El amigo tejano
En la suculenta entrevista de Douglas Brinkley con Bob Dylan, que publica el Rolling Stone estadounidense, ?se habla de Doug Sahm! S¨ª, el hombre de lacia melena del Sir Douglas Quintet y los Texas Tornados. Bob le identifica como alma gemela, asegura que tocaban "el mismo tipo de m¨²sica" y lamenta su desaparici¨®n en 1999. Disculpen la osad¨ªa, pero recojo esos comentarios como una reivindicaci¨®n personal.
Ver¨¢n: all¨¢ por 1977, Bob Dylan se empe?¨® en lanzar un disco en espa?ol. Necesitaban adaptaciones de sus letras y me llamaron (no fui el ¨²nico). Con seguridad, yo no estaba a la altura del encargo, pero me apresur¨¦ a aceptar: una de las cl¨¢usulas especificaba que Dylan pod¨ªa requerir la presencia del adaptador en el estudio.
Doug Sahm era uno de esos estadounidenses biling¨¹es e inconformistas
El ensue?o dur¨® poco. Se pretend¨ªa que Dylan cantara en castellano sobre los fondos instrumentales de las grabaciones originales. Un disparate: alguien que considera sus canciones como plastilina, dif¨ªcilmente encajar¨ªa versos en idioma ajeno sobre playbacks que ya ten¨ªan diez o quince a?os. Sin olvidar su escasa tolerancia para los recordings en el estudio.
T¨ªmidamente, suger¨ª una soluci¨®n: que regrabara las viejas canciones con Doug Sahm. Hab¨ªa qu¨ªmica entre ambos: en Doug Sahm and Band (1973), Bob toc¨®, cant¨® e incluso cedi¨® ese vals tierno llamado Wallflower. Un elep¨¦ de Dylan en espa?ol y en onda tex-mex, ?eso s¨ª que ten¨ªa potencial! La propuesta viaj¨® hacia la oficina de Dylan.
Ya est¨¢bamos en 1978: se redactaron -y firmaron- toneladas de contratos, se consult¨® con Robert Graves, hubo reuniones en Londres con gente de cuatro pa¨ªses. Se enviaron las adaptaciones, se pag¨® el adelanto... y nunca m¨¢s se supo. Dec¨ªan en CBS que el proyecto derivaba del enco?amiento de Dylan por una dama hispana; al decrecer la pasi¨®n, todo se olvid¨®. En realidad, se trataba de un viraje m¨¢s dram¨¢tico: convertido en "cristiano renacido", Bob quer¨ªa ejercer de predicador musical, con la misi¨®n de salvar pecadores; ya no exist¨ªa margen para frivolidades como un disco en espa?ol.
Aquel hipot¨¦tico ¨¢lbum conjunto habr¨ªa hecho maravillas por el perfil p¨²blico de Sahm. Fuera de Norteam¨¦rica, nunca se le reconoci¨® (con la excepci¨®n de Suecia, donde grab¨®). En Espa?a, algunos veneran a malditos tejanos como Townes van Zandt pero pocos saben de la estatura de Doug Sahm.
Circula, por cierto, una ingeniosa teor¨ªa entre dylan¨®logos tejanos que plantea que la obsesi¨®n secreta de Bob consiste en convertirse en un segundo Doug Sahm, un l¨ªder de banda capaz de rematar con autoridad los m¨¢s diversos palos. Hay evidencia circunstancial: Dylan suele interpretar She's about a mover, primer ¨¦xito de Doug. Tambi¨¦n ha tocado con ¨ªntimos de Sahm, como el inconfundible teclista Augie Meyer y el acordeonista Flaco Jim¨¦nez. Seg¨²n esto, la presencia de David Hidalgo en su ¨²ltima obra, Together through life, obedecer¨ªa al deseo de contar con un Flaco joven y flexible.
No sigamos: las divergencias tapan las similitudes. M¨¢gicamente, mientras le¨ªa la conversaci¨®n de Dylan con Douglas Brinkley, me lleg¨® el ¨²ltimo disco que lleva el nombre del tejano, Keep your soul: a tribute to Doug Sahm. Uno de esos raros discos de homenaje que honran al g¨¦nero. No participan superestrellas, dominan los m¨²sicos de Tejas y todos olvidan sus egos para enfatizar la grandeza de Doug.
Grandeza que materializaba en su dominio de m¨²sicas generalmente distantes: el country dolorido, el rhythm and blues de barrios negros, el garaje, el rock de California (Doug se uni¨® a aquella migraci¨®n de tejanos de pelos largos hacia la libertad del San Francisco hippy) y variedades aut¨®ctonas de ambos lados del R¨ªo Grande.
Flaco y compa?¨ªa le admitieron como chicano honorario, rebautiz¨¢ndole Douglas Salda?a. En Espa?a le vimos con los Texas Tornados, supergrupo de tequila y guacamole. Irresistibles para una noche de fiesta, pero mejor descubrir los desenfadados discos que hizo con el Sir Douglas Quintet o bajo su nombre; entonces entender¨¢n la admiraci¨®n de Dylan.
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