jicamente, el propio C¨¦sar Borgia vendr¨ªa a dar con sus huesos a las mazmorras de la fortaleza vallisoletana. A la muerte de su protector Alejandro VI, el papa Julio II inst¨® a Espa?a a repatriarlo. Apresado, fue enviado a Chinchilla, primero, y luego a La Mota. "Desde su torre del homenaje, Borgia se descolg¨® y escap¨® a u?a de caballo con ayuda del Conde de Benavente", explica Pilar Ruiz, de Egeria, editora del libro y coeditora de la Biblioteca Vaticana. Borgia viajar¨ªa hacia Navarra en busca de la protecci¨®n de su cu?ado Juan de Albrit, pero muri¨® en una emboscada.
Juli¨¢n Mart¨ªn Abad, responsable de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, ha reconstruido la historia de estos extraordinarios C¨®dices, que, al morir Leonardo, pasan a su amigo Franceso Melzi por cuyo hijo Orazio acceden hasta Pompeo Leoni, escultor contratado por Felipe II, que los trae a Espa?a. En 1608 muere Leoni y los manuscritos son adquiridos por un amigo de Francisco de Quevedo, Juan de Espina, "caballero que vive s¨®lo en una mansi¨®n de Madrid y del que se dice que se hace servir por aut¨®matas de madera", seg¨²n decires de la ¨¦poca. Carlos, pr¨ªncipe de Gales, que visita Madrid en 1623, se interesa por los manuscritos, que Espina le niega y ¨¦ste los cede al Rey. Los C¨®dices recalan en la Biblioteca Real en 1712. El extrav¨ªo, hasta 1964, de los manuscritos 8.937 y 8.936 de Leonardo, lo explica Mart¨ªn Abad "por el trasiego de la biblioteca regia por cuatro sedes distintas, por una fatal confusi¨®n de signatura y por el aura de Da Vinci, que ceg¨® a muchos para adosar su fama a la del genio", sentencia.
Lo que el mundo se perdi¨® durante tantos a?os de extrav¨ªo fueron tambi¨¦n intimidades del genio milan¨¦s. "Leonardo empleaba un italiano dialectal de concordancias incorrectas. Su uso del lenguaje no cuadraba con su inteligencia", se?ala Elisa Ruiz. "Es interesant¨ªsimo ver que estos dos c¨®dices incluyen la relaci¨®n de libros que Da Vinci utiliz¨® para escribirlos: fueron 116, entre los que figuran varias gram¨¢ticas latinas b¨¢sicas, hecho que revela un complejo obvio sobre su formaci¨®n y otros rasgos que expresan una infancia acaecida en el medio rural donde, por contra, contrajo un inter¨¦s ilimitado y fascinante por dar respuesta a las preguntas surgidas de la Naturaleza". Para Ruiz "es emocionante la particular¨ªsima visi¨®n cenital que Leonardo tuvo del espacio".
Presumiblemente, hab¨ªa sufrido alg¨²n tipo de dislexia y se sabe que era zurdo. Emple¨® simult¨¢neamente los dos sentidos de la escritura. "Al ser hijo natural, careci¨® de estudios acad¨¦micos, entonces latinistas, y ello determin¨® su sentido de superaci¨®n". Se sabe que Da Vinci gustaba vestir con prendas de color rosa, como se?ala en sus textos, donde surgen numerosas y ca¨®ticas anotaciones de su vida privada.
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