Narrativa de un partido
Acostumbramos a decir que las emociones no pueden explicarse. Parecer¨ªa que las palabras no pueden llegar nunca a explicar lo que uno siente cuando salta de su asiento y grita sin considerar qui¨¦n tiene al lado. Pero hay quien trabaja y fundamenta su credibilidad precisamente como narrador. La historia del Bar?a de los ¨²ltimos 30 a?os no puede explicarse sin narradores como Puyal. El d¨ªa siguiente a una epopeya a muchos les lleva a Ramon Besa, un cronista capaz de sacar todo su jugo emocional y vital a gente como Serrat o Vila-Matas. Toda narraci¨®n es una interacci¨®n. Si no has visto lo narrado, lo imaginas. Si has sido espectador de lo narrado, esa rememoraci¨®n consolida lo vivido y abre el mundo a la imaginaci¨®n de lo que quiz¨¢ no has visto, pero s¨ª has sentido, has imaginado, has querido vivir. Se narra para que lo vivido se evoque, para volver a experimentarlo y vivirlo. Todos hemos visto el partido, pero todos queremos volverlo a sentir y vivir. Y leemos y repasamos, minuto a minuto, lo que sentimos, sufrimos y celebramos el d¨ªa anterior. La gran virtud de los narradores como Puyal o Besa es su capacidad para que su historia y su narraci¨®n ordenen, estructuren y pongan en com¨²n la historia vivida pocas horas antes.
Se narra para que lo vivido se evoque y para volver a experimentarlo
Narrar es construir una casa en com¨²n. Y el f¨²tbol logra en ciertas ocasiones meter en una misma casa a gente muy diversa. Narrar un partido como el de Roma es simplemente reconstruir una trayectoria, unas emociones y una manera de sentir. Guardiola se ha convertido en el gran sacerdote de esa misa colectiva. Construye y transmite verdad. Construye y transmite consistencia. Y entre unos y otros consiguen vincular lo vivido con lo imaginado. Leemos las narraciones del d¨ªa siguiente buscando esa vibraci¨®n, ese temblor que hab¨ªas percibido fugazmente cuando la emoci¨®n de lo instant¨¢neo no te permite entender del todo lo que est¨¢s viviendo. Los pol¨ªticos deber¨ªan preguntarse qu¨¦ ocurre para que esa inmensa masa de j¨®venes que viven emocionalmente esas grandes celebraciones deportivas, transiten con indiferencia momento pol¨ªtico tras momento pol¨ªtico. Si la pol¨ªtica deja de suscitar emociones, si no logra que compartan sus relatos gentes a las cuales pretenden implicar, quiz¨¢ lo que fallan son las narraciones, los narradores o la misa que celebramos.
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