Palma de Oro a la lucidez de Haneke

La presidenta del jurado de la secci¨®n oficial era Isabelle Huppert, esa enorme e inquietante actriz especializada en personajes turbios. El director Michael Haneke le ofreci¨® en La pianista uno de los m¨¢s memorables de su brillante carrera y ella correspondi¨® al regalo bordando a aquella atormentada masoquista. La qu¨ªmica era torrencial entre los torturados universos del creador y su actriz. Consecuentemente, lo m¨¢s l¨®gico es que la Huppert se sintiera predispuesta y fascinada por la pel¨ªcula de Haneke Das weisse Band y que tratara de influir para que ¨¦sta se llevara la codiciada Palma de Oro. En cualquier caso, la mayor¨ªa de los espectadores que hemos asistido a esta nada exuberante edici¨®n de Cannes ten¨ªamos bastante claro que Das weisse Band era lo m¨¢s perturbador, profundo y magn¨¦tico que hab¨ªamos presenciado aqu¨ª.

No han aparecido esas pel¨ªculas que dejan con la boca abierta al personal

Haneke disecciona los or¨ªgenes del nazismo haciendo el retrato de las tensiones, la violencia subterr¨¢nea, las disimuladas taras, la podredumbre moral que habita en un pueblo de la Alemania del norte en los a?os anteriores a la primera guerra mundial. Se centra obsesivamente en el mundo de los ni?os, educados en el autoritarismo, la hipocres¨ªa de las normas de conducta, el castigo implacable y el miedo. Muestra con la acerada frialdad que caracteriza su cine las relaciones de poder que establecen los adultos, regidas por la corrupci¨®n, y la ocultaci¨®n de las miserias y su influencia en los cr¨ªos, que utilizan como espejo ese modelo para juegos perversos en los que est¨¢ abierta la veda para machacar a los d¨¦biles, en los que la fuerza justifica todo tipo de ignominias. Haneke construye con densidad emocional y una atm¨®sfera desasosegante un microcosmos del horror, cuyas consecuencias se dan pavorosamente evidentes cuando esos ni?os se hagan mayores y encuentren el refugio de una ideolog¨ªa en la que volcar sus frustraciones, su ira y sus viejos fantasmas. Lo que observamos, escuchamos e intuimos en Das wisse Band te impresiona, te revuelve y se agiganta al recordarla.

El gran premio del jurado a la pel¨ªcula de Jacques Audiard Un profeta supone el reconocimiento al cine narrativo y de suspense, al que te mantiene en vilo en el espacio claustrof¨®bico y asfixiante de una c¨¢rcel, regida por los mismos mecanismos del mundo exterior, o sea, por la eterna lucha de clases. Audiard dispone de un gui¨®n complejo al que dota de im¨¢genes con fuerza. Est¨¢ muy lograda la descripci¨®n del aprendizaje para sobrevivir en esa jungla humana de un chaval ¨¢rabe, analfabeto y vulnerable, que se pone al servicio de la mafia corsa, el tributo de humillaci¨®n y de degradaci¨®n que tendr¨¢ que pagar, la dolorosa recuperaci¨®n de sus se?as de identidad.

Se supone que la pel¨ªcula de Tarantino Malditos bastardos la protagoniza Brad Pitt, pero cuando ¨¦sta alcanza aut¨¦ntico atractivo y gracia es cada vez que aparece un sibilino coronel de la SS con la misi¨®n de cazar jud¨ªos. Ese inolvidable villano est¨¢ maravillosamente interpretado por Cirstoph Waltz. Es muy positivo que hayan concedido el galard¨®n a un actor que aparentemente ejerce de secundario, que roba el plano a la estrella y al que est¨¢s deseando ver y o¨ªr. Charlotte Gainsbourg se mete en la piel y en el desquiciado cerebro de una mujer pose¨ªda por el diablo en la rid¨ªcula provocaci¨®n y el exceso gratuito que pretende el genialoide Lars von Trier en Anticristo. Es el tipo de papel histri¨®nico que siempre entra en la quiniela de los premios. Y ella se presta encantada a hacer todas las barbaridades que le exige el demente director. Su recital de griter¨ªo, gestos enloquecidos, sadismo y automutilaci¨®n, m¨¢s el meritorio esfuerzo de andar desnuda por un bosque, se ha visto recompensado por el jurado. Que le aproveche.

En el terreno de los disparates est¨¢ el premio al mejor director al filipino Brillante Mendoza, cuya mayor audacia consiste en oscurecer la pantalla hasta el extremo de que los espectadores s¨®lo podemos intuir lo que est¨¢ ocurriendo. Kinatay dedica dos horas interminables al rapto, tortura y despedazamiento de una puta que llevan a cabo los chulos, a los que acompa?a un estupefacto y aterrado aspirante a polic¨ªa. Poseer certificado de rarito y de ex¨®tico, utilizar un lenguaje experimental para contar algo de forma ininteligible, ayuda mucho en el palmar¨¦s de los festivales.

Tampoco entiendo los criterios de calidad en los que se basa el premio al mejor gui¨®n a la china Spring fever, retrato ca¨®tico de la pasi¨®n er¨®tica entre un se?or casado y un chico muy moderno de Nankin. Tal vez lo hayan hecho para reconocer la valent¨ªa del director Lou Ye por algo tan transgresor en el cine chino como mostrar a dos hombres haciendo todo el rato malabarismos sexuales, pero de ah¨ª a pensar que es un relato bien urdido supone un injustificable anacronismo. Igualmente sigo sin pillarle el punto art¨ªstico al cura coreano que se transforma en vampiro en Thirst, dirigida por Park Chan-Wook, alguien tan imaginativo en los planteamientos como tosco en los desarrollos. Mi incomunicaci¨®n con el cine oriental, con algunas gloriosas excepciones, es tan ancestral como lamentable. Nunca acabo de comprender lo que pretenden contarme. La culpa es de mi embrutecida sensibilidad occidental.

Ha sido un certamen gris¨¢ceo y decepcionante, aunque abundaran los directores con pedigr¨ª. Algo preocupante ya que Cannes puede elegir lo m¨¢s exquisito del mercado. No han aparecido esas pel¨ªculas que dejan con la boca abierta al personal, algo que hace casi siempre memorable al rey de los festivales. Si esto es lo mejor que puede exhibir el cine actual, habr¨¢ que pensar que ha pillado la gripe. Ojal¨¢ que se recupere pronto.