"Berlusconi refleja la astucia gen¨¦tica del italiano"
Es una instituci¨®n romana. Naci¨® en Navarra (Arroniz, 1941), pero antes de los 18 hizo el petate y dej¨® el seminario jesuita para huir de la mili franquista ("fui objetor, desertor y pr¨®fugo"), lleg¨® a Ginebra, trabaj¨® en la ONU, conoci¨® a Borges y a Valente, se hart¨® del calvinismo y en 1969 le dieron un pasaporte de 15 d¨ªas y se qued¨®. Hoy, ?ngel Amezketa vive entre libros, cuadros y recuerdos de la explosi¨®n cultural de los setenta ("en aquellos a?os burbujeantes romanos hasta la basura ten¨ªa su gracia") en un angosto apartamento de la Torre della Scimmia (La Mona), y pasea sin ver a los turistas con su elegante bast¨®n y sus poemas, que siempre escribe a mano y regala a los amigos.
El poeta naci¨® en Navarra, pero es una instituci¨®n en Roma
Cuando nos sentamos en La Campana, que se autoproclama el local m¨¢s antiguo de Roma, Amezketa desenfunda la pluma, aparta los boquerones gratinados y remata el poema Sintaxis de la ternura: "Declinar rosa rosae rosarum / contra tus pechos / hasta que una nueva rosa florezca".
Ha tra¨ªdo un librito de Pasolini, Volgar'loquio, su ¨²ltima y fulgurante intervenci¨®n p¨²blica, y dice que el descontento que Pasolini detect¨® entonces, su nostalgia de los barrios en los que la gente cantaba por la calle, es la misma que Javier Mar¨ªas descubre ahora en Espa?a. "Esa mala leche, esa vulgaridad, esos gritos los viv¨ªa Italia entonces. Espa?a ha dado un salto de atleta, y todo el mundo est¨¢ bien pero nadie est¨¢ contento. Hemos pasado del arado al BMW pero la gente est¨¢ agriada. El consumismo es una enga?ifa. El bienestar no siempre casa con la felicidad".
Llegan los ?oquis con almejas y Amezketa recuerda. Tras la ONU, fue bibliotecario de los jesuitas en Roma con Arrupe ("un ser celestial que casi me hizo coger los h¨¢bitos"), luego trabaj¨® una d¨¦cada como profesor de espa?ol en la FAO ("estaba lleno de ex curas y esp¨ªas espa?oles"), frecuent¨® a Alberti y a Mar¨ªa Teresa Le¨®n ("ella era la verdadera literata de la pareja, ¨¦l coagulaba a la di¨¢spora"), viaj¨® a Avi?¨®n y conoci¨® a Picasso, cen¨® al lado de Calvino, de Fellini y Nino Rota ("siempre canti?eaban"), entrevist¨® a Pasolini y no encendi¨® la grabadora ("pero sal¨ª m¨¢s contento que un meteoro"), escondi¨® a un jefe etarra en casa de un catal¨¢n llamado Antonio Montaner, tuvo un hijo romano que es piloto de pruebas.
Hoy, Italia es otra. "La gente est¨¢ desnuda, su ¨²nica referencia es la televisi¨®n, y Berlusconi refleja como nadie la astucia gen¨¦tica del italiano. Al espa?ol le gusta el reba?o, aqu¨ª la unidad tard¨ªa mantuvo la frescura de los yoes, cada cual mira a su bolsillo y a su casa, y hay un humus generalizado: el Estado es el padre, es l¨ªcito sisarle, es el que suelta la pasta. Berlusconi, el gran evasor, es el mejor garante de esa espiral del ADN. Italia es un pa¨ªs suave, muy tolerante. Se dobla pero nunca se casca. ?l los torea divinamente".
Antes de la manzana pelada, salimos a la calle a fumar. Don ?ngel observa a las damas y saca otro poema, Testamento: "Nostalgia tatuada en el poema / a semejanza de la forma / que resiste en el desnudo ¨¢rbol / tiritando de orfandad / tras haberse lucido al sol / junto a la carretera. / Ahora sopla el viento / y el ¨²nico fruto que queda / espera su inevitable ca¨ªda en la cuneta".
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