Las meditaciones de Pep
Marco Aurelio Antonino Augusto, apodado El Sabio, fue emperador del Imperio Romano desde el a?o 161 hasta el de su muerte, 180. Fue el ¨²ltimo de los llamados Cinco Buenos Emperadores y es considerado como una de las figuras m¨¢s representativas de la filosof¨ªa estoica. Los estoicos dividieron la filosof¨ªa en tres partes: la l¨®gica, la f¨ªsica y la moral. Todas ellas se refieren a aspectos de una misma realidad: el universo en su conjunto y el conocimiento sobre ¨¦l. ?ste puede ser explicado y comprendido globalmente porque es una estructura organizada racionalmente de la que el hombre mismo es parte integrante. Ya ven que he vuelto de Roma imbuido de la cultura cl¨¢sica con cierto ataque que alguno puede pensar que no es propio de las p¨¢ginas de deportes, pero la curiosidad le hace a uno ser atrevido (?osado?) y mi curiosidad por encontrar elementos que nos ayuden a entender el fen¨®meno Guardiola me lleva a rebuscar en mis recuerdos sobre los cl¨¢sicos y a recurrir a alg¨²n buen amigo que me permite refrescar temas ya olvidados.
Guardiola sabe que el tiempo de cortes¨ªa para un tricampe¨®n es de dos partidos perdidos; si alguno lo ve exagerado, tres
?Por qu¨¦ Marco Aurelio? Porque hacia el final de su vida escrib¨ªa sus Meditaciones, que comienzan, en su Libro I, con un reconocimiento a todos los que le han ayudado a ser mejor; un recuerdo de aqu¨¦llos de los que ha aprendido; un reconocimiento de que, sin ellos, ¨¦l, un hombre ejemplar, no habr¨ªa sido tan sabio. Si escucharon algo de la rueda de prensa de Guardiola, su recorrido fue un reconocimiento a todos los que han hecho posible esta joya que es hoy el Bar?a: de los antiguos a los actuales, de los del f¨²tbol base a los de la actividad profesional, de los jugadores a los que trabajan en la sombra (sin ellos, sin todos ellos, ¨¦l no ser¨ªa tan sabio).
Excelente punto de partida el admitir la propia condici¨®n humana sin elementos divinos, esot¨¦ricos o m¨¢gicos. Cuentan (lo dice Tertuliano) que, cuando un general romano desfilaba en medio de sus ¨¦xitos, un siervo le acompa?aba para recordarle las limitaciones de la condici¨®n humana, para que no incurriese en el pecado de la soberbia. ?Tiene Guardiola sus pies en tierra firme para no caer en los pecados de los emperadores? Los indicios son que su toma de tierra es excelente y que no parece probable que se levante una ma?ana para descubrir que al otro lado del espejo le mira un tipo al que Pep no reconozca, pero la condici¨®n humana puede ser d¨¦bil. Su paseo por el c¨¦sped del Ol¨ªmpico romano con Manel Estirarte tras el partido me muestra que ya estaba pidiendo pista a la torre de control para volver a tierra.
Sabe Pep que, como dec¨ªa Marco Aurelio, el tiempo es un r¨ªo que arrastra r¨¢pidamente todo lo que nace y que el tiempo de cortes¨ªa para un tricampe¨®n es de dos partidos perdidos. Bueno, veo que alguno lo considera exagerado y voy a a?adir uno m¨¢s: que sean tres partidos, dos semanas con encuentro europeo en medio.
?Por qu¨¦ los estoicos (no confundir con Stoichkov)? Porque Guardiola entiende que esto del f¨²tbol es un conjunto que puede ser explicado globalmente y, mientras convenc¨ªa a sus jugadores de que al Manchester se le ganaba desde el estilo, ten¨ªa en la grada, mezclado entre otras decenas de c¨¢maras, a un hombre de su confianza grabando el partido para analizarlo en sus cap¨ªtulos correspondientes, en sus defectos y virtudes, un d¨ªa lejos de las actuales euforias. Y eso quiere decir que, tras los festejos, llegar¨¢ el an¨¢lisis de todo lo que se puede mejorar en una temporada maravillosa, empezando por su partido m¨¢s grande. Luego ya tiene tarea para cuando se vuelva a la faena. Si necesita una banda sonora, siempre puede disponer del Nesum Dorma de Turandot (Puccini): "Que nadie se duerma". Podr¨ªa ser el lema para estas vacaciones, siempre despu¨¦s del Dolce far niente.
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