Ib¨¢?ez, entre dibujos propios y ajenos
"Una vez tuve un ordenador, un aparato imb¨¦cil. Hasta se atrev¨ªa a corregirme autom¨¢ticamente las cosas que escrib¨ªa"
El maestro Francisco Ib¨¢?ez trabaja en casa: su estudio ocupa un saloncito del piso en el que vive, sito en un barrio obrero de Barcelona. En los bajos del edificio hay un bar que se llama Los Porrillos, local muy adecuado para protagonizar una vi?eta de 13, Rue del Percebe, uno de esos trabajos brillantes que Ib¨¢?ez tuvo que dejar algo de lado para dedicarse a Mortadelo y Filem¨®n. Los agentes de la T.I.A. apenas le dan tregua, pero en los ¨²ltimos a?os el dibujante ha recuperado a su personaje m¨¢s querido, el miope Rompetechos. Cuando se tom¨® esta fotograf¨ªa, le acompa?aba su gata. ?C¨®mo se llama? "Como quieras. Yo la llamo de cualquier forma y acude. Da igual que le diga bicho o berberecho, siempre viene". Queda claro que con Ib¨¢?ez es imposible aburrirse. Adem¨¢s, con la experiencia que tiene ya est¨¢ preparado para lo que se le avecina en la Feria del Libro de Madrid, cita en la que es uno de los m¨¢s solicitados. As¨ª, recuerda que en muchas ocasiones ha tenido que firmar los ¨²ltimos ejemplares a la luz de una farola cuando los otros autores hac¨ªa rato que se hab¨ªan marchado. "Es que siempre llega alguien a ¨²ltima hora y, claro, no puedo decirle que no. Ser¨¢ casualidad, pero los ¨²ltimos generalmente son de Valladolid", explica Ib¨¢?ez (Barcelona, 1936). Las paredes del estudio est¨¢n llenas de dibujos, algunos propios, pero sobre todo de colegas de profesi¨®n, muchos de ellos ya desaparecidos. "Estas paredes son un cementerio. Apenas qued¨® yo". En su caso, no le tienta nada que sus personajes acaben compartiendo la pira final con ¨¦l. "Cuando me preguntan por la continuidad de Mortadelo y Filem¨®n siento que me recuerdan de una manera fina que tengo que cascar. Pero bueno, me gustar¨ªa que alguien siguiera con ellos, aunque creo dif¨ªcil que otra persona pueda darles el mismo tono que yo". Y si algo no ha tenido es descanso. "?Usted produzca, produzca!". Ib¨¢?ez dice que ¨¦ste ha sido el soniquete que ha acompa?ado su vida -lleg¨® a hacer seis ¨¢lbumes anuales- y est¨¢ decidido a seguir dibujando aventuras de Mortadelo y Filem¨®n hasta que "el cuerpo aguante" y la gente se las siga reclamando. Su labor es totalmente artesanal: Ib¨¢?ez no se lleva bien con las nuevas tecnolog¨ªas y, por ejemplo, pasa el gui¨®n a limpio con una vetusta m¨¢quina de escribir. "Una vez tuve un ordenador, un aparato imb¨¦cil. Hasta se atrev¨ªa a corregirme autom¨¢ticamente las cosas que escrib¨ªa, despu¨¦s de tantos a?os dedic¨¢ndome a esto. Era una m¨¢quina perturbada", subraya Ib¨¢?ez antes de despedirse con una sonrisa pilla. Aunque la historia del galard¨®n sea breve, cuesta entender que el rey de los tebeos no haya recibido todav¨ªa el Premio Nacional del C¨®mic.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.